LOS POEMAS QUE ESTÁN EN ESTA PÁGINA PERTENECEN A LOS LIBROS SIGUIENTES:
Antología poética: “Desde la Rama” (recopilación en dos tomos, de los cinco libros siguientes: Bajo los Algodones, El Baile de la Roca, El Quinto Canto, La Rosa del Azafrán y Perros en la llanura) Registro P.I. 00/2011/3653 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)
ISBN: 978-84-940509-7-8 Depósito Legal C-2299-2012 /Bajo Los Algodones
ISBN: 978-84-941045-1-0 Depósito Legal C-503-2013 / El Baile de la Roca
Caminando sin pies: Registro P.I. 00/2012/3769 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)Lazos, Flores y Cuadrados: Registro P.I. 00/2012/3768 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)
Amarrada a Lunas: Registro nº S-217-2012 - Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Santander-España) ISBN 978-84-15768-37-1 Depósito Legal AB-322-2013
La risa de Dios: Número de Asiento Registral 10/2013/411 - Zaragoza (Ley de Propiedad Intelectual- Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril)
Turbulencias: Registro P.I. S-184-2013 - Santander . Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril. (Madrid-España)
Las voces de Pia - Registro General de la Propiedad
Intelectual: Nº de asiento registral 00/2014/419 - Madrid
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Código: 0811231640633
Fecha 23-nov-2008 UTC (Club Literario Cerca de ti)
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FLOR DE PAZ
Oh, contempla al señor del arco infalible.
Razón y sentido común
que en vuestra memoria mora,
acompañada de decisión.
Que así la Tierra huye del maltratado,
violada por ladrones e historias.
Ilusión que se va del pueblo,
donde los ricos labran su fortuna.
Aquí, la guillotina clava al hambre.
Aquí, rompen sus huesos.
Odas de sugerencias y melancolía.
Paz en semillero que no crece.
Nunca, nunca…
¡Oh! Nunca más sobre el pueblo
la miseria teja como araña,
las guerrillas corten la rama.
Patria herida sangrando
en un líquido vaso de tierra.
Más fuerte que el vino recio.
Escondido néctar de unión.
Observa desde la lejanía,
al enemigo que ataca.
En tormenta y miedo enclaustraba.
A ti, a ti… en la boqueada de la muerte.
Donde se junta el valle y el río majestuoso,
vapores veloces suben al cielo.
Ruidosas aguas que empujan
códigos de fraude y la horrible duda.
En cada corazón
el terror sobrevive.
Y a la presa que engullen,
los poderosos temen.
Encendidos sonidos mezclados
no desean sufrimiento alguno.
Comunión entre dirigentes y dirigidos.
Paz y justicia por los caminos del progreso.
Sutilidad elemental con los puños contraídos.
Perfume arrebatador.
Música de la viva hierba y aire.
Quiero estarme quieta… y soy movida.
¡Soy flor de Paz para la Tierra!
LA CARTA
Entre brotes de helecho
permanecí esperando.
Amor nunca fue tan alto,
como el que venció la mente mía.
Goteante rocío
suspiraba por su roce,
y el corazón hallase preso
con la mano prieta
y la carta como sentencia.
Ver o no ver…
¡Terror que me daba!
Y en la tierra que pisaba,
resbalaban los lentos caracoles.
Salta amor, de rama en rama.
Dolor del color de la arcilla roja.
Así es la carga que llevo
que ni las poleas la sujeta.
Este sueño que tengo,
es bien el soltar.
Y en los montes de lejos,
águilas se esconden
por no verme llorar.
Carta escrita con sangre.
Uñas clavadas en la razón.
Corazón en triste arrebujo.
Aquel sueño, señora;
aquel sueño,
fue su mentira mayor.
DEL AMOR Y EL BESO
Descalzos sus pies flotan.
Etéreo el suave caminar.
Amores de nieve en frío invierno
para ti, adorable Erato.
Blanca mano atrapa entre sueños.
Capullo ardiente
que acerca su rostro
con los labios entreabiertos.
Quien rige las estrellas,
verá la primavera afanada.
Y ese ósculo sagrado
¡Cuánto habló en un instante!
Reconoce el amor
la vela encendida
junto a una cama tendidos
al son de la cercana lira.
Estrofa de bello prisma,
rompe el aire y el suspiro;
atraviesa los rincones.
El seso roba el corazón dormido.
Corre…corre…
Ya abre la boca.
Los labios son peonias de calentura.
¡Erato juega con el romance!
Ruborosa roba el beso
mientras remolinos de deseos
hacen del cuerpo agua,
de la caricia fuego y ansia.
DEBAJO DEL PUENTE
Debajo del puente,
saltan truchas sobre el agua.
El alma vacila y fluye,
observa alzados límites
y las gaviotas vuelan.
Se desborda amor. Amanece.
El cielo de rojo se tiñe.
El corazón en el pecho palpita.
¡Todo se deforma tan rápido!
que duele el calor sin tu abrazo.
Y la respiración se agita.
Debajo del puente,
saltan truchas sobre el agua.
Codiciosa de ver tu hermosura,
desde la cumbre airosa
baja una fontana pura.
Entre el herbazal lozano,
escondidas flores aparecen
y cubren la piel desnuda.
¡Ay, celeste vellón de oro!
Tenga su tesoro contemplado,
que al no ser mío, lloro.
Debajo del puente,
saltan truchas sobre el agua.
DE LAS NUBES DEL AMOR
Cual nube se transfigura.
Constante anhelo del sueño.
La flor se sostiene entre sus muslos.
Húmedo su olor.
Fragancia de lo sublime.
Permíteme tocarte.
Jurar mi amor entre tus pechos.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Dulcísima armonía!
¿Qué más amor puedo ofrecerte?
Suene de continuo
cantos a nuestros oídos
que vistan de hermosura
los amorosos sentidos,
lo demás, quede adormecido.
Provocadora sonrisa estremece
vestida con traje de boda.
Seas nube de gasa envuelta,
la cara ardiente, la garganta seca.
Bengalas al viento con gotas de agua.
DE LAS MURMURACIONES
Las murmuraciones crecen
como malas hierbas en la tierra.
Tú, que te has unido a ellas,
¡Hija del sentimiento! ¡Qué gran dolor!
