Playa y arena

Playa y arena
SALUDO INICIAL

domingo, 9 de junio de 2013

POEMAS - 2



LOS POEMAS QUE ESTÁN EN ESTA PÁGINA PERTENECEN A LOS LIBROS SIGUIENTES


Antología poética: “Desde la Rama” (recopilación en dos tomos, de los cinco libros siguientes: Bajo los Algodones, El Baile de la Roca, El Quinto Canto, La Rosa del Azafrán y Perros en la llanura) Registro P.I. 00/2011/3653 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España) 
ISBN: 978-84-940509-7-8 Depósito Legal C-2299-2012 /Bajo Los Algodones
ISBN: 978-84-941045-1-0 Depósito Legal C-503-2013 / El Baile de la Roca
Caminando sin pies: Registro P.I. 00/2012/3769 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)
Lazos, Flores y Cuadrados: Registro P.I. 00/2012/3768 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)
Amarrada a Lunas: Registro nº S-217-2012 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Santander-España)  ISBN 978-84-15768-37-1 Depósito Legal AB-322-2013
La risa de Dios:  Número de Asiento Registral 10/2013/411 - Zaragoza (Ley de Propiedad Intelectual- Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril)
Turbulencias: Registro P.I. S-184-2013 - Santander Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)





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Fecha 23-nov-2008 UTC (Club Literario Cerca de ti)


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POEMAS - 2 




CENIZAS

Ciego a todos los fuegos.
Con alas de mariposa
voy por las calles,
las mismas aceras.

Floto en noches azules
y me estremezco
ante el gris ceniza
que veo en tus ojos.

Son perlas que miran,
que resbalan por sus mejillas.
Grises secretos.
Sonrisa cautiva.

He de viajar en el hambre,
en barca de sorpresas.
Girando al abrigo de las espigas
en un mundo pequeño.

Fragilidad inerte,
tientas al amor y a la suerte
con el trenzado cabello
reposando entre cojines.

Jardines del desierto.
Espejismos por encima.
Yo cruzo las ciudades,
bajo rascacielos y sombras.

El paso abierto.
El rostro cerrado.
Ramas de dunas.

Cenizas al viento. 






A SACHIKO ABE

La juventud se marca
en el corcho del árbol
con la firmeza del cuchillo
y el sentimiento vivo.



Así el vivir se pierde

con la mente vacía
y el chirrido de la cinzalla
corriendo sobre el papiro.

Espectro en cada ser.
Bajo el árbol,
a la orilla del río, 
en la esquina de los muros…

Hasta el momento más efímero 
se desvanece en rectos horizontes
mientras nubes de papel
cubren la oscuridad.

Ignora el crepitar de tijera.
A unos suena como trinos,
que arrastran hacia espacios vacíos;
a otros carraspea en los oídos.

Gasas caen desde la ventana
para crear senderos en el suelo.
Marcan…
Guían…
hipnotizan…
elevan…

Paciente guillotina 
lo que el amor no comprende.
Místico momento de la sombra
que es capaz de escabullirse.

Ven… acércate. 
Soy ente que espera 
construyendo etéreo lar.



BALADA BAJO LAS AGUAS

El árbol del Misterio
se elevó en sobradas llamas.
Compuertas del Cielo abiertas.
El dardo disparado
revela en la mirada 
la oscuridad que va soportando.

El tinte de años 
alienta el fuego del tronco que abrasa.
Un solo recuerdo  
resume la vida entera.

¡Adiós! con él puede descansar
 la moral del esfuerzo.
Que este poético verso, 
sirva de canto a las cenizas. 
Balada bajo las aguas,
aquí la historia termina. 





A TAZÓN

Decaían las siglas en los papeles,
y expiraban decadentes las estrofas:
gran decrepitud descrita en las paredes.
Rugido del vientre disciplinado,

buscó en el buen yantar la hartura.

De la pluma a la garganta protocolizado.





Sirva, pues, la armadura de sustento
para asar el cordero al gusto lisonjero.
Tomate, cebolla y pimiento,

sin olvidar el punto del clavo
acompañado del bendito caldo 
que nació en los viñedos de Baco.


Joya de vianda para el estafermo.
Cura de honor al escribiente
que hizo del verso campo yermo.

Si invitado Quevedo estuviera,
diera por sentado sus huesos en el asado,
con un suave paseado de incensario.


Mas en el sutil santuario del maestro,
sátira mordaz para el que catare
del gustoso guiso de las letras en reposo.

Así dona de gozo y sustento, 
inspiración y gracia al cerebro,
la poeta guisandera a Tazón.




LA PESTE

Más allá de mi ventana,
donde la calzada se pierde
y los girasoles crecen;
en el pretil del puente 
canta una alondra.


Enfermo va cayendo el día
y la anciana sola
habla con la luna amiga.
Espato rodó por la casa,
marido e hijos marcharon.


Vila muy acongojada
ver el mal paseando, 
y no sólo el luto guardaba ella,
sino más gentes sin boca lloraban
y el pecho se golpeaban.


¡Colgadme al cuello cuando muera,
el relicario que me dio mi madre! 
Sentados veré sobre mi tumba,
millones de ecos gritando: 
¡Mezquino polvo sediento, más piadosa la noche oscura!


¡Ay, dolor de sillares rotos!
¡Frágiles ante la enfermedad que llega!
La voz que suspira, blasfemias canta
por la senda donde duermen 
los que se fueron de la mano con la Peste.


Muévete, tumba
ruinas de un mal sueño; 
ruega al cielo suene la campana 
y dé su favor al hombre,
antes que la humanidad perezca.


Anoche soñé que tras la ventana
veía un campo de girasoles 
y junto a mí la familia se abrazaba, 
escuchando el cantar de la alondra 
en la baranda del puente.




Título : “Santa Tecla libera a la ciudad de Este de la peste”

1759. Museo Metropolitano de Nueva York.
Pintor: Giovanni Batista Tiepolo. 1696-1770. Escuela Italiana.
Características: 0,81 x 0.45 cm. Óleo sobre lienzo.



LA MUERTE DEL SOL

Vieron su cuerpo quebrado,
el semblante severo,
cerúlea la piel 
cual oculto cartón en la arena.

Dueña de la negra toca,
que el mar besó en la boca.
Muera así la primavera,
suene la gaita –¡Ay, de mi esperanza!

Incierta sonrisa en la sombra umbrosa.
Pasó… ¿Qué resta ya de paso en paso?
El cielo de plomo, el sol ya muerto.
Veloz como torrente. Te despeñas.

Tal vez hoy, tiemble un instante,
al acariciar la toca, ahora blanca,
y yo, con el corazón más negro.
Soledad monótona, ¡triste homenaje!

Los que vieron su cuerpo quebrado,
vieron también verdes cimas y gigantescas olas.
Y mujeres se cubrieron con velos
pues se fue la hermosura de la flor y su figura.

En medio del cielo nuboso,
colosal sol
de años cientos.
Orbe ruinoso y apagado.

Cercada lápida de piedra,
toma asiento en el firmamento.
No sé quien se fue primero,
los amores o los extintos fuegos.

Toca negra, sol rasgado
mas el último será gusano.




 "...el sol que vuelve loco...pero no puedo,
 yo que sufro, estar sin algo que es más grande que yo,
 que es mi vida: el poder de crear” - Vincent Van Gogh



LAMENTOS

Sí, hermano,
con fuerza, con fuerza… 
llamé al amor mío.

Confuso el mar rugía

¡Luna menguante!

¡Cómo se hundía!





Espera un instante.

Oigo sirenas cantar.

¡Aquí, amada!

¡Estoy aquí en la orilla!

¡Devolvedme olas,

aquella que robo la mar!





Su cuerpo velado

por conchas y caracolas.

¡Oh, pasado!

¡Oh, vida enterrada!
¡Diosa adorada!
Deliciosa en el canto, 
gozo de mis oídos.


Escucho rubores de espumas,
sin dilación, sin prisa.
A mis pies sombra de ninfa.
¡Amada, amada, amada…!
Domitia de las aguas.


Arriba o abajo.
Trompetas nubosas.
Fantasmas en coro. 
Cuerpo informe,
escorado, asobinado
cual imprecisa masa.


Lágrimas, lágrimas…
dolores ahogados 
y terribles gritos. 
Sí, hermano…
¡grande es mi lamento!




http://www.ivoox.com/locura-de-amor-ana-maria-lorenzo-poema-audios-mp3_rf_3557799_1.html
Hola amigos, en esta ocasión os invito a escuchar este poema de Ana Maria Lorenzo, titulado LOCURA DE AMOR (Poema a dos voces)
  — con Mari Carmen Lopez y 19 personas más.

LOCURA DE AMOR (Poema a dos voces) Poema de Ana María Lorenzo Voz de Luis García y Ana María Márquez. Programa: LA VOZ DEL POETA. Canal: POESIA DE TODOS LOS TIEMPOS. Tiempo:...
IVOOX.COM


LOCURA DE AMOR

Una noche,
vagabunda sigilosa,

te encontré desnuda y fría

por la playa adormecida

entre las olas.


La luna estaba llena.


Rayos blancos proyectaba

y era una,




y era una.



La cabeza desgreñada,




los ropajes en despojo.


Arrojándote al suelo,
con horror confesaste
cómo ardió al fuego
y lo mataste,
y lo mataste.

-¡Ay!- qué grito de dolor-
Fui flor en la mañana 
y le sajé el corazón.
Ni un soplo de aliento 
y sus ojos me miraban.-
Y así lloraba,
y así lloraba.

Exaltada fantasía,
consumida en el delirio,
cruel llevó al desespero
el besarle en los labios. 
Su desdicha fue al verlo.
Y estaba quieto,
y estaba quieto.

¡Ay, joven, y ya tan desgraciada!
Alegre, enamorada.
Alas pusiste a tus ansias;
locura ciega,
expiación eterna.
Y amargura,
y amargura.

Tajo de cielo
de luz serena.
Abiertas las rejas,
ornado le espera 
aquél a quien adora.
Y estaban locos
y estaban locos
de amor.

¿Quién sabe más de amor,
que el propio amor?




DENTRO DEL INSTANTE

Qué ahoga la razón.
Pulveriza el brillante.
Burgos sin formas.
Vida al segundo.
Teatro y aplausos.
Poemas sin versos.
Reflexiones sin cabeza.

¡Ah, es el estreno!
Telones polvorientos,
bastidores y candilejas.
Nebulosas lejanas
en múltiples órbitas.
Elemental vaho de amor
poblado de cáscaras partidas.

Sentimiento subjetivo
que no tiene sexo
y  en etérea masa
ahoga el sentido.
Ah…, lego momento.
Fantasma que mora
en la vastedad sin luz.

¡Oh, columnas erectas!
Difícil negar las ruinas.
Títeres sin cuerdas
arrastrados por su humor.
¡Eclosión psicótica!
Inteligible sutilidad tonal
dentro del instante.





LUCHA Y SILENCIO

Retirándose de las sombras del mirto
alegoría de versos menos atrevidos;
benditas y proféticas caderas
regocijadas cuando se aposentan

en los cimientos de la tierra.



Joven y genio que se encarna 

en el renacimiento de la poesía.

¡Y tú, áurea mañana

de abundante cabellera,

toda tú, naciste 

bajo sus alas!



Cielo y fantasía, hermanados,

han derrotado el follaje inspirador

o han ocultado su frescura, 

en hueco tronco de alcornoque

vacío gesto de vaga luz.



Cantar de los cantares

de Tierra enamorada, 

que se ha colocado el velo 

en señal de duelo 

por el caído poema.


¡Ha visto tanto! ¡Ha visto tanto!
¡Son tan ciertas las historias,
las trovas que bien pudiera recitar!
Silencio.

Abrigada en su corteza 
deficiente y peligrosa,
guarda el entendimiento 
de los mortales.
Ausencia,
vuelta.

