Blog Oficial de Ana Maria Lorenzo: PRESENTACIÓN EN VALENCIA

domingo, 9 de junio de 2013

PRESENTACIÓN EN VALENCIA

"AMARRADA A LUNAS"

EDITORIAL LIBROS MABLAZ

PRESENTACIÓN EN VALENCIA

LEO LIBRERÍAS - DIA 29 DE NOVIEMBRE 2013

19 H. DE LA TARDE

Llegó el día anunciado. Un día antes había preparado la maleta para trasladarme de Castro a Pamplona. Dejar el coche allí y marchar con unos amigos a Valencia y después a Alicante, donde al parecer, debía de realizar algunas gestiones.

En Pamplona, como siempre, un frío helador. Pero como ya conozco ese clima y tengo casa ahí, me refugié en ella mientras comprobaba que no funcionaba la calefacción y no había troncos para la chimenea. Acurrucada y tapada con una manta, en un enorme sillón despellejado, dejé que pasara el tiempo mientras le contaba a la pareja de mi hija, el último libro que estaba escribiendo. Allí, helados, tomamos un delicioso té que nos entonó un poco. Mi querida hija estaba fuera y su mozo, encantado de hablar conmigo. Nos fuimos cada uno a su cuarto y desaparecí a primera hora de la mañana, cuando un matrimonio amigo vino a buscarme en su flamante deportivo para ponernos rumbo a Valencia.

El trayecto fue bien. Yo me quedé dormida en el asiento de atrás al calorcillo del interior del coche. Me despertaron al llegar a Cariñena, ahí era obligatorio comprar garrafas de vino de la zona. Un traguillo por aquí, otro por allá; un plato de las peores rabas que he comido y vuelta a la carretera.

Valencia apareció majestuosa, vibrante, llena de acosadores coches que te llevaban de un lado a otro. Las señales no eran las más explícitas, que se diga. Y tráfico, tráfico y más tráfico, y rotondas y avenidas largas y maravillosas calles y casas que asomaban ante mis ojos, flamantes y sorprendentes. Un paisaje totalmente distinto a mi querida Zaragoza, Pamplona y Cantabria. Y tenía un encanto maravilloso. Entendía porqué la luz se proyectaba también en numerosos cuadros de pintores que pisaron esas tierras, porque sí, queridos lectores, Valencia tiene una luz especial que le hace un no se qué.

No era momento para grandes poesías o paradas. Girábamos como peonzas, la hora de la presentación se acercaba, y no teníamos idea de dónde estaba ubicado el lugar. Solución: Un taxi. Y llegué y llegamos... para luego ir ellos a aparcar y volver a perderse. Pero yo, ya estaba en mi objetivo. La bellísima librería Leo, enfrente del Palacio del Marqués de Dos Aguas.

Ya habían llegado algunas personas para cuando aparecí con mi maleta arrastras y el proyector en ella. Medida de precaución ya que iba a presentar unos video-poemas. El equipo de la Editorial Mablaz que me lleva los libros, en la actualidad, ya estaban allí. Para mí, una alegría grande conocerlos personalmente.

Entré en el establecimiento y me presenté al personal que llevaba la librería. Fueron muy atentos y me ayudaron en todo, sobre todo, en lo referente al aparato técnico.

Fue una presentación bella, tranquila. En un ambiente agradable, distendido. La gente muy atenta y colaboradora. El evento resulto dinámico y por los comentarios, parece que les gustó. No sé cuántas personas habría, pero cuando puse los vídeos, veía mucha gente al fondo de pie. Eso resultó gratificante, así como las palabras de elogio que me dirigieron Ana Año, la presentadora (¡y qué buena presentadora y profesional! ¡qué cabeza tan bien amueblada!) y mi querido Editor, Ricardo Muñoz Fajardo, que a mi juicio, exageró un poco su pensamiento sobre mi obra y persona. A los dos, les estoy muy agradecida y al público que fue, mucho más sin olvidarme de los gestores del local.

La presentación entre pitos y flautas, duró cerca de tres horas. ¡Y se hicieron cortas!. Firma de libros, agradecimientos, abrazos y esas cosas que hacen sentirnos entrañables con las personas.

Un grupo, salió a cenar y de juergueo. A mi me secuestraron los de Radio Universal y me hicieron una entrevista. Eso hizo que me despistara de la gente y me encontré, de pronto, con que todo el mundo, había desaparecido como por encanto. No recuerdo si me despedí o no, o se me volvió todo del revés.

Fuera, me esperaban la pareja que tan gentilmente me había traído a esta maravillosa Valencia. Teníamos que salir para Alicante, el segundo objetivo.

Otra vez, vueltas y revueltas. Autopistas y autovías donde nos perdíamos como tontos. Pero lo logramos. ¡Un triunfo! Llegamos a Alicante a las tres de la mañana... muertos, reventados y caímos en la cama desplomados.

Un sábado de gestiones y paseos, para ponernos el domingo de camino a Castro, eso sí, volvimos a parar en Valencia, donde nos vendieron 60 kilos de naranjas y 10 kilos de cebollas. Entre garrafas de vino y naranjas y cebollas, llegué a una bendita Pamplona que me esperaba con sus hielos, pero que me libró de mi sepultura vitamínica. Cambio de coche, y ya sola, con 20 kilos de naranjas y los 10 de cebollas, vuelta para Castro. Un viaje tranquilo y sin demasiados agobios de tráfico. A las 11 de la noche, entraba triunfadora en la casa... ¡gloriosa casa! ¡gloriosa ducha!¡gloriosa cama! y un feliz sueño. Un fin de semana movidito y productivo.

Gracias, Valencia, por vuestra acogida y vuestras naranjas.