El corazón, en la soberbia;
en la ira, el ansia no cumplida.
El puñal blandes
con la hendida diestra.
Otros pueden olvidarte.
Yo, fantasma por ti vuelvo.
Sin esposo a tu lado,
sombra eres que pasa flotando.
¡No sonrías!
Respeto al doliente
que yace sepultado
por darte el amor que sentía.
Yo te busco, voces oigo.
Murmullos de gentes.
Altiva matrona,
verdugo de sentimientos puros.
No cabe rayo fiero,
ni espada de doble filo
sujetando tu lengua.
¡Malsano pico de urraca!
Mas enmudezcas por castigo,
en las sombras de la noche.
Hollada la sucia boca,
mirando la menguante Luna.
¡Ay, Dios!
El amor se ha tornado,
agua profunda.
VETADA ESPERA
Muertos los jardines se asoman.
Tocas se las lleva el viento.
En el camino sonrisa veo,
graciosa novicia de blanco.
Jugoso cesto de la huerta.
¡Ay, que andares tan perfectos!
¡Cuánto querer siento por ella!
¡Perdona, Dios, este ardor impuro!
Esperando el amor en el claustro
entre los agrietados muros,
recobraría su color más virgen
con cada beso que le diera.
¡Ay, hermana! ¡Que por vos suspiro!
Al pie de los frutales se encuentran,
aves rapiñeras de desmán oscuro
que cortan las alas del tacto vuestro.
Sobre el laberinto de mi piel
arden los deseos más insanos,
tentaciones del alegre infierno.
Castigo que espero del cielo.
Mirad que soy monja atribulada.
Mis días marchitan como hojas vacías
esperando el amor de mi novicia,
el alma contraída de dolor.
Venid hacia mí por escaleras silenciosas.
Dejad que quite el blando oleaje
de nuestros hábitos y el cabello suelte.
Brisa de ramaje en sus brazos. Soy suya.
Adormezco el sol en su regazo.
Que el coro cante la dulce espera.
Maitines suenen de primavera
y el rezo del rosario sean flores.
Que yo sé que Dios bendice este cilicio.
Que mis lágrimas por vos ruedan,
que el amor tiene mil nombres
y vuestra mirada, la más bella.
ROSAS QUE PALIDECEN
Te vi llegar
con las manos entrelazadas
a la espalda.
Haciendo de tu pecho,
graves colinas, pero leves
como piedras de lava.
Hay lugar para las dos.
Sitio donde dormir.
El sueño y tu alma,
trenzan lazos de fuego.
Yo te conozco.
Vienes de lejos.
Toma mi cama,
que yo dormiré en la silla.
Kilómetros has tardado,
en anchos y en largos caminos.
¡Qué palidez la de tu rosa!
¡Cuánto dolor veo en tu alma!
¡Cuán llagados los pies
sin zapatos!
Un colchón de hojas,
no más puedo ofrecer,
salvo el sonido del viento
en el crujir de cada muelle.
Corona y fecundo paraíso espera,
eso dicen al acumular el tiempo.
¡Ay, amiga mía!
¡Yo también me convertí en viajera
que parte libre de equipaje,
y me vuelvo ligera!
Te digo,
que como tú has cumplido,
yo ya justifiqué el pasado.
Sepultada bajo el torrente,
altiva música de mi alma
en sonidos de tormenta.
He pensado en el ser supremo.
Creo verlo en los amaneceres,
entre prados de hierba verde
que señalan oculto recorrido.
Y le oigo gritar:
¡Oh, amadas!
¡Ningún vencedor os ha destruido!
Y me muestra esa noche
ni oscura ni clara,
voces de vida.
Y al igual que dejaste de amar
las imágenes y las palabras vanas,
así yo me he alejado,
de los agujeros que me hundieron,
de los sueños robados,
de las frágiles cáscaras de apariencias
que el aire las mueve
con un frío rumor vacío.
Bebe, amiga mía,
de este caldo que te ofrezco.
Repón ese cansancio yerto.
Deja que alivie tus rodillas
con paños calientes
de arcilla, harpagofito,
fresno y romero.
Y aunque no digas nada,
leo en tu mirada.
Pupilas que me muestran
los inmensos horizontes
por los que has cruzado.
Tierra adentro, lejos del mar.
Fragor abrupto de los trenes
llenos de secretos de almas.
Vagón que nos espera.
¡Ay, amiga mía!
Poetas hemos sido
y cantos dejamos
con nuestras plumas y labios!
Gritos de pájaros nocturnos
envuelven la casa.
Saben que hay dos cuerpos
porosos y livianos
prestos a volar con sus alas.
Y ella habló:
“He vuelto a morir”
Y yo contesté:
“Mi rosa duerme”.
PLAÑIDERA
Todo sabía a repetición.
Podía ser un discurso formidable
o una solemne majadería.
¿Sabría acaso esa plañidera
de la integridad del difunto?
Ahí estaba ante su tumba,
quejándose y lamentándose,
como si de un familiar se tratara.
Lloriqueando, parloteando
ajena a mi presencia.
“… y los miserables,
vamos a lo nuestro.
Que siempre es azacanear y trabajar
de malas maneras
por llevar algo a la boca.”
Se sorbía los mocos,
se restregaba la cara
con el brazo de la manga.
¡Impecable representación!
Y proseguía con la cháchara,
hablando al muerto:
“La vida no trae consuelo alguno.
Siempre sola.
Recorriendo cementerios.
Cargada de hijos
y con la casa
y un marido que no alcanza,
al que tienes que cuidar
y hacer de amante…”
Retrajo la barbilla, bufó,
como animal herido.
Dejó arrastrar unas lagrimillas.
Olisqueó el aire matinal
y reunió fuerzas para marcharse.
Ya en pie,
sacudió su corpachón.
Sacó un reloj de bolsillo.
Miró la hora.
Hizo sus cuentas.
Echó andar y desapareció
entre el resto de las tumbas.
Me quedé en silencio, tan en silencio…
como los nichos que rodeaban.
Respiré profundamente.
Una última mirada.
Imágenes erguidas entre el cielo y la tierra.
Piedras muertas de canto fino y vago.
También estos podían ser
una inhumanidad civilizada.