Primorosos dedos
acogen la pluma sagrada. 
Coronan la naturaleza entera,
excitados como la diosa Sun
a la salida del sol.

¡Aquí está! ¡Masa de Luna!
¡Todo lo derrama con sigilo!
Y su mano desnuda la hoja;
congela la sutil idea que vuela
mientras los ojos trémulos se burlan,
de la envejecida causa
de la perdida lírica.

Luego, riendo,
se pone a cantar.
Aullante quejido
de poetas en las nubes.
Y sin embargo,
no se da cuenta de ello.

Se escondió a sí misma,
espada en mano.
Sapere aude! *
______
*(¡Atrévete a saber!)





ENGAÑOSA AMBICIÓN


Sobre frágiles leños con alas
lienzo débil refleja a quien amas.
Observa la orilla del agua
juncos y ramas se entrecruzan.


Y volando en pos de ellos,
aves cantan con sus trinos
amores de frondas naturales,
sencillas a merced de los milagros.

Vecinas las rocas
en márgenes alegres,
inocente suerte cruza
cerco oloroso de flor.

Y como si de sus senos brotaran,
sólo los ojos vieran
horizontes naciendo,
refulgentes montañas de oro.

Áureo fulgor fue la luz primera
y dentro grandes estruendos
de ambiciones y avaricias
que a los ojos hicieron bella.

Tirón del rocío del hambre
que a duras amarras se encadena.
¿Cuándo el gemido del dinero
abrió el corazón con llave?

Endulzadores de mujeres
de grosero habla de polvo,
fijan en la sencilla mente
lo que quieren para ellos.

¡Calla flor de loto!
¡Huye!
¡No mires!
¡No envidies!

Plata clara
y energías,
no traen falsedades
ni amargas compañías.

Tristes son las doradas arenas
que por una mirada,
se resbalan entre dedos,
para robadas siestas en el suelo.

Abiertos los poros;
el rostro de porcelana,
lenguaje del oro
y tu mejilla apagada.




Zhao Guojing (1950, Jingxian, provincia de Hebei)


VELANDO 

Empapada hierba de matinal rocío.
Voces secretas de dulce canto,
mientras rayos caen de blanco
cual lanzas rotas en la tierra.


Ni bufones escarlatas besan los labios,
ni álamos extienden las ramas.
Vieja y enjuta con la cara seca,
dentro grito severa.

Conozco la flor de la mañana,
las contorsiones de las ardillas
y un poquito de sueño en cada abismo.
¿Por qué saludan las voces de bronce?

Cantos sonoros de clarines
en bosques de compases y ritmos,
áureos sonidos espantan mastines.
¡Pobres de las canciones que consagro!

No pido amparo al mundo,
segura del naufragio de mi vida.
Como mudas se hallan fuentes y aves,
velando a que el corazón sonría.



Cuadro Lady Godiva, 1898, del pintor prerrafaelita John Collier


MOMENTOS Y PREGUNTAS

Allá en los templos
se tributa culto al misterio.
Nombre de Ser pusieron.
Presente siempre, 

pero siempre oculto.
Dogma de fe con cuchara.

Sabio fue quien lo inventó.
Por Él repican las campanas,
los ecos de las montañas
y en las fábricas resuenan
las cadenas con el sudor
del proletario.
¡Goce, señor empresario!

Por Él encienden los humanos
velas luminosas y rezos,
y doblan sin cesar, avisos y ruegos.
Oculto parece dormir El Misterioso
mientras se pasean los erizos
de las eléctricas.

Amorfa es la tal figura luminosa,
dentro y fuera del alma;
anterior a la vida y a la mente.
Nonato que invade todos los rincones.

¿Qué contrarios pensamientos?
¿Qué se hablará en el más allá?
Existe o no existe.
¿Dónde está?

<<Dame tus armas
por los breves días de la vida
y dejaré la eternidad en tus manos>>

Mientras se procrea así mismo
y esconde sus proyectos.
Las cruces en los altos campanarios
y el peso del poder en los tejados. 




Isaac Brodsky 


ENSEÑANZAS DE ZAPATOS.

Cuelga raído el bolso.
Del suelo a la cama,  
botines sin tapas,
parecen de piedra.

Tiempos de adoquines en la calle,
de candiles y serenos.
De magnates y de damas
bajo el pabellón de la seda.

Murallas coronadas
de vacías escoltas.
Son eternas plantas
 las que llenan los huecos.  

Pasaron estaciones
y  las veletas no giran,
donde rosales cayeron
 en los zapatos viejos.

Si en la penosa agonía
volviste al pasado el pensamiento.
Si comparaste tu existencia un día,
la soledad que hallaste en un momento,

fue cuadro breve de pintura;
vida y caminar lento.  
Y fantasmas apiñados
gotean pesada lluvia.

Botines gastados bajo la cama.
Botines cansados de años pardos.
Llorar quisiste sin lágrimas
en un lecho que maldijiste.

Alegre, audaz y enamorada,
arrojo los borceguís al fuego
y venzo al mundo implacable,
sin temor con zapatos nuevos.

Apago la luz gigante
para ver cómo el sueño
resbala por la confusa sombra,
y  en danza de ¡qué bella es la vida!

Adiós, ya bien enseñaste.
Pisaste las flores con tus botines.
Negro andar así quisiste,
como elijo mis colores.

Y de humos
yo me alejo.
Y del quebranto,
yo me duermo.
De lo mostrado,
sólo quiero,
esplendor
de años nuevos.
Y mis pies
en los zapatos.



EN EL SALÓN DE LOS ESPEJOS 
DE VERSALLES


Fue un verso, una oda… poesía en Fa
lo que salió de mi garganta.
Te envolvía cual burbuja.

Creo que tú lo sabías.

Indiferente en la distancia.
Sombra de deseo.
Amargos reflejos te cantan.
Mientras cristales te observan.

Sigue bailando entre los espejos.
Alborota tu melena en cada giro.
Así viene mil veces tu imagen,
tendida en la sala de mi memoria.

Qué hermoso saber que estabas
perdida entre los muros de Versalles
y hallarte danzar entre oro y lunas,
hasta verte fundida en una.

Transparencia de tejidos
en aéreo movimiento.
Silueta en “fouette” de delicadeza.
Espacio y agujeros en mi pecho.

Separando brazos y piernas,
piruetas y saltos en “écarté en l’air”.
Apartando, alejando cada paso
puntilla que termina en soneto y ritmo.

Escribo en los ojos
esa clave de Sol que hago mía.
Mirada de espejos asombrados
que saben de refinados bailes del pasado.

Y tú, rompes el aire,
majestuosa, divina…
con “le grand jeté développé”
para caer rendida.




***




EN LA ENCORVADA ESPALDA

Entonces con extraño arte
amasó  tierra, hierro y fuego .
Y templando la masa
dejó que cobrara forma.

 En su crecimiento
parecía no tener defecto,
gran bola que el Dios creara,
con el peso y dolor del mundo.

 La imagen era como deseara.
Artista cuya habilidad
no muere nunca.
Tal era la perfección expresada.

Colocara en la encorvada espalda
de aquel que capaz fuera ,
llevarla a la séptima esfera
dotado con la velocidad  del rayo.

 Y así viéndole caminar con aquel lastre,
predice la sombría duda, o la fe más grata.
A ti hombre doy, el poder de la Montaña,
brotes de secretos y fuerza que te acompaña.




EL SOL NACIENTE

Atrevido Sol naciente
que de las ruinas emerge. 
Con paso lento y a tientas,
resbala sobre la fría piedra 
antes que los recuerdos
tornen a los trémulos sollozos.

Ya el Sol se alza sobre motas
frescas de la mañana. ¡No veo!
Bajo los puentes pasean
ríos vencidos, de luto y sombríos.
¿Dónde está? me pregunto
y oteo en el horizonte.

Manos ausentes de blancas palomas.
¡Qué lejos están de los dolores del pueblo!
Tejados rotos. Columnas altivas.
Manos armadas de mentiras.
¿Dónde estás? ¡No importa!
A tu salud bebo un vaso de vino.

Desolada luz que muestra
el despojo del país que agoniza.
En un dentro de mí, de todos…
alzamos los ojos al cielo
y vemos el despertar gracioso
de ese amarillo tras los cerros.

¡Milagro! ¡Soy alma riente!
Entre las roncas falacias que llegan,
embisto cual toro bravo,
espada en mano y puntilla.
Última estrofa de la noche oscura
en el camino del Sol naciente.




Pintura de Thomas Cole



TRAS LOS VISILLOS

Abría los brazos como si volara.
Y todos se reían
 al descorrer los visillos.
Algo oí contar de su historia,
mientras las velas guiñaban
el retablo que brillaba poco.

Entre la levedad quedó su imagen,
impregnada de la esencia que guardaba.
Secreto que no confesaba
ni cuando se le oía llorar con rabia,
ni cuando el humo del cigarro
se perdía entre los visillos.

No dijo ni quédate, ni vete
a quien se acercó a ella.
Pareciera que le diera vergüenza
que la muerte viniera antes a recogerla.

Liberados los sueños,
soñados más tras los cristales.
Ojo que se clavaba en quien miraba,
mientras fenecía en estéril hora vacía.

No tengo que mirar al cielo.
Nubes y soles caen
tras los visillos.
Algunos supieron
y no dijeron.
Hierba que cubre
causas y consecuencias. 


LA VIOLACIÓN DE ARTEMISIA

Lanzóse fiero y bruto.
Ímpetu salvaje,
ganando a saltos locos,
la distancia entre los lienzos 
el arrojo en el lecho.
Brutales sus piernas
abrían los muslos,
dañada virtud
en el rasgar de las vestiduras.
Confusa ilusión
y una perdida admiración
a quien roba con dolor,
el espíritu del amor.
Pinceles pasan huyendo,
sueños pálidos de antojos
de un abuso sin decoro.
¿Quién sabe si ahora
no suena más la voz?
Sólo el grito del color,
hunde el filo en su garganta.
Ya pasarán los siglos
pudriéndose el lascivo
en los más profundos abismos.
El lápiz rayará su nombre
con latigazos fieros
por cada golpe con saña.
Por siempre, para siempre,
enormes masas de sombras
aturdirán en la eternidad
el diabólico impulso de su ligereza.





UN SOLO TRINO


No tengo que esperar la noche clara.
Hay un solo trino en mi alma.
Ni las montañas más altas
saben rozar el cielo.
Ni las simas más profundas
arañar el infierno.

Mis ojos navegan
en los azules que rodean.
Agua y cielo sin praderas.
Arenosas, fluidas rocas
siguen el carro de quien hizo
el gran poema.

Hay confusión en el aire.
El viento no lleva sandalias.
No me recordéis,
sentid el gorjeo de mi alma
descalza o con zapatos de oferta.

De servir al arte
es mi último antojo.
Loas sean elevadas
y jamás derribadas.
Disciplina del silencio,
cada vez que la aguja clavan.

Blanco y verde me acompañan,
mientras fuentes de sangre
caen por los pulidos suelos.
Charcos que no piso.
¿Quién sabe si la espera
de la mudanza es fortuna mía?

Me pregunto si vale la pena
parir entre dolor
versos y relatos.
A ningún sitio arriban.
Humo que hago
en temerosos momentos.

Hay un solo trino en mi alma.
Suerte tengo que no canta,
que no sabe todo,
ni de este mundo
el adiós para siempre.

Quiero morir gozosa,
mirando al mar
y de repente.





Y SIN EMBARGO…

Doseles de amores 
sobre los amantes.
Jardines en sombras,
susurros entre el follaje.

Breve la noche.
Brotó la flor roja.
Voz del alma gozosa
que suspira por deleites.

Palabras de amor son silencios.
¡Pobres, los que nunca las oyeron!
Triste final tuvieron
cubiertos de negras rosas.

¡Ay… amor, cuánto te he buscado!
Cómo guardo a escondidas
esas caricias y besos.
Ardiente la piel busca tus dedos.