NATURALEZA SACRALIZADA
Séanos permitido,
la veneración de la naturaleza
aliada del pandemonismo
de muy sui generis
exigencia.
Séanos permitida,
una magia desarrollada.
Organizar cultos superiores
si las necesidades colectivas
lo permiten.
Séanos permitido,
suprimir lo que no sirva.
Reemplazar
por creencias poderosas,
que no ser sólo cristianas,
sino del gran reino
de la magia.
Y así, séanos permitido
introducir elementos nuevos.
Conservar rituales del pasado
para satisfacción de carencias
familiares y sociales.
Naturaleza sacralizada.
Obra sagrada de respeto
para el hombre.
Se ha dado el primer paso.
TURBULENCIAS
I
Con turbulencias yacía
y tan sola se encontraba
que el dolor le sustentaba
ante enlace que rompía.
Punta de amor le decía,
helada flor hasta viejos.
Al expresar el alma su yo,
surgen auroras sonriendo;
tiara de flores cayendo
en los cabellos dejó.
II
Naciste dentro del siete.
Después de lunas de siglos.
En fuentes claras de signos,
te muestro los componentes.
Que todo es de la vil mente.
Flores te di en lo profundo.
Espinas llevo del mundo.
Busca ese amor que perdiste.
ya en ti la semilla existe,
césped de día fecundo.
III
El tiempo nos arrebata
la vida cada segundo.
Luces entrego a este mundo
de la ignorancia que ata.
Y queda por insensato.
quien al rayo no lo atrapa.
Y no ve que el cielo escampa,
y en otra nueva venida,
otra corona traída
de la que el planeta escapa.
IV
Ya no me verás contigo,
mas no serás olvidada,
tendrás en las madrugadas
mi espíritu como abrigo.
Busca al que estuvo contigo.
Me lo dice tu mirada
con dulces ojos de amada.
Dejo pues tus madrigales,
corazón que me los pides,
y Fe que te doy por nada.
INFANCIA
Cabalgando
por la historia
son
recuerdos del pulgar.
Dulce
lejano lugar
de
frescura como gloria,
viene fiel a mi memoria.
Conciencia,
tranquilidad,
risas de felicidad.
Los
campos de nieve blanca.
¡
Dinamarca, bella y franca!
Carreras
y actividad.
Días se
fueron sin remos.
Aves
perdieron su nido.
Anclas
alzaron con ruido.
Dolor
que todos tememos
ante la
niebla que vemos.
Personas
del todo extrañas,
roto
sueño en las entrañas.
Diablos
quitaron las risas
con el
rezo de las Misas
de las
piadosas arañas.
Y así,
esa infancia triste,
donde
los juegos quedaron
en
pajarillos que piaron
con
uniformes de chiste,
dando
de comer alpiste.
Encogida,
supliqué.
A
saltos, gritos callé.
Las
primaveras robadas,
entre
espinosas rosadas.
Mata
florida lloré.
Selvas
tengo en la niñez.
El
árbol de grueso libro
lo
estudio y lo desfibro
con
gusto y cierta acidez
que
oculta timidez.
Mas
dentro del corazón
las
flores de la razón.
Nubes
de amor en los labios,
millones
de besos sabios
guardaba
en el abazón.
Mis codos descansan entre brasas.
Bocanadas de calores que asfixian.
Amarillento sol en la lejanía.
Reverbera el suelo junto a las casas,
en el asfalto derruido queman las huellas.
Flechas del sur que llegan.
Ni un alma por la ciudad camina.
Hasta las flores pierden sus aromas
en un rastro de crujientes pétalos.
¡Qué ácida la tierra entre los dedos!
Abrasados los campos sin cosecha.
Hundido en arenas de rojizo fuego.
Tiene sed de vapores escondidos
LA CURVA DE MI POESÍA
“¡Toma!, enrolló en su cuello
un cinto de seda blanco.
Se abandonó a la muerte
y dulcemente le siguió. “
Bajo el pulso de cada letra
yace el recuerdo de criaturas y sueños;
historias, loas
que se hunden
en la curva del poema.
Nunca he sido dueña de mis versos.
Extrañas sombras de luz los guían,
y saben tirar de mis dedos
como títeres con cuerdas.
Emborrachada de vida,
lenta absorbo las palabras
para plasmarlas en papeles,
gritos emergentes de amadores.
Con olor a necios flacos,
aquellos que odian el verso.
Crueles prendieran
fuego
y quemaran iluminadas siglas.
Y si me cortaran las manos,
seguro que cantaría,
al igual que trovadora manca,
versos saldrían de mi boca.
Solazada de miel de los tiempos
parábolas, narraciones y cuentos.
Más si me sajaran la lengua,
dosel de carne sin lecho.
Muerta parece que quedo
sin pulso y voz quebrada.
Sólo el oído y el ojo,
vieran y escucharan con descaro.
El amor a la poesía encontraran
en las calas junto a mi tumba;
la risa de Dios en sus oídos,
afinando sus pobres sentidos.
SENSIBLE DISTANCIA
Mil gracias derramo
como gotas de rocío.
Mil olas rompiendo
en las costas cántabras.
Y una dulce canción se oye,
entre el ocre y oro de la playa.
El mar despistado aleja sus olas;
el horizonte marcando.
A los cielos mi frente levanto
y las nubes se esconden.
Caprichos de los vientos
para traer aromas lejanos.
¿Eres tú el que navega
enfrentando huracanes?
Sueños son los que se esconden
desde lo profundo de un mirar sesgado.
Fulminante e impío bardo,
de mente y corazón blando.
¿Qué tal si en un caminar de aguas
llegara hasta tu abatido barco,
esa dama en rosas transformada,
ámbar de flores talladas
y cadenas de estrellas en sus manos?
¿Te volteara el corazón al verla?
O ante ti se mostrara,
adoradora de becerros y serpientes.
Codicia de los mares desiertos
y de los corazones sin llama.
¡Oh, dulces prendas conjuradas
que no conocéis su fuerza!
Un muro alzó el mar a las frágiles arenas
que no permite cultivar claveles
y sí recoger caracolas de poemas.
Jardín extraño de espejismos
donde recojo tu alma
y guardo en caja de espumas.
AMARRADA A LUNAS
Amarrada a Lunas
no pongo los pies en el suelo.