Emparejados,
brillando con luz tenue,
poesía y locuras juntas.
Danzas y huellas quedan.

A veces apuntaron mis antojos
aquel cuerpo que creí divino.
Mas el cielo diome un espejismo
de dulce figura efímera.

¿Por qué un milagro
no te pone forma humana?
Sal de tierra y blanda roca.
Sin ti veo el pasar largo.

Prolongados senderos
que contemplaron los amores;
hoy mudos y desiertos
con olor a hojas embarradas.

Gran hombre o gorrión,
amado u obsesión…
Vibran en arpa de cristal,
vehemencia, delirio y pasión.

No dejes ramos de nieve
en mi blanco pecho.
Inmensa caricia helada
que no funde el ardor. 





ADIÓS

Si alguien contara mi historia,
pobres canciones hallara.
Desnudas de galas,

pequeños milagros
que presto al arte.

La voluntad se perdió en ellas
y no fui yo quien escribiera;
camino que me fue enseñado,
pensamientos y palabras recibo
oculta en el nido cual ave.

Así pasan los años
entre revueltos peñascales
y áspera breña.
Latidos que duelen,
sin yo quererlo.
Adiós, adiós…
a quien nunca me vio.

Nebulosos horizontes
tras cuyo brumoso velo,
camino flotando con miedo.
Rotos celajes del triste ocaso.

Campanas tocan
con lengua grosera.
Ellas son mi amargo duelo,
incitadoras para subir al cielo.

Veloces ofrendas ignoran.
Medrosa la noche llega.
Me voy a mi cárcava marina.
Adiós, adiós…
a quien nunca me vio.

Ahí está la de siempre.
Parca que acuna a la niña de antaño
y muestra a su imagen sin fuerza,
el cristal que pintaron
las soñadas alegrías.
Adiós, adiós…
Ya no importa decir adiós. 






EL FINAL DEL CANTOR

Árboles  que estáis mirando,
con diferente voz os condolecéis,
blandidas vuestras ramas se entrelazan
y aves trinan en las copas.

Veis mi morir cantado,
sin duelo, lágrimas o corriendo.
El cielo en mis tristezas
cargó la mano tanto,
que la pesada vida
me llevó al acantilado.

Mala hierba al trigo ahoga.
Las buenas tierras flores llenan,
verdores y alimentos varios.
Quitados son mis enojos,
abrojos y púas a puños llenos.

Y mi dolor se acrecienta
en la noche de tu partir.
Sombra he quedado
de tanta luz que te di.

Mirando las nubes escarlatas,
canto canciones que sólo la mar oye.
Y cuando vea acabar el día,
paso a paso, me acercaré a la orilla
y de un salto entregaré mi vida,
a  Aquél que la bordó con espinas.





AGUERRIDA MUERTE (Poesía oscura)

Escucha el grito del cuervo.
Hambriento ríe ante los elementos.
Roja sangre y tuétano de cordero.
Es fácil ver pasar la Parca con el filo.


Cantos de truenos y destrucción.
Clava la espada en la enfermedad
mientras el quejido del dolor,
cautiva al pobre que encadena.

Aguerrida la Muerte hunde la hoja
y deja gimiendo al insano espectro.
Huesos destrozados hacen su cama.
Es fácil regocijarse contando los muertos.

Deformado soy por su tortura.
Desechado y devorado pido,
el placer del acero hincado
que calme el sufrimiento mío.

Fantasmas rondan en las cabeceras;
éter con tinte sangrante sin fosa.
Terrores que amenazan las puertas,
gustando del último hálito y yo, esperando.




LA CATEDRAL

Allí la catedral se alza
y por sus ojivales arcos
cruzan ondas de energía
que recorren el valle,
los puentes, las casas...

Esbelta como agujas
las torres y tejados,
parecen índices apuntando
al infinito cielo.
Y pisando,
 la inmensa cúpula.

Ojos muestran sus muros
con góticas ventanas
por donde se filtran las luces
y se oyen las campanas
entre atalayas  y cruces.

Amplias naves
descansan en su interior.
Órganos dorados
donde el canto es sagrado.

En cavidades y pedestales
santas tallas de mármoles,
figuras con las manos cruzadas,
y la vista elevada
a visiones celestiales.

Y entre la semisombra,
ángeles con las alas desplegadas
acompañan con un canto silencioso
o un misterio que no llega
a la visión del orador y creyente.

Arriba de las marmóreas peanas,
otros santos de talla,
con sus estampaciones de oro
recibiendo los colores luminosos
de polícromos cristales.

Y en cerrazón y penumbra,
el Cristo agonizante.
Lívido y cerúleo el cuerpo,
dirige lacrimosos ojos
a un Dios que le está esperando.

Su madre dolorosa,
desgarrada acoge sus pies
junto a su rostro.
Clava la mirada en Él
con el más horrendo desconsuelo.

Afligida Dolorosa,
donde delata dolores y luchas.
Blancos monjes cubiertos por capuchas
acompañan el momento,
con sus espaldas pétreas
 encorvadas hacia el suelo.

Y debajo de los pies andantes,
criptas solitarias,
urnas cinerarias donde descansan en sus lechos, 
estatuas de reyes, obispos y caballeros,
acostados en un dormir eterno.

Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis.




CAMINO

Camino recto. 
Camina.
Camino recto y sin curvas.
Camina.
Camino que acaba en el vacío. 
Camina.
Camino que andamos, 
la vida. 

¿Quién devolverá el aroma a la flor
cuando muere;
a las olas, notas claras,
unas tras otras, otras tras unas.
Espumas bravas que rompen 
en las playas y en las rocas.?

No hay camino atrás.
Ni volváis la vista. 
Caminad. 
Recoged el canto del pájaro,
grabad a fuego las solfas y arpegios.
Recolectad murmullos, fábulas y zumbidos
y cincelad a plomo los pensamientos y armonías. 

Caminos que fueron rectos
y también curvados,
quebrados y saltados. 
¿Qué honda grieta 
acogerá los guardados de la memoria?
¿En qué camino del tiempo
quedó perdida mi alma?






AFRENTA A LA NATURALEZA

Bajo máquinas y sierras
¡cuán pronto en la tierra cayeron
árboles jóvenes y ancianos;
olmos del río,
bosques de encinas
y pinares!

Las que ayer fueron selvas de espesura,
envueltas en húmedas brumas
y rocíos de misterios.
Hoy son áridas lomas
de un paisaje sin forma,
tiznadas sus hondas fisuras.

Ya no cantan los pájaros
canciones al alba.
Sin fronda, paraje desnudo,
sólo el viento pasea arenillas
y alguna rama seca.

Al fondo se oye
un eco de aullido de lobos.
No se sabe si son lamentos
o la llamada entre ellos.
Animales que huyen en manada.

Sombra de mano de hombre,
segadora fría de vida;
Parca escondida en su miseria,
igual que legión aguerrida,
lanza alaridos y destrozos
al compás de los cuervos
que graznan.

¡Oh, tristeza de amantes tierras!
Desnudas de su antiguo ropaje,
le prestan con el suyo,
el adorno áspero y salvaje
de hierros, ladrillos y muros.
Afrenta a la corona
de la eterna verdura.








GOTAS ROJAS

Salvaje es el invierno
cuando borrascas y tempestades
rompen sobre el mar.
Cuando las ramas sollozan juntas,
vacías de hojas
con troncos durmientes
entre vientos y nieves.

Y en helados momentos
apareció la Parca a mi lado.

-He venido a llevarme
esas gotas rojas
que sangran en tu interior.
Así como el frío mata a las flores,
quebrado será por mí,
el dolor de tus amores .

En el vernal frío de invierno,
una espada salió de su vaina.
Y las ramas sollozaban juntas.
Luché contra la muerte,
cruel momento de desazón.
Perdida estaba,
en un sufrir de gotas rojas.
Mas no quisiera las llevara.

Vino a mí la primavera
esponjosa a la mente.
Aromas de  crecido valor.
Como animal en su camino,
 desafiante le reté:

-Aún cuando mi cuerpo yazca en su tumba,
esas gotas de sangre y dolor no serán tuyas.
Pues fruto son del amor, y éste,  
vivirá por siempre en mis cenizas.

La Parca se retiró.
Las ramas se abrazaban juntas.
Huellas dejaba en la nieve
con su arrastrada doladera.




YENDO LA BRUJA

Mirando la Luna,
apago el farol.
Hilo los deseos. 

Prefiero la luz de su cuerpo,
el rocío que su sexo estampa
en el jardín del lecho.

Gansos salvajes
huyen volando.
Los lotos pierden su olor.

Desnuda su piel quiero,
aunque el viento sople
y las campanas suenen.

Callen las flores.
Mi amor viene,
sin gasas ni tules...

Notorias sus curvas,
los senos turgentes,
las nalgas sugerentes...

sentada en la escoba
con Erinias y Furias
abrazando la noche. 




EL VAGÓN DE TERCERA 

Atento al silbido.
Vagones de carga.
Fuerza bruta y vapores.
Empujón y traqueteo. 

Maletas y bolsas que titilan.
Chispas entre ruedas y vías,
esconden los cardos resecos
de las orillas.

Ese sol que calienta,
sofocos y sudor
que recogen la realidad:
Un recuerdo, un dolor...
látigos de la noche,
por cada túnel que cruzan.

Silencio…
El hombre enjuto ronca,
la anciana dormita…
Dibujos de oscuros trazos
de la dureza de la vida.
Y el joven de la gorra
mira por el cristal de la ventanilla.

Campos áridos,
campos labrados,
horizontes corridos
bajo un inmovilizado cielo.
Cruce de estaciones.
Traqueteo…
Rostros de arena,
dolores de espalda,
incomodidad y cansancio.

Volvieron atrás los tiempos,
el obrero volvió a ser esclavo.
En sus duros asientos
se miran unos a otros;
respiran saber,
para no decir nada.


Lamentable soledad hospedada
en el mismo proletarismo
de los afiladores y chatarreros
del pasado.

Se oye un chirrido.
El tren para.
-Vagón de tercera.
Viajeros en gris, bajen...-




LAMENTOS

Por la espesura de la hierba,
rindo el espíritu doliente.
Crudo el amor vencido,
maltratado y fatigado.

Al son lloroso
los lamentos.
¿Qué hice de ti,
naturaleza mía?
Pesada, dormida…

Hoy meditas,
en distintas
direcciones.
Aguardas cual pájaro,
bajo los sauces.

Árboles que estáis mirando,
con torcidos troncos,
veláis el camino
que voy andando.
Enmarañado,
confuso y caótico
laberinto.

Yo me vi tan ajena,
en un entender no claro
que se me hizo largo
el tallado de la esperanza.

El vivir no se gana con banalidades,
ni estados mundanales,
ni con vida deleitable.
Así lloro mis errores
entre las claras fuentes
de la culpa y el perdón.

Temblando en el filo de la edad,
mis lamentos se oyen en coro.
Hasta el aire llora quejumbroso
al sonido de la flauta traversa.
Y de rodillas clamo con aflicción,
aquella vida y salud
de la que hice poca cuenta.




EL PAYADOR



A estas poéticas letras 

ataviadas con gloria eterna

y manos humanas;

giran bucles de pensamientos 

para alimentar la llama

que forja los versos. 



Oscilan apasionados rayos 

que bailan con su sombra.

Sobre hierbas,

las flores despiertan sonidos.

Dulce melodía de rocío de plata

que canta los ardores del poeta.



Es belleza esa brillante forma

de gentileza y fuerza, 

con líquido de amor.

Guarnecido entre sus alas,

gracia y sexo

le acompañan.



Rosal de horizontes. 

Semblante seductor, 

de calores teñido 

fruto de la tradición,

sentado en los caminos 

el canto del Payador.






RECUERDOS

Es el sonido del cascabel.
Es el arpegio del piano.
Es el libro de notas sombrías
que cae junto al jabalí 

perdido en el blanco llano.

Más allá de la vida y del mundo,
de los espacios infinitos y helados,
siempre los ecos mordientes
junto a la sombra que llora.

Y Dinamarca, como lira albar
navega en los tiempos,
con su destino de trino níveo.

¡Oh, desdichada de mí!
Soy espina con dolorosa cicatriz.

Epiléptico esqueleto en el vértice áspero.








SANTA ÁGUEDA

Eleváis salmos 
a quien os cura de vuestras heridas. 
Pupilas que rechazan
impúdicas escenas,

que sus ojos apartan.

Aquí veo en bandeja,
sagrados pechos amputados.
Sombras de alas divinas.
Escondido dolor
que le turba y a la fe ofrece.

Un ruego a lo elevado.
Amor inmenso
a su Dios venerado.
Energía viviente
que su vida ofrece,
entre fuego y brasas.

Dulce mujer y santa,
con gozo amoroso y rezo,
virtud que entrega,
su alma. 







EL BAÑO DE LAS DONCELLAS

Desnudo está el árbol
junto al rumor del manantial.
De verde se viste, 

cubre las bellas formas.

Doncellas cual flores nacientes,
desnudas besan las aguas.
Todo es primavera,
me daré al amor
el día entero.

Reclinado en sus muslos,
jardín de estambres perfumados.
Pabellón vibrante,
soñado, escondido...
Dulces criaturas
con íntimos susurros.

Años en burdeles
hilando amores falsos.
A mis pies,
hoy inquieto,
vuelve a brillar
el alicaído narciso.

Cuerpos que anidan
fantasías de ojos fijos.
Dedos finos juegan,
rocío de sus pieles..
Afable baño matinal.
¡Oh! Dame tus manos…


****






POEMA FLAMENCO
CON LUNA INCRUSTADA


Pescaito con espinas
que en tus aguas navegó.
Hoy fuera sin escamas,
de las penas me encargo yo.

Al Cristo del Gran Poder
junto al romero recé.
Matas granainas me decían,
cruza el puente del adiós.

No te rebeles gitana,
que soy tronco de Luna clara.
Ya no hay yunques ni martillos,
ni en Granada ni en Sevilla.

Me dices, ¡vete!
Puñal que me clavas.
Has querido que me vaya,
pues me voy , cante y guitarra.

¡Qué locura hiciera!
¡Luna oscura! ¡Luna clara!
Pescaito con espinas
que las aguas bamboleas.





DOCILIDAD

¡Entended!
La equidistancia del amor y del dolor.
¡Cómo me gustaría amar!
Al cielo ruego me enseñe el camino.

Gigantes se cruzan.
Agacho la cabeza..

Aquel hombre
que hurgó insensato
en mi cuerpo y mente,
quisiera hundirlo en río bravo
y chocar contra las piedras,
voltear en los remolinos.

Así lejos marchara,
se hundiera en turbias mareas,
y desapareciera.
Luego, con el puño bien alto,
capaz fuera
de sacarlo de mi mundo.

¡Entendedme!
¡No tengo garganta!
¡No tengo voz!
¡No sé lanzar un grito!




¡NO! A LA GUERRA

Cayó plomo sobre el techo.
Dormía toda la casa,
dormían las amigas,
dormía la ciudad.
Y un dúo de amor se rompía…

Ola gruesa, mal nutrida.
Palomas de inocencia.
Vestiduras blancas.

¿Quiénes son?

Nieve cae sobre sus mantos.
La estola de cenizas.

Entona un lamento por ellos.
Super nivem !!

Llorando día y noche,
regaron mil veces las lágrimas,
los cuerpos de sus hijos.

Lirios y amapolas en sus brazos
cubiertos de fría escarcha.
Olor a gemidos de almas.

¿No oyes?
¿Qué oigo?
Ya vuelven los bombardeos. 

¿Rezo por los gobernantes?





FLORES PARA LOS ANIMALES

Tulipanes rojos
para la tumba del minino.
Ortigas blancas,
para una justicia sin alma
escondida en su autoridad.
Amodorrada y sin rostro.
Sabe y no sabe.
Pasea por su arteria
congelados gemidos
que pasan sin destino.
Seres vivos, ¡vivos...! ¡irracionales!
¿Sabrá de los disfraces
que no logramos quitar?
Frente a frente.
Ocurra o no ocurra.
Ramilletes de suspiros
que callados mueren
sin protestar.
Solitarias flores
adornan sepulturas
de almas errantes,
también de las bestias.
En un fin del mundo
que amenaza tormenta,
así mueren valientes
animalillos y perros.
Impotentes, sumisos,
lamiendo las manos
del hombre.





FIGURAS DEL PAISAJE

Llenas las manos de conchas.
Tarde estival.
Rayos de sol caen oblicuos
quemando pieles en la arena.

Figuras del paisaje,
tumbadas en el suelo
y a lo lejos de la playa
un hombre a cuatro patas.

Caminan señoras y señores
descalzos por la orilla.
Las olas acarician sus piernas,
los niños entorpecen los pasos.
Pequeñas figuritas.

Quizá no tenga ningún sentido.
Figuras todas en un espacio.
Subacuáticas figuras.
Acústicas del aire.
Miro sin ver…
No hay conchas en las manos.
Sólo veo figuras que van y vienen.
Pasan de largo sin reparos.

Quizá el vivir sea eso
y la respuesta esté en las figuras.
Cuestionar hago la existencia
como extraña figura abstracta.
¿Sin razón ni sentimiento?
Pienso.

Figuras y más figuras.
Toda rodeada de figuras.
Torbellinos de círculos rodantes.
Seres con piernas,
maduros y jóvenes,
animales y árboles,
ladrillos y metales…
¡Y más figuras!

Movimientos alternados,
sin saber lo que se vale.
Travesía larga y ciega.
Hoy aquí.
Mañana nada.
Otras figuras.

¿Y yo que soy?
¿También una figura?
o tal vez, no exista.
Mas letras hallo…
¿Será, pues, que ruedo?
¡Curioso!



SUMISIÓN

Ayer mientras tu voz escuchaba,
órdenes me fueron dadas.
Entre temblorosas piernas,
abierta flor que del eje caía.

Mala hora o buena,
eres lo que eres
y pasas por lo que pasas.

¿Será flor de piedra
la que por los muslos resbala?
O será rosa sin pétalos
que a su amo
pasión entrega.

Buscar cordura
en brazos oscuros,
experiencia que no traemos
y a deseos nos entregamos
cual gotas de agua pura
aunque la veamos turbia. 



PENA

Si tu pena es tan grande,
si tu dolor ahoga el pecho,
si el corazón no te responde…
Derrama tus lágrimas en un cuenco.
Refleja en él tu mirada
y ponlo a calentar al fuego.
Verás como una nube se alza.
Vapor de agua que se disipa.
Sólo granos de sal quedan
en el fondo de la vasija.
Sazona con ellos tu vida,
al igual que el condimento
a la comida.
Todo es aprovechable,
hasta tu propia pena.





LAS CORNEJAS

Con la boca desdentada,
chupaba un tarugo de pan.
Un bote de miel en los escalones
y ramilletes de hierbas y flores,
colgando del portalón.

Y una corneja miraba,
miraba la corneja
como si leyera el alma.
En el patio bandadas
y todas graznaban.

Los árboles silbaban al viento.
Detrás del banco
la vieja movió la cabeza.
El Sol brillaba en lo alto
pero el frío calaba sus huesos.

Dentro de la casa,
un almohadón se curvaba,
abandonando la flaca espalda
con la cabeza ladeada.

Y las cornejas no gritaban.
Sabían del olor a muerto;
sabían de recuerdos blancos,
entre las canas de la anciana.

Felices gozaron  dichas de fuego.
La adversidad enfrentaron juntos.
Pisando caminos de espinas
vivieron su madrigal.

Y ahora el silencio rompía
un quejido de tristeza.
Cogiendo la cachaba,
quería azotar al viento.

Momento de entereza,
para dejar caer el cuerpo
cual sombra funesta,
sobre el marpelan de los escalones.

Y aquel trozo de pan que chupaba,
cayó rodando en el suelo.
Boca reseca, gemidos que arranca
cual graznidos de ave vieja.
Las cornejas la y lo miraban.

¡Silencio aves, que no existís!
A veces se puede, a veces no.
La desesperación sólo trae flores podridas,
el llanto no riega a la flor.
Y las cornejas se fueron.




ESTÁ USTED SEGURA

¿Está usted segura?
Escupió tres veces por encima del hombro.
Un gato negro se asomó al ventanuco.
Encendió un cigarro.
Los pájaros le asustaban.
Se rascó las palmas de las manos.

¿Está usted segura?
Los dientes le castañeaban.
Tiritaba de frío.
La lengua se le agrietaba
por las sequedad de la garganta.

Una mujer se quitaba los chanclos.
Aparecía con zapatos de punta.
Sacudía la cabeza de rizos
y sus pendientes destellaban
como espada desenvainada
en la penumbra del pasillo.

¿Está usted segura?
Y el recinto olía a armas.
Pólvora que se pegaba
a su piel y a los muros.

La lana de una chaqueta
le rozó la oreja.
En su frente huellas húmedas,
deslizante quejido de angustia.

Enterró la pluma dura,
antes de que le ataran los puños
y su cuerpo desnudaran
con el dolor de servir
a cosas ocultas.





TENGO SUEÑO

Tengo sueño.
Enciende la luz
junto a la cabecera.
Sigilosa,
la oscuridad asusta.
Murmullos de estrellas.
Pegajosas luciérnagas
del todo extrañas,
dan grandes bostezos.
Tira de ese hilo de plata.
Cometa que veo.
Constelación que atrapa.
Acércala un poquito.
Es polvo de cielo.
Acuna.
Gracias.



TALENTOS Y VIRTUDES

Un virtuosismo gaseoso,
tiempo de delicioso descanso.
Amado placer del alma
no se ha de encontrar

errando por los infiernos.

Yerro que abrasa el fuego
y no a las concordias del talento.
Sólo tú fortaleces el pecho débil.
Sonidos y obras
que acunan y mecen el arte.

Puros dones de virtudes.
Abierto el corazón como morada.
Expectativo el espíritu,
se recrea.



(Pintura de J.Mena)



A UNA GOTA

Suave, suave…
Acuática del verso
que el cielo y la tierra
nivela con la espada.
¡Oh! ¡Qué más puedo decir!
Gota ataviada de espejos,
con entrañas de alma.
Soy y no soy.
Encuentro lo que encuentro.
Membrana en soledad
que refleja  mi imagen.




DESPOJOS

Me parezco a vosotros,
mares turbulentos.
Acarreando arenas,
tablones renegridos, 
colgajos de algas…
Y sin saber por qué,
oigo y entiendo.

Rota en la roca
por las altas olas,
muero por besos
que no han nacido.

Jirones de espumas
inútiles se abren.
Despojos estrujados
a la luz de los astros.

Soy tuya y no lo soy.
Nudo engañado
de sueños adornado.
Libertad de altura.

Granos de arena me dan,
hojas muertas arrojo.








EN EL SACROMONTE

Sudando néctar de olores,
entre cascajos del cerro,
grises como tu pelo,
la tarde se cierra de oro
y tu falda desplegada al viento.

Ojitos como luceros muertos,
quiero ver como brillan de nuevo.
Caminas sola y limpia, gitana,
sin tropezar con el suelo.

Y a la suave luz del Sacromonte,
frente a la Alhambra de Granada,
ecos de cante dirigen
espejismos a tus ojos.

Ramas que sirven de balcones,
en ellas tejo mis amores.
Sueño con el aire de tus pestañas,
persianas de tu mirada.

Busco el embrujo gitano.
Esa guitarra flamenca
canta lo que tu vista niega.
Luz que en tus ojos deja.

Desde lo alto del Sacromonte,
observo volar tu alma.
Águila de las alturas.
Inspiraciones de ecos de poetas
como Lorca.

¡Qué escena tan hermosa!
Quisiera volverme olivo
y tú apoyada en mi tronco
sentir escalofríos en el cuerpo.