Suave ademán de cerradura abierta
con el corazón viudo y cansado.
Mi alma errante se enreda en ti Luna,
y hay otra Luna que camina debajo.
Lanza hilos de araña.
Me enzarza como hiedra blanca.
Muestro heridas en el espejo de mi pecho
y echan sal en la llaga abierta.
Con los cuernos de lunas me balanceo ciega.
No quiero ver lo que mis ojos niegan.
Y no sé si sabré coser
con telas de viuda negra mi cuerpo.
Estática, de pie,
y sin
mover un párpado
me vuelvo estatua de sal y hierro.
Zurcido inmenso de mitos fuera.
El murmurar morboso, muerde los cráteres.
Verted vuestros tintes albinos
sobre esta piel de doliente ocaso.
Si miro hacia atrás.
Solitaria con vosotras ando.
Busco claros de plata
en la máscara nocturna.
Pensamientos y cabellos al viento.
Discretas sombras de lunas viejas
que juegan con el tiempo y conmigo;
amarres antiguos y flechas.
¡Cómo suena dulce el hechizo!
Nada ha cambiado.
Siempre vuelvo a la atadura,
con flores de húmedo destello.
Y lejos,
gatos frioleros,
maúllan sobre los tejados.
MAÑANA AZUL
Ya me abandonaste, pequeña.
¡Vuelve a mí, niña perdida!
Voz que suena hueca y profunda,
cayendo en las honduras.
No indagues, alma mía,
en qué piensa la extraviada mente,
pues veo ángeles en las alturas,
trompetas que anuncian el día.
La mañana será
azul.
El sol iluminará los versos.
Despojada de ligaduras;
abierta luz de mi memoria.
Declina sus rayos
ante la oscuridad que aparece.
Llaves brillantes
que abren las puertas.
Infinito que se muestra
tras las torres de mi tierra.
Sendero que cruza el aire
en abultadas nubes.
Aún fatigada de tal suerte,
vuele mi empeño por la esperanza,
calma dormida creyendo en la vida
y no se atreviera la muerte.
Cual hija del mar,
me oculto entre las espumas;
allá entre brumas
de una ignorada
orilla.
Humedecer los pies
entre olas de color de rosa.
Soñar con ser hora
cálida
de pequeña vida que rebosa.
Ya oigo el clamor de la tierra,
pero más brillo veo en el radiante cielo.
Abovedado manto que mis ojos miran.
¡Oh, silencio… silencio de estrellas!
Eco de armonioso canto
en las regiones puras,
despojada por siempre
de temores y amarguras.
FLOR SALVAJE
(Sobre la sexualidad en la discapacidad)
Pasaste junto a mi
lado,
ese leve roce en el brazo,
me abrió la mente
al deseo.
Virtual y real sexo incontrolado
en un cuerpo de insensible hielo.
Sólo la cabeza manda
esos orgasmos que tengo
cuando me rodeas con tus brazos,
cuando posas tus labios en los míos.
Y te siento tan intensa
y tan intenso es mi anhelo,
que me pierdo en tu boca,
con tu lengua atrapada.
¡Qué sentir de arabescos
entrelazados en nuestros cuerpos!
Te siento tan mía,
me siento tan tuya…
Aunque te muevas,
aunque luego te vayas
y yo prisionera me quede
de esta silla de ruedas.
¡Pero qué bella me siento,
cuando me doy cuenta
del fervor y pasión que tienes,
acariciando hasta la rueda!
Sensibilidad limitada,
que a la cabeza llega,
corrientes eléctricas
recuerdan mi
viveza.
Fuego soy y amor a tu lado.
Alma que se funde sin remedio.
Hasta lo más íntimo de las entrañas
me tienes prendida.
Me deshago como las olas
que besan las orillas de arenas.
Para volver otra vez a romperse,
en los aromas de nuestros besos.
Como barco que pasea
por mares exaltados de locuras,
soy tuya… y sigo
siendo tuya…
y por siempre tuya…
Flor salvaje, apasionada, febril…
Gozo de diosa
en bronco caballo de acero.
MARGARITAS NOCTURNAS
Tímidas las margaritas,
se abren como estrellas
de lechosa y cegadora luz,
las pupilas de amarillo.
En oscura noche,
Luna llena,
giran caricias y miradas
para deshojar el pecho
y en largas hileras,
cruzar la espalda.
Tapizan
distintas direcciones.
Parten, tocan, transitan;
retroceden palmo a palmo,
esperan que sus pétalos
sean arrancados.
Roces de piel
que gimen con la aurora.
Quietas… aguardan.
DESDE EL MOLINO DEL
MERCADILLO
A LOPE DE VEGA
Este
molino de Liérganes,
el
más importante de la comarca,
señero y orgullo en la mies,
tiene un amplio altillo
donde se oyen pasos
y trajines matinales.
Alguien canta y asea las habitaciones.
Una sosegada anciana,
acomodada en mecedora de mimbre,
teje su calceta junto al lar
A pocos pasos la endeble niña,
escucha leyendas que le cuenta
sobre el hombre pez
absorbido por las aguas;
profunda y succionadora risa hacia
dentro
que Dios hace cuando
quiere digerir la inocencia.
Honor, gloria… loa celestial
de tan elevado y sutil gesto.
De soslayo, mientras escucha,
la joven observa
cómo sale la harina amarillenta
desde el estrangol
hasta el capacho de bañías.
Hondo , destellante…
a medio colmar.
Fuera, árboles densos y centenarios.
Eucaliptos, robles y tejos
huyen por las orillas del Miera.
El valle linda con las montañas
Que forman grotescas imágenes
como la llamadas Tetas de Liérganes
y el río no tiene otra salida,
que la bajada a la mar.
Lado norteño donde el Cantábrico suena
sobre las cumbres y tras ellas,
cuando galernas enfurecen las playas
y las arenas vuelan como amantes
del viento que rola devastador
cual viajero del Norte.
A lo largo de la serranía
verde, llana y misteriosa,
los pueblecillos se estiran
de Pamames a Saron…
y afluentes de caminos
se comunican entre sí,
con ajetreado trasiego.
Carreteras serpenteantes
orilladas por las frondas
que parecen cubrirlas,
hasta llegar a Vega de Villafufre.