La sangre arder en mil pasiones
en la encalada y blanca cueva
donde el deseo de amor
se envuelve en fino beso.

¡Es tan provocador cómo te ondula
el sendero con sus curvas!
¡Tan discreta en la oscuridad
hasta la blanca abadía!

Intenso, muy intenso momento
donde te fundes con la tierra
y te ocultas bajo el seno
de la montaña.

Y desde la Alhambra
hasta donde me hallo,
vientos susurran tu nombre,
gitana del Sacromonte.









PROMETEO



Roca, buitre y cadena

Sofocante agonía y aflicción.

Todo el dolor del orgullo

que habla en la soledad.

Oyente que no suspirará.



Voz que busca el grito

con resonancias encontradas

en el quejumbroso eco.

Silencio que espera llegar.



La fecha se dispara.

El ave huye y el castigo cesa.

El hígado se renueva.

Venganza inmortal de Zeus

ante el malicioso engaño.



Hijo de Japeto,

Titan amigo de los mortales.

Tu delito fue la bondad;

fortalecer a los humanos,

con tu impenetrable espíritu.



Prometeo desterrado.

¿Y si fuera quien llevara el fuego?

Energía creativa 

que aunque salió de manos mortales,

no fue fruto de sus neuronas.



Robado calor divino. 

Destino y fortaleza regalados.

Y el tiempo en tinte de años,

alienta su desespero.

Vitalidad que crece 

con el recuerdo.

Llevar la luz a los humanos.



Olvido que quedó perdido,

entre dones extraviado.

¡Adiós! Sólo le queda el dolor.

Descanso de la moral de sus esfuerzos.

Roca que fuera dueña de la eternidad.

Amarrado.



¡Si pudiera curarse de este daño!



Un bucle al polvo

ni tocar pudiera.

Encadenado a la dureza,

terribles dolores pasa.

Hércules le mira y tensa el arco. 

Quirón herido, 

se somete a morir en el sitio.



Prometeo liberado y desterrado. 

Zeus se jacta de su cautivo.

Anillo de hierro su pie atrapa.

Caucásica piedra hiriente.

Esclavo de la montaña.



Poderosa lección heredamos 

La generosidad del Titán fue divina,

mas no dejó de ser delito.

Fuego imperfecto recibido,

por un Dios del Olimpo.

Tortura para los humanos.
Legado de sabiduría paciente.
Destino trágico que compartimos.
Destino de caminos victoriosos
con el sello del dolor de Prometeo. 





QUO VADIS?
(a mi hijo Ángel)

Hoy soy flor
que vence las espinas.
Con las manos enlazadas
 contemplo la vida.

Callado observar
desde lo alto.
Corazón entre aguas.
Serenidad que la vida da
para aceptar las cosas
que no puedes cambiar.

Quo vadis, hijo?
Tan lejos te vas.
Arenas que esconden
esos preciados secretos.
Retos para tu sabiduría.
Retos para tu juventud.

Mira cómo las rótulas
acarician la tierra
que tus manos quieren escarbar.
Temor tengo.
 Amargor del alma,
cuando ves a un hijo marchar.

Quo vadis, hijo?
¿Ya sabes cuál es tu lugar?
Mientras lo buscas,
mis rodillas en el suelo,
la oración al cielo
para que encuentres
tu felicidad.







EL ALIENTO DEL PENSAMIENTO

Si no hay un dedo de frente
no se sabe lo que es la vida,
que no es un charco
donde meter el pie

y asustarse de la salpicadura.

Grandes mares nos rodean,
olas gigantes que nos muestran
la maravilla de su grandeza,
más benévola y dulce
que el oblicuo pensamiento.

Y aquel pequeño dedo de frente
que se asusta de la belleza
que el cuerpo muestra,
le es más necesario curar su alma
que andar con punzadas en la cabeza.

Nunca fuera mal acogido
por los dioses de las artes,
sincronizar la desnudez
de cuerpo y alma
y menos, la pureza del poeta.

Palabras en letras de oro,
hay que saber interpretar,
que no son cazos sin mango
que hay mucho más allá.
¿Con qué ojo las leéis?

Recordar que lo externo pasa,
mientras que el interior
perdura en la eternidad.
Mirad con el sentido de vuestra frente,
no con córneas de animal.

¿Por qué cuestionar lo que la vida regaló?
¿A caso es error hablar
de goces, placeres y amor,
decir cosas soeces
al igual que estupideces?

Líricos modos
que forman parte
del rico verbo.

Poeta soy que canto.
Aliento doy con mi voz.
Y en el final de la estrofa,
a todos pregunto:
El hálito que os muestro,
es mío o pertenece al Creador?






DONDE VUELAN LAS MARIPOSAS

¡Oh! ¡Craso error!
No era a vosotros a quien hablaba.
Eran mis blandos recuerdos.
Eran mis pensamientos.
Hermosas razones traídas
para esclarecer las luz en los abismos.

Me mostraron sólo un rayo de belleza.
No pude dejar de amarlo.
Embriagada le estoy viendo
evaporarse entre colinas malvas.
¡Rasgad, Señor, los velos!

Dime, cómo te llamas
que quiero besar tu nombre.
Ya que el cielo te creara,
arder contigo eternamente.
Un rayo, sólo un rayo me ha revelado
la pureza del sentimiento.


Parece que una voz descendiera
y desde el limpio cielo dijera:


---¡Insensata!
¿Quién más pudiera ver su hermosura
que la divinidad que le creara?
¿No he de amarlo?----

---Mas qué terrible destino el suyo,
estar condenado a círculos
entre rocas negras.
¡Ah, Señor, cesad de crear
lo que habéis de condenar eternamente!---

Atada a su piel me doblaba.
Oía el eco de los secretos.
Mariposa ebria que la oscuridad temía
y rozaba con las quejas.

---“Es cierto que puedo no crearle
y que a la vez puedo salvarle
sin merma de su libertad.
Y, sin embargo, es cierto,
que le he creado a sabiendas
de la desgracia que le espera.

Este misterio para tu pueril entendimiento,
es tan impenetrable como el conocimiento
de la pureza de mi existencia.
Pero todo incluye el mismo Credo.
Fíate de la ciencia y sabiduría
del Creador del Universo.

Cuando Yo te abra los ojos a la luz eterna,
entonces alabarás, en éxtasis de amor,
la providencia que ahora te atormenta. ----

Acabando de pronunciar estas palabras,
llamó Dios al hombre: Rayo de luz perdido.
Forma que creí divina.
Los oídos me cerraron a su voz.

Amor en mi corazón clavado
asomaba dulce y tímido,
con el suave aleteo del alma.

Yo estaba allí,
de vuelta al estulto mundo.
Él me miró con fascinadores ojos.
Comprendió mi sentir.
Pero ocultando la sien entre las manos,
rompí a llorar en silencio.

Se acercó, con silentes pasos,
me preguntó: -¿Por qué lloras?-
Y yo, exclamé:

---¡Oh, luz inmensa!,
¡Perdóname, Señor!
¡Vacilé, con vértigo,
al borde de tu abismo
donde vuelan
las tranquilas mariposas!---




EXHUMACIÓN

-Mi sentido pésame.
Ahí enterraron sus restos.
Procedan, pues, abrir la caja
y exhumar sus despojos.

-¿Por qué profanáis mi sueño
y me devolvéis al insípido mundo?
No me interesa
que hurguéis en mis huesos.
Ya tuvisteis suficientes condolencias.

De luto estoy yo por esta burla
en la que me veo envuelto.
Mis infiernos eran gloriosos,
más que el aire que me rompe.

Así la última chispa queda,
del final de mi existencia.
Tumba helada que dejáis.
Robáis el lecho de mi descanso.

Como frágil hoja me lleva el viento.
¡No encontrareis mi esencia!
Mi paz está en las penumbras.
¡Ignorantes mortales! 




GENTE PENSANTE

Con su creencia del eterno retorno,
observando el más abismático de sus credos;
con su asolador pensamiento,
se dio cuenta de que se le iba la olla.

Pretendía que se aceptasen
las profundas cavilaciones,
que tenían mucho de Heráclito,
mucho de los Vedas.

Pero con más confusión aún,
sin razonamiento.
Como si fuera un nuevo Líder
que venía a sustituir al acribillado.

¿Qué le salvaba?
Su osadía.
Su estremecedora inteligencia.
Su ferocidad.
Su resistencia
y sobretodo...
el haber inventado un nuevo uso
para la neurona blanda.




ESPEJO DE AGUA

Así miro el espejo
de la cómoda del cuarto,
donde todas las noches 
se hace arroyo de agua.



Huye por las rendijas

y el marco se queda solo.

Con una profunda orbe 

en el bruñido centro.



Acuosidades negras reflectantes,

lunas ahogadas en ellas,

donde se ven cisnes blancos

hundiendo la cabeza.



Es un estanque con olas y barcos;

bogo en el semidormir nocturno,

en el que mi corazón es una ola

y mis dedos remos blandos.



Navego por el fluido espejo.

Y de tantos mundos que veo,

hago collares negros.

Me arrebujo en la cama

y me tapo con la manta.








FRAGOR DE LETRAS

Hoy basura,
de excesiva elegancia.
Fragor de letras
 cuelgan del cerezo.
Domitias tocan las caracolas
que la mar arroja.
Viajeras sobre lunas,
risas suenan descaradas
enredadas en remates
de la destreza del poeta.





HIPATIA

"À la beauté de l’âme une splendeur visible.
Tels sont mes dieux!"


Sé que ya no existes
y sin embargo te oigo cada noche.
Y al mirar el mar,
me viene su asombro
Allá a lo lejos sé que está
el faro de Alejandría.


Luz que se perdió en el tiempo
cuando te estrujaron,
rompieron los vestidos,
desollaron con afiladas conchas marinas
y tus restos descuartizados, 
quemaron junto a tus libros.


Mujer hermosa,
filósofa y matemática.
Admirada por los paganos,
despreciada por los cristianos.


¡Qué mente retorcida
llena de envidia y rencor,
cometió tan grave error
de privarnos de tu sabiduría!


Triste pensar en esa iglesia
donde morir ante un Cristo,
cuan mártir en su templo.


En mi mente te contemplo,
creo oír tus palabras
esas que el pueblo escuchaba
en silencio,
subyugados, asombrados...
tanto seguidores como adversarios.
Y hablabas de un Dios presente.


Reverencia hago, mientras contemplo
ese hogar celestial de virgen.
Mirada que dirigiste al cielo.


¡Ah, mi venerada Hipatia!
Encarnas la belleza del razonar.
Naturaleza de un PI 
que te acerca al Creador.
Luz inmaculada del saber prudente.


Es en ese universo estrellado
que carece de moradas,
donde te veo como nueva diosa.
Con las fuerzas celestiales
y las virtudes interiores.


Único espacio para la igualdad
que hubieras deseado en esta tierra.
Con tu sabiduría dejas el mejor legado:
El derecho a pensar.
Incluso el error en tan hecho,
es mejor que no pensar.


Inútil es la labor del que se fatiga
intentando cuadrar un círculo.
Conocimientos perdidos
en una muerte con rostro del futuro.
Ojos que perciben hacia dónde se dirige el mundo.


Final de la Razón helénica
de un sueño que termina
sobre el suelo de Cristo.


Y cada noche te sigo oyendo.
Y el mar me trae tus lágrimas.
Ideal accesible a los sabios.
“…y a la belleza del alma esplendor visible.

¡Tales son mis dioses!”
Susurro de tus voces.

Sólo a ti, mujer vanguardista,
no puedo decir adiós.
No te veo,
ni mortal es tu cuerpo.
Eterna eres, por eso te digo:
¡Hasta siempre!






A LA CONDESA DE VILCHES


De qué árbol en flor cayó.

De dónde vino su aroma;

esos ojos que reían, 

en un rostro de ovalado blanco.