Planicies y colinas verdes,
acogedoras villas,
casas indianas y pasiegas
soberanía de palacios
como el de Soñanes en Villacarriero.
Tímido y ecléctico,
fundamentalmente barroco,
construido a comienzos del siglo XVIII.
Tierras donde viviera y se inspirase
el gran Lope de Vega.
BECERROS
Las miradas más profundas
son las que no tienen fondo,
aquellas en las cuales descubrimos
hasta las más pequeñas humanidades.
A Dios se le cayó un diente
cuando observó harto de risa,
a los adoradores de becerros.
Tan viejos, tan viejos…
caminan en el tiempo,
que más que becerros
son mansos bueyes.
No hay brillantes que reflejen la luz
como las lágrimas;
cosa que los cabestros de este tiempo,
carecen de ellas al no tener ojos
más que para el brillo
del poder y del dinero.
Entre espinas han brotado,
las flores más bellas
de este mundo.
Membranas de nuestro organismo,
absortas en ideas fijas
para salvarse de las garras
del ternero “embueyecido”.
Mas con sutiles trenzados,
atrapados servimos de alimento
a esas masas cárnicas
que pacen por los suelos
como gigantescas ratas.
Espantos del endurecimiento.
Transformación de la suma miseria
Atados seductores.
Estatuas de sal oscura
que viven en sombríos pozos.
¡Becerros de Oro!
PERDIDA
Llamo desde mi eternidad
con murmullos de otro,
a quien sepa
dónde se perdió mi infancia,
dónde mis lágrimas quedaron
con cada sonrisa de tiempo descuidado.
Ojos de penas sin expresarlas.
Escondida está mi voz
bajo el barro humano;
silentes son mis pasos
en las transparentes noches.
Reloj que llevo en el pecho
sin cuerda ni maquinaria.
Pocas alegrías
de las hojas caídas.
Primaveras sin fondo,
horizontes de simples campos.
EL ARTISTA
(al pintor J. Mena)
Importa poco
el no poder verle.
Mas bien diría
que jamás llegué a conocerle.
Cuatro palabras en un chat
y las obras que veía.
Sus años de lucha
para dominar tal arte,
pudieron ser de monotonía
o de gozos y delirios
propios de los artistas.
No sé si hubiera nada interesante
en los trabajos que hiciera
para ganarse la vida
de pellejo y hueso
acompañado por la bebida.
No creo que nada de ello,
influyera en su carácter.
Debió de adquirir experiencia
a base de carcajadas,
que mas que de las tripas,
de sus disparates salieran.
Noches embadurnadas de colores.
Cocaínas bajadas de los cielos
que al amanecer vomitaba en pinceles,
emborronando los lienzos
con genialidades marcadas.
Remolinos de su subconsciente
que se fijaban en el más allá o más acá.
Abundante material pudo adquirir
en ese París moderno,
que de grises nubes y pájaros oscuros
seguían la curva de los puentes del
Sena.
Poco se sabe de aquellos tiempos.
Permaneció indiferente
como si nada le causara impresión.
¿A caso tuviera demasiada edad
para caer en el amarre del romanticismo
que corría por las calles
de un París que nadaba en arte?
He de suponer que cayera en el contagio
de aquellos días con supuestos amores,
olvidados o quizá no.
Para comprender el Romanticismo de la vida,
hay que ser un poco actor,
cómico de la risa divina
que hace salirse de sí mismo
y con lupa pulida,
observar las propias acciones
con el mismo interés del científico,
absorto y maravillado.
Es lamentable para mí,
el observar su escenario,
y hacer sólo conjeturas
de un ser ante su obra
en el rebote mayor del trazo
en
la peligrosa tela.
Jamás vi, ni en visión esfumada,
cómo hacía frente a sus fracasos.
Si animosamente o con desesperación.
Perseverando tercamente,
a pesar de sus dudas,
crueles enemigos de los artistas.
El secreto de sus luchas,
los guardó para sí mismo.
Y si en la soledad de su taller
lidiaba desesperadamente,
jamás dejó que nadie viera sus demonios,
ni adivinara sus congojas.
Anoche mismo se fue,
entre las sucias sábanas de la cama.
Encogido como bestia temerosa
y rodeado de sus cuadros.
Obra de J.Mena
EN MI SOLEDAD
Alfombra de silencio,
soledad que llevo dentro.
Altas troneras ciegas
donde veo cirios por cielos.
Mariposa que voló hacia el mar
ahogándose en sus aguas.
Pinto su recuerdo en lienzos,
ornamento las estancias.
Paredes cantan sus alegrías
en contraste con mis penas.
Transparentes uno fuimos.
Espíritu y materia juntos.
Sonrisas divinas que amargan
con escultura de muerte seca.
Amor que se quebró.
Torcido y escaso el corazón.
Ahora en mi interior,
preciada carga ligera
de ese duplicado uno,
convertido en cero.
Pintor: J. Mena
OJOS GRISES
Ojos grises,
como el frío hielo.
Si mirar hicisteis
con dulce soslayo.
¿Por qué os volvéis irritado?
Un no despertado sueño,
libre con vos quiero.
No con campanas de piedra,
badajo con el que oigáis
mi llanto.
Ojos grises…
Ojos de llamas fieros.
Arder sin consumirme
dentro de vos deseo.
AMOR
Me deleito en la mágica fuerza
que de sus manos baja.
Con alado de salmos bellos,
amor entregado
al cálido roce
de transparentes mares.
Humanos duermen en sus orillas.
Semifusas celestes entonan
su amor de risas.
Erguido sentimiento
en calurosos abrazos.
Caminan amantes
en azuladas aguas
cual espíritu reflejado
de su bella imagen.
Llama divina
que se alza en vuelo.
Paloma blanca,
fogosa, tierna y venturosa.
Espíritu sagrado
que no necesita disfraz.
Danza sin control
y con deseo.
Yo soy suya,
ave virtuosa
de blanca sencillez.
Pintor: J. Mena
VIDA SIN BRILLO
Tras mi destino grazna un cuervo.
Hay lobos que acechan en el camino.
De sus corazones infecta linfa
sale disfrazada de mosca.
Lucho tras muros de jazmín,
mientras carroñeros
se apoderan de cementerios.
La luz pura es penumbra.
Estoy triste y cansada.
Abrazo a mi amado
y lo siento escurrir
como río que deja de fluir.
Sus dulces palabras intensas
son débiles y pasajeras,
hijas de vientos que se las llevan.
Tristes flores pisoteadas.
El polvo cubre la casa.
La alcoba quieta y fría.
Te fuiste, amado mío.
La vida no tiene brillo.
ELEGÍA
Dicen que me casé yo.
Que cumplí tus deseos.
Que te di mil alegrías.
Mas guarda tus armas, traidora.
Quita tus manos de encima.
Que sé por dinero viniste,
y amantes retozan en nuestro lecho.
Si pensante que te amaba,
cierto es cuando te vi
en El Bosquete de las Rocallas
del palacio de Versalles.
Cortesía esperaba al amarte,
más vi que sólo deseabas
enterrar mis huesos,
anhelos de que mi pobre carne
fuera pronto pasto de gusanos.
Haz tus pies ligeros,
y sal de esta casa
y como si no estuviera,
reza un miserere,
antes de que yo pague
un requiescat in pace
por tu mezquino cuerpo.
ATRONADORA RISA
Inconsciente se acordaba
de las voces ásperas que chillaban
y pregonaban con desatino
que los judíos se comían
a los bebés vivos;
que cortaban los pechos a sus mujeres,
les trituraban los huesos,
follaban los huecos de los ojos
para acabar bebiendo su sangre.
La Jidah había empezado.
Una Guerra Santa para acabar
con todas las guerras.
Infieles atacados y expulsados.
¡Partid enseguida!
¡Volved con fuerzas victoriosas
para recuperar vuestros hogares,
para confiscar todo cuanto los sionistas
hayan acumulado!
Millares de ellos,
entre lágrimas y voces,
oyeron y creyeron.
Corrieron despavoridos
con sus escasas pertenencias.
Se pisoteaban y aplastaban
los unos a los otros.
Apelotonados avanzaban
hacia Siria, el Líbano y Gaza.
Entraban a Jordania a raudales.
Ingentes cantidades de peso,
cruzaban por el puente de Allenby
que abarquilló bajo su lastre.
¿Qué hicieron por ellos
sus hermanos árabes?
Lazos familiares les unían…
y construyeron campos
cual prisiones cerradas.
Y los dirigentes gozaban
en bellas tiendas de campaña.
Paraísos creían que iban a caer.
Judíos muertos,
y un sinfín de doncellas
a las que podrían violar.
Jeringado juego el de la política.
Arrugada vieja que sentada en el lodo
muele garbanzos en su escudilla.
Los privilegiados con estudios
se establecen con premura.
Los pobres, retrasados y enfermos,
habitan en los campos
como animales de corral,
reproduciéndose como tales.
Miserables laureles de la victoria.
¿Esa es tu atronadora risa, oh Yahvé?
AIRES PROVINCIALES
¡Qué dulce la grata
sombra del platanero!
Sus ramas se entremezclan
formando tejados verdes
donde descansan las avecillas.
Aires provinciales que traen
recuerdos de esa infancia
que jugaba entre las calles,
y con el toque del Ángelus,
el rezo de mi alma.
Y en la plaza suelos de arena,
rodeada por casas sobrias de piedra,
paredes donde se apoyaban
los ancianos con sus largas pipas.
Y pasaba el cartero
en su vieja bicicleta
que resonaba con chirridos
a vuelta de pedal y ruedas.
Y por allí el afilador,
con agudísimos tonos.
Y las mujeres en delantal
corrían con sus cuchillos y tijeras.
Y ya llegaba el domingo,
con nuestras mejores galas
escuchando el sermón
de Don Marcelo,
en una iglesia abarrotada
de santonas con mantillas
que se miraban de reojo.
Y desde el Kiosco
sonaban los pobres instrumentos
de los músicos del pueblo.
Melodías sencillas,
intimas y plenas
como los corazones
de los que escuchaban.
IRONÍA DE LO INALCANZABLE
¿Por qué si lo que andas buscando
no existe en ninguna parte,
insistes en hallarlo?
Bien pesando,
todas las cosas compuestas
se desintegran.
Mejor pule tu espejo.
Sí, ese que tienes en el corazón.
Siempre quedará un reflejo.
¿No es irónico que quieras
lo inalcanzable?
No eres Dios.
¿Y quién es Dios?
Uhhhhh…. ¡ya empezamos!
¡Esta rueda nunca se desintegra!
¡No es compuesta!
SALTOS DE AJEDREZ
¡Oh, queridos amigos míos!
¡Cuán sagaces sois!
Os movéis como piezas de ajedrez.
Sirvientes de las reglas.
Cada uno en su casilla.
Cuadraditos que os marcan direcciones.
Cual peones vais de salto en salto
dejando que os den tortazos,
trabajando para otros.
Y con mayor categoría
todos los de la segunda línea.
Piezas con medias de seda
que piensan se les harán agujeros
si se ponen de rodillas.
¡Oh, queridos amigos míos!
La lucha se enciende con furia
en vuestros corazones.
Ese ajedrez que tanto adoráis,
tiene por finalidad
el hecho de que aprendáis a pensar.
Que no es cuestión de estatus y posiciones.
La lucha es saber avanzar
sin importar quién es
el que va a ganar.
Vendrá un futuro no muy lejano
donde el hombre se hará exigente.
Valores que dará a su trabajo y tiempo,
con el alimento que da a su mente.
¡Oh, queridos amigos míos!
Necesitareis estructuras sistemáticas
para
retener en la Gran Neurona
todo aquello que os llame la atención.
Las piececitas tienen que pensar por sí mismas,
o vendrá el ogro y se las comerá.
INDIGESTA GLOTONERÍA
Muchas gracias,
los bollos son increíblemente buenos.
Ahora tendré que comer ensalada
durante un par de semanas.
Se dio unas palmaditas en la tripa.
Le recordó que a partir de los cuarenta,
lo único que crecía era la cintura.
Algo que debía de tener en cuenta.
Se levantó de la silla de la cocina.
Tuvo que sentarse de inmediato.
Parecía como si tuviese una tonelada
de hormigón en el estómago.