Hermoso cuerpo

de sutil abandonado,

dejó caer con grácil estampa

sobre el sillón del corredor.



Azul, azul… era su vestido.

Puntillas se perdían 

en un claroscuro de luces transitadas

que se filtraban por las ventanas.



Seca la fuente está de mi alegría,

que al verla así sentada, 

gustaba de tocar el piano 

mientras las plumas de su abanico

expandían las fragancias.



Bendíceme suspiro y ansia.

Tener la hermosura 

cual flores a la vista

y no poder amarla, 

es fuego en candela rota.



Penar que ante mi tengo 

disfrazado de amor.

Ni empiezo ni acabo.

Locura y dolor.



Táctiles telas

juegan descaradas 

y en sus carnosos labios

sonrisa que arrastra.



La mujer más hermosa,

sensual y libídine,

con dueño y señor:

la Condesa de Vilches.













REFLEXIONES: PARALELAS Y ABSURDOS

Así me señaló el horizonte,
como si de sus manos surgieran
dos líneas paralelas
convergiendo en un lejano punto.

Y así, entre razones y números,
me hizo ver un infinito,
en donde se cruzaban las dos líneas.
Mas, ¿no es absurdo pensar,
la existencia de ese punto
en tan hipotético espacio?

Diría, lo absurdo es cuestionar 
ese propio absurdo 
con fórmulas y ecuaciones,
axiomas y derivados.

¿Podrá el matemático
prescindir de la recompensa
que le tributa
el número que cobraba forma
en un algo que no existe?

Entró en el mudo de la incoherencia,
con flamante raciocinio 
y defendiendo su ecuación 
de lo absurdo.

Conocer lo incognoscible 
tan incoherente e irrazonable 
que la poderosa razón destruye
en busca de fantasmas racionales.

Me inclino ante un Camus
que trata de llevarnos más allá.
Me inclino,
ante las plataformas de la inteligencia.

Mas no hallé el conocimiento supremo
de ese absurdo e hipotético punto.
Habré de recorrer un nuevo camino.
Mirar al revés.

Ver como las líneas suben y bajan,
a veces se curvan o hacen quebradas.
Pero estas paralelas….
¡mire por donde mire,
nunca se encuentran…!
¡Cómo se burlan! 





ABATIDA CRISIS

¡Mirad, otro carro
que cae al abismo!
Mis corceles se nutren de huracanes,
saltan veloces las grietas
y escapan de los tifones.

Ahí quietas,
personas en la sombra,
en los perfiles de las rocas,
ven vomitar fuego
de las entrañas de la tierra.

Y al magma caen despavoridas
aquellas que las voces no oyen.
Gigantes escarlatas las zambullen
por falta de fe en lo divino.

Y quietas.
Amedrentadas.
Temblando de miedo.
Como piedras enquistadas,
nadie hace nada.

Cansados cisnes adormecidos,
con sus plegadas alas,
siempre hay quien los escucha
y se deslizan por transparentes puentes
que les lleva a la otra orilla.

Parece que flotaran para siempre,
que les alzaran y descendieran
a otros llanos más frescos,
donde brilla el sol, el agua es pura
y seres luminosos les reciben.

Nadie forjó en las que atrás quedaron,
unos pensamientos tan concretos
como saber salir de los pesares,
oír las voces de los ancestros
y caminar por el fuego sin quemarse.

Puente que no se abre
cuando centramos el cerebro
en solo ver,
lo que nos muestran tan negro.





ACUNANDO SUEÑOS

El lago de Como sonaba al piano.
Arpegios tan dulces
como cristalinas aguas.
Era Galos quien la melodía tocaba,
mientras suspiros salían
de un vuelo que se cruzaba.

No había galán en la barca,
sólo manojos de sueños
en un acunado horizonte
que se perdía
entre brumas escondido.

Si palomas el mar cruzaran,
y fueran al norte de Italia,
vieran sólo una canoa dormida
en las eternas aguas del Lago.

El misterio escondiera,
a la Domitia del olvido.
Caminante desnuda,
dispuesta sobre otro mar,
con pluma breve y ligera.

¡Cómo te entiendo, amor!
¡Fantasma de mis anhelos!
Date a volar, que yo te espero.
Lloré mi vida, mi alma callada.

Olas saltan en risas de espumas.
Galos callando… Chopin tocando.
¿Y Mozart?, dormita recostado,
aprisionado en su Flauta mágica.
Y yo, presto oído al viento
esperando susurros de versos.

Amor que para mí fue clavado
en un pentagrama de corcheas y blancas,
de fusas y semifusas…;
descarriadas, mudas...
vestidas de letras,
mas no de besos y caricias.

Quiso el destino,
fuera edelweiss en la roca.
Solitaria y blanca flor
en lo más alto de la montaña.
Allí descansar primorosa,
en un silencioso madrigal
donde las cabras velan.

¡Oh, simpatía de la vida!
Por el encanto de un sonido,
de un verso que cayó en mis manos,
soy , sin ser y siendo… ¡poseída!



EL CUERPO

Este cuerpo propuesto
es del todo incómodo.
Se estropea horrorosamente.
Expuesto a los vientos del tiempo.
Vive en su vida
con cierta impotencia.
Se pierde bajo soles
y cálculos de probabilidades.
¡Mas qué importa
si sólo se aprecia en la penumbra!
Pudo no haberme sido dado.
Pude sorprenderme de ser diferente.
Pero aquí estoy,
enfundada en él.
Y para colmo,
¡con la obligación de morir!






DESDE LO PROFUNDO DEL POZO
(A la violencia de género)


¡Oh! Queridos míos,
Yo, madre de las madres.
Mujer creada,
vengo desde un pasado olvidado.
Con las manos atadas.
Con la boca sellada.
Mutilada por el tiempo.
Arrastrando cadenas
de vuestros ancestros.

Vengo desde el miedo
del principio de las Eras.
Desde el núcleo de mareas
y torturas.
Bosque espeso de espirales,
atrapado hasta el alma.
Con la inmortal serpiente
en el cuello enroscada.

¡Oh! Queridos míos
Esclava por milenios,
encadenada de mil maneras.
Cosidos los labios.
El grito callado.
Hetaira abusada.
Cautiva, prisionera.
Sierva sometida,
dominada, oprimida,
entregada y vendida.

Madre entera,
vengo de ser apedreada,
insultada, golpeada y matada.
Turbas de engañosos.
Farsantes comediantes.
Teatro de mentiras
que claman a Dios por mi vida.

¡Oh! Queridos míos.
Cansada camino
por los senderos de los siglos.
Humillación que arrastro con grilletes,
convertida en animal de carga;
con el deber de procrear
hasta que el cuerpo ceda.
Violada sin descanso.
Lisiada por el mundo.

Aboné desde la infancia,
la vida con mis lágrimas.
Forzada a penosas labores
de hombres castigadores.
De historias lejanas y cercanas,
imperceptible el camino
sin el derecho de ser
y el respeto a la diversidad.

¡Oh! Queridos míos.
Todos los hombres
pasaron por mi cuerpo.
Flagelada y desnuda,
siempre una decisión obligada:
Ser sumisa prostituta
o ser mártir de altares.

Os hablo, con esa voz ronca
que viene a través de los ciclos.
Intervalos sin descanso,
lágrimas de amor, dolor y acero.
Con el quejido del animal herido.
Desde lo profundo del pozo,
¿Hay alguien que oiga mi eco
en el espacio?







PIEL DE CEMENTO
Sin árboles ni caminos trazados,
sin luz y sin agua.
No frenaron sus proyectos.
Rocosos acantilados
donde el mar traía
la madera que necesitaba
para construir la jaula.
Dormida en profundo sueño,
fue cubriéndola de cemento.
Así convirtiera en puntal secreto,
sujetando el bloque
con las recias manos.
Quedó como roca quieta.
Encerrada en la prisión perpetúa.
Y al despertar sólo vio el mar de frente,
y soplos etéreos…
sobrehumanos.
Sintió como la masa pesada
recubría el cerramiento.
Y la oscuridad se adueño de ella
en la mayor impotencia.
Y aquello que pasara fuera,
seguía creciendo
al ritmo de los movimientos
de las diferentes capas de nivel
de la montaña.
Integrola en el paisaje,
sin afectar su naturaleza.
Con su cuchara de albañil,
mantuvo guerra abierta
contra la línea y ángulos rectos.
Sabiendo que ella entraba
en el sueño de los muertos.
Más no pensaba en ello.
Trataba de dar alma
a una arquitectura suave,
con concepto de horno de pan.
Libertad de hornero,
horneando un pueblo
sobre el cuerpo enterrado
en piel de cemento.


SIERVA DE LAS FRONDAS

Sierva de las frondas,
de las hojas, de las ramas;
de los troncos viejos y tallos nuevos.
Dije adiós con el viento,
desde un lejano comienzo
hasta este mismo instante.
Y en carretera de asfalto,
con los pies desnudos,
pétalos de flores voy dejando
a cada paso que voy dando.
Con la razón de una chiquilla de escuela,
con garabato torcido de letra,
humo que veo flotar en el camino,
trozo de noche que desde la pluma
me desvela.
¿Cómo pude esperar tanto
 creyendo en las manchas de tinta,
 hilos que conducen a ecos sordos,
cuando tan claras las invisibles palabras,
gritaban a voces?
Aquí estoy entre las hierbas de bambú en la llanura,
admirando las obras maestras de esta vida
con mis nuevos ojos.




LÁGRIMAS 

Afloraron en la estancia
lanzas de hielo estáticas
que surgían de la nada.
Todo parecía suspendido
en un tiempo congelado.

Y sucedieron tantas cosas…
Vi lágrimas silenciosas
que temblaban en la punta
de las pestañas
hasta convertirse en escarcha.

Gente sin voz.
Rostros sonrientes,
transformados en muecas.
como si quisieran disculparse
de estar ahí en ese instante.

Y yo también estaba,
sintiendo un nudo en la garganta.
Busqué una mirada
que aclarara lo que pasaba.
Más sólo vi ojos clavados.
Mudos,
intentando no se qué.

Quería pedir socorro.
Entender lo que sucedía.
Rechazar esa depositada confianza.
Terminar con el silencio.

Y sentí que yo también lloraba,
que corrían gotas heladas
por las arrugas de la cara.
Y me hacían daño.
Se contraía la piel
en un duro acartonado.

Como si fuesen notas de una sinfonía.
Como si las lágrimas de todos
se tocasen en la distancia.
Huí de aquel dolor.

Y durante largos segundos
ya no había sala,
ni gente, ni nada.
Había partido hacia el lugar
del vapor lacrimal.

Glóbulo gigantesco de exultante vivir.
Reino de silentes emociones.
Las palabras eran lágrimas escritas.
La lágrimas eran frases por nacer.
Sin ellas, la alegría no tenía brillo,
ni la tristeza final.

Allí estaba desnuda y sin más velos
que el abrazo a este preciado mundo.
Vaso de Dioses,
lleno del néctar de aguas saladas
y cada gota que derramaban,
eran señales para la humanidad entera.

Infinitas partículas fluidas,
 eran cosas que veía
 desde todos los puntos
de la gran orbe.

Nunca viera el planeta tan grisáceo.
Con tantas divisiones, depresiones y pobrezas
Y ante mañas de materialidades,
pensando yo en beber de aquella fuente.

Volví en mí.
Estoy aquí, ahora,
en este instante,
junto a todo un pueblo deprimido
en gran sala sin paredes,
viendo como se afilan
los chuzos de hielo
que nos mandan los Gobiernos.
Y las lágrimas,
siguen corriendo.
Y yo, sólo puedo decirles:
Tened Fe.



ESCAPADA

Resucito de mi letargo.
Atisbo este presente cruzado
y asciendo a otros jardines
donde choco con nubarrones grises.

Yo sueño con un vaso humilde
de simple arcilla
que guarde todas las gotas de agua
apaciguadas.