Concluyó que no había sido sensato
atiborrarse de tantos dulces.
Intentó cruzar la sala.
Los ojos se le cerraban.
Un millar de enanos relucían
y despedían destellos a su paso.
El pasillo se hizo eterno.
La salida a cámara lenta.
Una mujer de hierro,
le franqueó la puerta.
Único testigo del atracón
que se había dado.
Se sintió avergonzado.
Fue fantástico salir y respirar el aire.
Alivio que le dio a su mareo.
¡Despierta cabeza insana
antes de que por la boca
salgan tus tragaderas!
Y aquella mole de mujer
le colocó una bolsa en la mano
abarrotada toda ella de bollos y un enano.
¡Qué castigo era ese!
Con la mano en el estómago,
lanzó un hondo lamento.
para que se crucen las gasas,
para que el amor se disuelva
Domitia de blanco.
Jazmines cubren sus promesas.
Radiantes sus pupilas se funden.
Pureza de aurora
asientan sus abrazos.
¡Qué desdicha de repente!
Las mesas vacías.
El coro callado.
La dama tendida
en el mármol del suelo.
Grita el amor en desconsuelo.
Carcoma voraz la deja sola.
Allí pone su boca en su boca,
que fría y cerrada
ya no suspira.
Esquiva y veloz cruza la Parca.
Trémula succión.
Insuficiencia de la carne.
Y cubre con níveos telares
los hablares de la muerte.
Lágrimas reclaman a un cielo
con el vaho de la exudación
que el dolor siente
contra esa letra de amor,
contra aquella aniquiladora luz
transformadora de cenizas.
Silencioso llorado.
Besado el terso párpado.
El pecho triste.
Roto corazón sin vida.
¡Por qué, por qué… Dios,
yo vivo, vivo, vivo…
y no muero con ella!
A lo lejos, hay un chorro de música
irritante y doliente,
disgregando las burbujas
del vidrio de las copas.
Risa mordaz,
mientras crujen los dedos.
UN INSTANTE
Hojas brillan como el Sol.
Desde la flor de la lenteja de agua,
el colibrí salta y pasea
bebiendo los
néctares de las flores.
Ecos vienen de algún lugar.
Y lentos mantras de lo alto,
con golpes de varas,
rezan letanías.
Y todos los sentidos
se hallan despiertos a la alegría.
Tan profunda energía removida,
que en el breve tiempo
de un cansado soplido,
llamaran a los mortales a gozar
de eso que llaman felicidad.
SOBRE EL LEER
Me preguntas qué es lo bueno de leer.
Yo respondo,
la importancia de
mover un dedo.
Por un lado a lo largo de la palabra,
por el otro, con el giro de la página.
Dignidad en todo ello,
y más aún en cada sílaba, cada frase
que remueven los mismos movimientos
del cerebro.
Acto que hicieran los Césares y escribanos.
No es más distante,
ese elegante movimiento,
que aquél que escribió
con pluma de ganso
o trabajó las siglas en la piedra.
Y aunque todo parezca diferente,
todo continua de igual forma.
La curiosidad y afán del saber
siguen el mismo idioma.
Así ha sido, es y serán
desde el ayer a la eternidad.
En cada escrito,
un persistente lector
que moja el dedo en la boca
y pasa la hoja o aprieta la tecla.
PREGUNTAS
Estuve paseando con mi amiga por la huerta.
Atardecer de geranios rojos destellaban
como puertas de heridas mal curadas.
Al pronto, saltó un gato.
Ella alzó la mano para saludar al vecino.
Un caballo relinchaba.
La cosecha despuntaba.
Eso fue hace tiempo.
Tanto que hoy no existe el huerto,
ni ninguno de ellos.
El gato, la amiga y su mano,
el vecino y el relincho del caballo.
¿Dónde está todo ello?
¿Ese frágil momento
marcado por la línea roja
de un atardecer de geranios?
Pregunta que hago con curiosa aceptación
en el declinar de mi vida.
FINAL DE UNA VIDA
Cayó su edad en años de cosechas.
La abundancia se hacía eco en el mundo.
No había terremotos, ni sequias o inundaciones.
Las estaciones transcurrían con firmeza.
En los lejanos países,
no había guerras, ni revoluciones.
Años de descanso para la tierra.
Y habían valores que crecían entre las gentes.
Era triste decir adiós
a un mundo tan sereno.
Sabía que su memoria perecería,
al igual que su cuerpo en cenizas.
Y ya cuando fue sepultado,
ciclones y tsunamis
se arrastraron por el planeta.
Despertaron los volcanes
y el fuego consumió montes y bosques enteros.
Y en oriente comenzaron las guerras,
y él, en el letargo de la muerte,
inconsciente de todo.
EL PIANO
No tuve ese don.
Sólo podía admirar
el oscuro piano apoyado en la pared.
Alguna vez toqué sus teclas.
Pero era mejor parar
antes de que el mundo se enrudeciera
escuchando los mazados
que le daba.
Era como una sombra
cuya tapa rota
servía de reclamo
a danzarinas ratas que bailaban
mejor que yo con sus notas.
Hasta los rayos de luz,
conseguían tenues sonidos,
vibrantes, con ritmo...
Ah, mis amadas Musas,
que no me concedisteis ese bello don
de abrir arpegios al aire,
crear sinfonías y hablar con los sonidos.
Puertas para mi cerradas.
Otras prohibidas abristeis
para consuelo de mis ojos
en absurdos anhelos.
Diablos de la desmesura.
Ángeles que se durmieron.
PÁLIDA VIDA
Sentada frente al mar,
pálidas están las ganas de vivir.
Los acantilados los veo rugientes.
El árbol sujeta mi suerte.
Envidio esas olas que mueren
en rompientes salientes.
Y cuando el gran salto llama,
siento tu mano que me agarra.
Florecillas amarillas ven mis ojos,
entre el azul de mar que se parte,
y el gris de la roca que me sujeta.
Y me coges entre tus brazos.
Y secas los ríos de la cara.
Me llevas de la mano a casa,
mientras un sol brilla en lo alto
y tu voz recuerda,
el oro que mi vida vale.
SAFO
Hay mariposas bajo el cerezo.
Resplandecientes horizontes
derraman pétalos en nuestros cabellos.