Alzo mis brazos al cielo
para abrazar al viento
tocándolo con los dedos
y en cierto lugar me detengo.

Por un instante,
me alejo como el aire.
Agito mis andrajos,
y siento calor…, y siento frío.

Pareciera que surgiera
de la mancha de una orbe nueva.
Alado de plumas moteadas
que observa desde lo alto.

Dimensión desconocida
de hierbas tumbadas,
de sollozantes crepúsculos,
curvados caminos,
ejércitos de pájaros.

Pregúntame a donde alzo el vuelo.
Si huyo de ti o te busco.
Si exhalo suspiros rotos
o soy Luna muda.



CANTOS A POETAS

 I
En mi posada,
duermen los versos rotos.
Agua de musgo resbala por sus cantos.
Espigas de tinta en la playa.
¿Por qué se romperían,
se romperían?
Amor y sarcasmo,
carcajada que se dirige
hacia la cosedad cómica 
de la vida.

Ven gorrión.
Juega conmigo. 
  
II
La carroza pasa
Y el poeta ve una horda
que del mar sale
y como vendaval no vuelve.

Cautivas las letras,
al pensamiento cedo.
Sauce, cerezo;
cerezo, sauce.
Campanas que suenan,
sueño del anciano sabio.

Donde no hay nubes,
las siglas vuelan.
Y en la olvidada hoja,
se miran las flores
de los bellos cantores.

III
Es como ves,
a la luna cubierta
en la bañera.
Vamos a otra.
Quizá sea un disparate.
Te doy las gracias,
con tratamiento de payador,
gran luciérnaga que pasea
entre mis hojas.

 IV
Se va el invierno,
escondido en la hierba.
Burbujean las alegres aguas.
Lluvias de primavera.
Luna en los pinos.
Del interior de la aurora,
mensa divinidad  se propaga.
Mensaje sutil a los poetas
que cantan en sus escritos.

V
Aunque brotan los árboles,
el triunfo no está logrado.
Caen a la tierra,
letras en malva
por un mundo desguazado,
entre sonrisas y llantos
de los dueños del vocablo.

Lluvia de primavera,
Alcanzan los portones
de las bocas que cierran.
Y la tierra se hace esponjosa
bajo los cielos claros.

En común trazaremos,
arcoíris y cosechas.

VI
Por más que cruzo
de salto en salto,
letras en alba de nubes.

Anulada en pensamiento.
Nadie dice palabra
para una risa divina
que va más allá
del flotar de los cerezos.

Mundo al revés
que con sutilidad ofrezco,
como grillos en la cabeza
y luz de colza en flor,
en tarde nublada.

VII
Contempla el arco infalible.
Al magnánimo creador
de la vida, poesía y luz.
Pensamiento sólo suyo
 en dardo disparado
a las manos de los humanos.
Tiempo santificado.
Bucle de polvo sagrado.
Aliento de llama
con el que fue forjado.

VIII
Abandono.
Ya no necesito escenario,
ni fondo de jardín.
Oscuridad.
Trabajando como forzado,
apabullante pintura
de horas ciegas.
Viejo toro imbécil.
Mueres helado.
Llora.
IX
Sombras espesas.
En el gran cielo
Las flores cimbrean.
Triste es la historia
que se eleva y acaba
en siglos sordos
y cantos tristes de poetas.

Gorjeo del pájaro
en el tejado del templo,
y en los extensos campos,
apaciguada risa divina
en el corazón del hombre.


X
Con un farol
parpadeo entre letras.
Brilla que brilla,
golpea su luz,
pensamientos de faisán.

Lunas verdes
con capas de hilos.
Largos caminos.
Risas que rebotan,
se mueven y adentran,
con voz de pato
y ojos de pez.

Yo soy esa.
Poeta ronca.
Vagamente blanca,
con traje de miscanto.

XI

Hoy basura
de extremada elegancia.
Fragor de letras
que cuelgan del cerezo.
Guardas tocan las caracolas
que la mar arroja.
Viajeras sobre lunas,
risas suenan descaradas.
Enredadas en remates
de destrezas del poeta.

XII

Vibrando las direcciones.
Latidos de corazones.
La caracola riza el sonido.
Sagrado eco,
de voz de los ancestros.
Poetas rinden a la conciencia,
honrada magia sellada.
Rasgan el éter que envuelve
 las señales del cambio.
¡Conciencia!




POESÍA EN EL CIELO


Bajo el mismo techo

de un estrellado cielo,

durmieron los poetas

con sus hojas en blanco.



Azul del firmamento.

Lunas de trébol.

Almacén de poesías.

Flor de rincón, el libro.



En su fina estampa,

visiones se agrandan.

Llora poeta, llora…

que a la Luna le diste la espalda. 



Noche muy corta.

Perlas de rocío esperan,

plumas andantes

bajo su cubierta.



                                      

EL RECUERDO

Es la misma ilusión.
Es ese perderse tras los tules.
Es el reflejo de espejo
donde el sol se mira
en andares de charcos.

Y cuando el camino acaba,
allá en la lejanía,
el vapor se levanta.
Columna blanca de nube fina
que se pierde como ondulada gasa.

Me emborracho con ese olor,
aroma a tierra mojada,
hierba fresca de visiones
donde la neurona se pierde.

Y cada vez más lejos,
eso que llaman:
el recuerdo.



EL SUEÑO DE LOS JUSTOS
(a mi padre)

¡Silencio, rodantes de frágil chapa!
¡Silencio, que ya el padre duerme!
Su sueño es pesado,
dentro del frío nicho.

¡Ay, Dios, qué reposo y gran dicha!
¡Su alma tan despierta!
Tan llena de saberes,
 agita la mía.

Tras el muro me espera.
Me espera tras el muro.
Deben ir y venir torvas visiones,
pues ya veo su mano.

Batalla dura la de esta vida.
Liberada me veo con él,
aclarando la conciencia
sin empollar los finales.

Que no soy anciana, ni vieja.
Que sólo soy niña que espera
a que la despierte
con un tornado de alba.

Duerme el sueño de los justos,
de los que ya libraron sus batallas.
De los que por fin,
 la luz vieron y descansaron.

Con expresión de gozo me saluda
detrás de esa pared tan blanda.
Un poquito me acerco y salto.
Le doy un beso.

De reojo veo luces 
  del otro lado ¡Tan bellas!
Túnel gris me espera.
Asustada vuelvo.
Pasta humana que achica.
 Él sonríe leyendo el alma.

Sus manos en mi rostro
apartan las lágrimas
con susurros que dicen:
Las avecillas vuelan y pasan.
Cosas viejas y olvidadas.

Corona divina la que siento,
corona que me regala con su aliento.
La vida es dulce y todo mal acaba.
Vuelve con ellos,
yo te espero.



EL VAGABUNDO
(Poema relato)


I
No había arado que fatigase los músculos.
Asnos y mulos tiraban del carro.
Las espigas amarillas quedaban recogidas.
Y los buhoneros yendo de puerta en puerta.

Una vida más feliz me pitaron,
y otros regocijos tentaron mi fantasía;
cenar al son de acordes de guitarra
en los páramos a media noche.

La oscuridad me tentaba
a aprestarme a hurtos escondidos;
distraer el ladrido del perro,
con lonchas y huesos carcomidos.

No era estoica flor desde mi actuar impío.
Nadie debiera juzgar lo que un perfil sin velo
puede llegar a hacer por la boca oscura
del azote, del hambre y de la lucha.

Vivía gracias a la compasión de los campos,
o a la limosna que se obtiene entregada con frialdad.
¡Oh, cómo se hubiera suavizado el penoso trajín de las tareas
si amor se hubiera entregado a mis ociosos brazos!

Mas no tuve esa gracia y sólo los campos eran mi lecho;
mi paz, mi consuelo…
esencia de mi ser tragada por la tierra.
Así hice de mi país, el sol de mis ampollas.

A nadie dirijo la palabra.
Es mejor tener la boca muda
que hablar a los granjeros
de quejadas del tiempo y politiqueo.

II
Los dolores y las pestes cayeron
como plagas de agonía y miedo.
Y los campos se incendiaban
y escuchaba el dolor de los pensamientos.

Tiempos que pasaron
como gaviotas sobre mares alzados.
Agostados los sembrados, los trigales secos.
Y ya no era yo sólo, vagabundo.

A mi vista casas destartaladas.
Máscaras grisáceas con despliegues de arañas.
Riacho que ahí se hunde y más allá aflora.
Una reflexión continua, una variada sucesión…

Y brotan salmos bajo las piedras,
y distantes rosas invisibles se asoman.
Interrogan confusos, informales…
¿Hacia dónde, hacia dónde vamos?

Y sólo yo puedo ver, aquello que los demás lloran.
pues soy pájaro de bronce que lleva años caminando.
¡Ay, qué poeta pudiera cantar sentado en la cuneta,
todas las bondades y miserias que por mi pasaron!

Todo el pesar registro en mí y absorbo.
Toda la alegría registro en mí y la absorbo.
El mundo entero he despreciado y amado.
¡Cuán solemne me parece la vida!

¡Con qué dulzura respiran los niños de cuna!





LA NIÑA DEL VIOLÍN

Me quito el jersey.
La niña toca una sonata.
No fue hecha para violín.
¿Por qué ese empeño?
Mi padre tocaba el piano.

Hubo una época
Femenina dulzura sin interés.
Energía suave y hermosa.
La gente creía en milagros.
Y su mayor riqueza
era el presente.

No existía el tiempo.
Vértice áspero.
Música verde extraviada.
  Paredes en el horizonte
sin caminos ni campos
donde plantar y recoger.

En un hoy anclados nos quedamos.
Esclavos de la memoria.
De ese danzar de rocas negras.
Hambrientos labios cantarines,
con horrenda advertencia
muy abiertos.

Sigue tocando, niña.
Sigue tocando esa sonata de piano
en tu hermoso violín
apoyado en el hombro.

Algún día entenderás
los ensortijes de esta vida.
Los juegos que el tiempo hace,
en un inexistir constante.

Déjame que llore por esas palabras
más pobres que la música.
Que me obligan a no encontrar
el momento oportuno.

Pediré a Chopin, Beethoven, Wagner
 muestren los caminos.
 Sus resonancias por las paredes,
sus alfileres de notas
en mis oídos.

Tiemblo, y no sé porqué.
No entiendo su lenguaje.
¿Qué fue lo que realmente sentí
ante esa niña y su violín?
¿Un lago en calma, una marejada
o un gran huracán?





EL SARCÓFAGO DE LOS ESPOSOS

Aura enigmática
de estatuas de otros tiempos.
Escultura etrusca,
el sarcófago de dos esposos.

Terracota antigua.
Apoyados en un triclinio,
amor de piedras,
amor del pasado.

Perfecta alineación.
Equilibrada figura.
Líneas simples  y rectas
que acompañan
naturalidad y elegancia.

Ternuras filtradas
que llegaron al presente.
Arte arcaico,
donde los labios permanecen sellados.
Silencio de bocas ancestras.

Aromas de quereres,
eternos como los tiempos.
Enmarcado aire
de lápidas inscriptas.
Pasado de revoloteos.

Emociona saber,
cómo los sentimientos
tienen siempre las mismas palabras.
Palabras viejas y nuevas.
Dulces y bellas.

¿Cuál sería la que susurró
al  oído, ese esposo
que acurruca a la mujer
en su pecho?

Extiendo la mano,
palpo esa tierra cocida
¡Tiene tantos siglos!
¡Y cómo mueve el alma!

¿Alguna lágrima lloró por ellos?
¿Echaron perfumes  e inciensos?
¿Flores cubrieron sus cuerpos?

Fuerte amor tuvo que ser
pues todavía  aquí están.
Mirándonos sentados,
en su reclinable diván.

Albores de la vida.
Sueños de amor eterno.
Necrópolis de Banditaccia,
donde duermen sus restos.

¡Quién sabe,
si eran esposos o fueron
simplemente amantes!




PAZ

Creación de bella imagen,
a la que endereza el quiero genialísimo
de Ese que saborea con deleite
su voluntad creadora.

Trenzado arco de colores que subraya.
Alianza que busca entre sus pinturas;
pincel de brocha refulgente,
Paz que a los hombres lleva.

Visión clara.
Ojos que abre.
Felicidad muestra.
Bolsas vacías encuentra.

Planta la testa en azul divino
porque allí nace alegre el niño.
Donde un triple abrazo
lo sujeta  a la blanda roca.

Labrador que siembra su tierra.
Jardín de fructífero aliento.
Mira sentado la abierta puerta.
Alimento de paz, alimento que le dejan.


EL SAUCE

Lo vi doblarse ante el viento,
paralelo a la tierra.
Tempestad que desbordaban
los elementos.

Corrí en su ayuda.
Creí que su tronco era frágil
pues joven lo veía.
Más al tocarlo me di cuenta,
de la fuerza que tenía.

Indómito creció.
Algo torcido su tallo.
Pero sus ramas largas
acariciaban el suelo.

Enamorada de él estaba,
y para él, es este canto.
 Reflejo que veo
del que ya no está  mi lado.

Ángel de alas verdes,
protector de las aves
que bajo su follaje,
construyen sus hogares.

Tan poco apego tiene al suelo
que puede vivir
en cualquier terreno.

Sauce amigo de los vientos.
De la tierra bebe su exceso
y ofrece un respiro
a quien estrías la vida deja.

Limpieza de carácter.
Aire y luz en su entorno.
Templo de pureza.
Eternamente verde.
Meditar bajo su sombra
eleva la mente prudente.

Enamoradas de ti las musas,
sacerdotisas orgiásticas
de la Diosa Luna.
Trenzan coronas con tus hojas
y acarician el tronco.

Cristal deshilachado
en  vernales tiempos,
 cuyos fríos espejos
suspiran helados amores.
Y a tu pie,  sentado,

 cobijo del sabio.



ASOMBRO DIVINO

Contempla el arco infalible.
Al magnánimo creador 
de la vida, poesía y luz.
Pensamiento sólo suyo 
en dardo disparado
a las manos de los humanos.
Tiempo santificado.
Bucle de polvo sagrado.
Aliento de llama
con el que fue forjado.


EL FUNERAL

Pulgar contraído.
Índice alzado.
Zapatos de charol viejo.
Traje de lino arrugado.
Murió con 40 años.
Sin cura ni óleos.

La fusta bien escogida,
golpea al caballo enjuto.
Caja de pino.
Carreta vieja.
No hay suspiros,
en el polvoriento camino.

Cárcava que espera
en medio del llano
bajo un semisol escondido.
Ése fue su funeral.
Pero no creo que le interese
lo más mínimo.


PREGUNTAS

Estuve paseando con mi amiga por la huerta.
Atardecer de geranios rojos destellaba
como puertas de heridas mal curadas.
Al pronto, saltó un gato.
Ella alzó la mano saludando al vecino.
Un caballo relinchaba.
La cosecha despuntaba.
Tiempo que sueña en pasado,
tanto que hoy no existe el huerto,
ni ninguno de ellos.
El gato, la amiga y su mano,
el vecino y el relincho del caballo.
¿Dónde está todo ello?
¿Ese frágil momento marcado
por los finos verbos de la sutil línea
de un atardecer de geranios?
Pregunta que hago
con curiosa aceptación
bajo el durmiente sol
del declinar de mi vida.



LA VELA

Fricción de cerilla.
Se abre la llama.
Se acerca a la mecha.
Se enciende la vela.

Suave brisa que altera.
El filamento torcido.
El fuego se eleva
y  tiembla.

Llora la vela
con lágrimas de cera.
Discurren  por su poste
lentas, ardientes, muertas.

Lucerna romana
acompaña al cirio.
En largo pasillo,
reverbera el pulido cristal.

Luz que se refleja.
Ojos oscuros sin esencia.
Candela luminaria
rebota en la luna.

Llama, fogata, tea…
envuelven  la  vista fría.
Crueldad deseada
alumbrada por reflejos.

Sarcasmo  mordaz
Se funden los labios
en un beso largo
 frío de espejo.

Flama que ilumina
y esconde todo.
Burla de una vela
cuyo porte se derrite.

No hay luz.
Oscuridad plena.




CAMINOS

Entre mil caminos
intento expresar  palabras
que no soy capaz de manifestar.

Tu aliento en la corriente
irá a algún pecho a guarecerse.
Más no me digas de quién;
sólo dime cómo te sentiste,
si su corazón latía de bondad.

Camino vigoroso que lleva el cuerpo
hacia un alma recta.

Oh, recuerda, pues
en tus horas oscuras,
qué cosas se mueven a tu alrededor,
quiénes a tu lado están,
que no sea la miseria
que la imaginación te da.

Rememora ese pecho que te acogió
y cómo latía su sangre y corazón.


DE LA CEGUERA DEL AMOR

¿Quién dice que el amor es ciego?
Si tiene ojos muy grandes.
Piernas con las que correr y saltar.
Boca para besar.
Voz para gritar, cantar, reír…
Y esas manos para tocar.

No es ilusión.
Es la realidad del saberse entregar.

Señalados por los que no saben amar.
Locura, lo definen.
Ciegos, como enfermedad.
Mas, ¿quién es el que no ve?
Aquellos que rozan el cielo
o los que sólo miran sus pies.

  
DEL AMOR PASADO

De aquel amor que sostuvimos,
ya no queda ni un testimonio,
ni un poema mal escrito.

Recuerdo las formas,
y percibo su olor.
Temo sean espejismos
de desiertos apagados,
que el horizonte da.

¡Oh, casa sin vida!
Fuiste tan bellamente decorada.
Y ahora, meses, años…
Enterrada.

Algo me sobresalta,
cuando más tranquila me siento.
Rescoldos de brasas vivas,
y un cubo de agua.

Estiércol que hice de historias viejas;
nuevas historias que son estiércol.
¿Habrá un sol de mañana?
¿Habrá una rosa en mi cama?
o se acabaron los versos.


MÁRMOL LEJANO

Ya sola en la cama,
escucho en la ventana
al nocturno visitante.
Perfumado de hierro.
Destiñendo la pintura.

Vehemencia que desprecio,
pues ya mi cuerpo fue suyo.
Y con mentiras encarceladas estuve,
durante tiempos y tiempos.

Contempla desde los ventanales,
esa desnudez lasciva
que no volverás a tocar.

Ni la empalmarás con descaro,
apretando mis carnes a tu cuerpo.
Cabalgando con fuerza
entre mis muslos.

Recuerda…
Quédate en ese desierto,
pues ya mi lengua,
no se entrelazará a la tuya.
Se murieron las caricias.

Ya los jadeos originales del pecado,
derramaron sus flujos.
Ahogados han quedado.
¡No respiramos el mismo aire!

Así entenderás,
lo que son diez años de amor.
No recuperarás los momentos felices.
Latigazos que ahora te doy
por cada año de abusos.

Y recordarás, recordarás…
el sabor de mi piel,
el sabor de mis besos.
Entenderás en un solo momento,
qué significa un rayo de amor.

Llora pues lo perdido.
Llora hombre,
ahora te toca a ti llorar.

  
SI YO SUPIERA


Si yo supiera en esta tarde de oro,
si yo supiera dónde encontrarte;
saber de tus andanzas,
al igual que de tus males.

Si yo supiera que tu corazón late,
que aún hay suspiros,
deseos de tomarme
y sueños de amor como vientos.

Si yo supiera que alas te han crecido,
y junto a mi corrieras.
Y ese abrazo, esa caricia,
esa mejilla apoyada en tu pecho.

Si yo supiera quién eres tú
que con ojos tan lejanos
no sé si tu mirada me alcanza,
ni si recuerdos pasan por tu cabeza.

Si yo supiera cada rítmica Luna que pasa,
si estás solo o en brazos de una amada.
¡Cómo la verdad viera,
 en este cansancio de esperas!

Y a mi pesar, arrastras voy a tus espaldas.
De plata ya mi corazón volcado
por tan largo sendero
que nos separa tanto.

Y así paso el tiempo
mirando la quietud del agua
cada vez más pétrea,
en la lejanía.

  
POEMA LÉSBICO

Hoy sentí algo roto.
Algo ya terminado.
Sentí el final de largos años
con un amor no avanzado.

Y fue cuando te vi,
ahí sentada,
con esos ojos de gata en celo
que me miraban con deseo.

Dije adiós a un pasado.
Me entregué desnuda a la vida.
Un sueño tan real
que la realidad se volvió sueño.

Amor descubrí en un instante,
en un instante de fuego.
Pasión escondida en el roce
de tus ansiados besos.

Que nadie sepa
que esta sed de tiempo,
encontró su calma
en tus frágiles aguas.

Amada, entre las almohadas.
Soy como humo de incienso,
violetas y lavanda.
Alas que te envuelven
con mis propias fragancias.

Deja que descansen mis labios,
en esos sensuales de tu boca;
que mis manos te acaricien,
que tus manos sean mías.

Que seas dueña de mi carne,
voluntad y sueño.
Entregada a tus ojos verdes,
como libélula  perdida en tus pupilas.

Y entre tus brazos,
se rompe el día
con una canción tuya,
mientras nos fumamos los segundos.


FORMAS DE AMAR

Sé que he estado soñando.
Di vueltas en la cama,
tantas como los abrazos que te daba.
El timbre del reloj nos separó.
Te he observado
con esa bata de raso azul
mientras te preparabas el baño.
Desde mi escritorio,
quería concentrarme.
No podía.
Mi visión estaba en tus pies,
en esos blancos y descalzos pies.
Besaste mis cabellos.
¡Mi cuerpo vibró!
Soñé que eras un poema
que deseaba salir al mundo.
Que sus versos hablaran
de lo mucho que nos amamos.
Y sonrío, y vuelvo a imaginar
las mil formas de amar,
el influjo de la gravedad,
la historia del qué dirán…

Poema sagrado que escribo
en verde césped alado,
de un largo sendero
que nos lleva al cielo.

  
HUMEDADES Y DESEOS

Húmedo y fresco el aire ronda.
Bancos de niebla salen del mar.
Mis pies descalzos acarician la arena
y la noche me envuelve como suave manto.
Sueño que veo tu rostro
frente a luces de farolas.
Lámparas que sonríen
tras el leve maquillaje
del anhelado encuentro.
Y ¡ay, amado mío!
Sé que me estás mirando.
Sé que observas mis huellas
y la transparente seda que me cubre.
Y aunque la bruma esconda mi cuerpo,
conchas del mar lo envuelve,
para entregártelo a ti
y lo desnudes.

  
APAGADA PASIÓN

Hay besos que ya no saben.
Hay abrazos que molestan.
Mi amiga, mi amante, mi esposa.
No sé donde está.
Era precioso el amanecer juntos,
con los labios apretados
y los cuerpos enroscados.
Pero hoy… ¡qué beso hay!
Me cambiaste.
Cambié.
Estás y no estás.
Sólo excusas.
Y en nuestra cama
un muro se alza.
La pasión se ha marchado.
El calor se ha congelado.
Mi frío, tu frío.
He caído.
Ya sólo quedan lágrimas estériles.
¡Oh, dulces manos que me levantan!
No las conozco.
Ella tan lejana…
y aquí presente,
 una nueva dama.

  
EL LECHO

Soy paseante del agua del mar,
en una isla apartada.
Luz y brisa entre olas de espuma blanca
que se enredan entre el verde azul
que rompe en la orilla.

Aunque no tan suave como tu boca,
flor rosada de seda clara,
soy feliz con el tornasolado del vestido,
con alguna mota de polvo
que suavemente sacudo,
 de los pliegues de la falda.

Ricas puntillas y tafetanes.
Ama, cuando bebas de sus labios,
cuando saborees ese rosado vino,
y conduzcas a tu amada
a este blando lecho.




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