Por la punta de nuestras plumas
se desgotan ríos de poemas.
Vuelen nuestros empeños
en finos caldos de uva fresca.
Abandonadas a placeres;
recitamos versos
y nos besamos.
¡Ah, si Safo estuviera con nosotras!
¡Ecos en suspiros llegan!
Y sonríe seductora
desde un congelado cielo.
Mente guardada en el vaivén del tiempo.
Escondida entre pasajes
la que fue boca viva.
Imposible decir palabra
pues desfallezco toda pálida.
Paseamos orgullosas,
nuestras falsas rimas
que se creen gloriosas.
Mas sigue sutil bajo la piel,
aquella que cantó al ciruelo.
Flor de la colza
sentada en el templo.
¡Ah, si Safo estuviera con nosotras!
“De ella ver quisiera su andar amable.
Y la clara luz de su rostro
antes que a los carros lidios
o a mil guerreros
llenos de armas...” (Safo)
Extensas margaritas cubren el césped.
La historia se repite.
Y el cuerpo de frío fuego
se enciende.
¡Qué belleza de desnudos y versos!
JAZZ, JAZZ, JAZZ
Suavidad, cadencia, jazz…
Alegoría de esa nube huidiza,
algodonosa en sus formas
de figuras pasajeras;
caras hieráticas,
ahuecadas en las paredes del sonido;
vértice cautivante
del verso y del acorde.
El saxo suena.
Jazz…
La batería invade el discurso
que camina entre crepúsculos,
entre sombra visionarias,
oscuridades ondulantes…
y la naturaleza
calla,
los objetos callan…
escuchan...
jazz… jazz…
Piano, contrabajo y saxo
medida de nueva poesía,
metáfora con color,
densidad, repercusión…;
fría , caliente…
Realidad sónica
que medita en la
palabra
en notas de anarquía
que sucumben en el beso de su orden.
Amor de jazz que crece.
Armonía que envuelve la nota
y el acorde en sí mismo;
el organismo vestido de verso,
mancha de tinta en los papeles.
Palabras conjugadas con sumisos arpegios
que enamoran los sentidos.
Grados y notas que se pierden en las siglas
del músico y el poeta en acierto
antes de cualquier texto.
Séptimas disminuidas, novenas…
Jazz… jazz… pureza del jazz…
Plural arte
del acorde que subyuga.
Figura de
expresión
donde se apoya
el cuerpo mío
y la mirada se deshace.
Bocanadas
de humo
reconfiguran
lo que puede ser melodía
contundente
cual oda derramada.
Romance
natural que pasea,
sutil
tiempo de amar
entre las
teclas del piano,
las cuerdas
del bajo
y el gemido
del saxo...
Mudez de deseos
arenosos
que alzan
el vuelo.
Tacto,
respiración, jazz…
EMOCIONES
Me rompe el pecho
la ira que abrasa.
Mi lengua ladra
como perro ignorante,
flemática y descuidada.
En la cueva de mi corazón,
mentes navegan.
Turbaciones vienen y van,
y de esta vida se desvanecen.
CONCIENCIA
Ojos me miran,
me miran mis ojos.
Corazones laten,
en mi propio pecho.
Cascadas de dicha
fluyen en mis venas.
Como fuente de vino amargo
las penas del mundo
son mis congojas.
Olas que pasan,
apenas me rozan.
Mareas del tiempo.
Nonato eterno.
Soy y somos las
sombras
de alargadas vidrieras.
Ser que oculto
como caracola marina
en el revuelo de lo profundo.
AL BARDO IMPÍO
El más dulce cantor
aparecía como cita.
Era el poeta predilecto
de aquella a quien amaba.
Murió mientras yo estaba sano,
y la
primavera amanecía.
Apareció de pronto,
como la alborada,
junto a la entrada de la abadía.
Manchones de aros silvestres,
cubren las grises paredes
que rugen y crepitan con el tiempo.
Se me hace que fuera fantasma,
al tanto que ella lanza un grito.
El dulce cantor, bardo que viera,
no era más que un jilguero.
Amarilla su capa,
de tierno capullo su pico.
¡Oh!
¡Bardo impío,
que agosta la flor más bella!
Te fuiste en tiempo cristalino
a los torrentes más sombríos.
¿Por qué deseas llevarte
al astro más luminoso,
despeñar al duro suelo,
ese ángel de luz
que me da vida?
Mas, ¡ay,
dolor!
¡Que es mi amor, mi prometida!
ese ser para llorar nacido,
o vivir cual autómata del mundo
por un payador de arrebatados versos
cantados desde el infierno.
Dulces esperanzas trajo,
engaños a su corazón puro.
De porvenir renegrido la viste
y en abrojos la convierte.
¡Alejaros espíritu insano,
si no queréis que mancille la tumba.
Una estaca clavaré en el pecho;
vuestro esqueleto rociaré con fuego.
Versos
morirán con las cenizas,
viento que os alejará de ella.
Embarga impío lo que hoy siento,
mi quebrantada voz, mi sentimiento…
Suspira por ella el labio mío.
Ante mis ojos,
funesta vuestra losa… ¡ Yo, os maldigo!
DONDE VUELAN LAS MARIPOSAS
¡Oh! ¡Craso error!
No era a vosotros a quien hablaba.
Eran mis blandos recuerdos.
Eran mis pensamientos.
Hermosas razones traídas
para esclarecer las luz en los abismos.
Me mostraron sólo un rayo de belleza.
No pude dejar de amarlo.
Embriagada le estoy viendo
evaporarse entre colinas malvas.
¡Rasgad, Señor, los velos!
Dime, cómo te llamas
que quiero besar tu nombre.
Ya que el cielo te creara,
arder contigo eternamente.
Un rayo, sólo un rayo me ha revelado
la pureza del sentimiento.
---¡Insensata!
¿Quién más pudiera ver su hermosura
que la divinidad que le creara?
¿No he de amarlo?----
---Mas qué terrible destino el suyo,
estar condenado a círculos
entre rocas negras.
¡Ah, Señor, cesad de crear
lo que habéis de condenar eternamente!---
Atada a su piel me doblaba.
Oigo el eco de los secretos.
Mariposa ebria que la oscuridad temía
y rozaba con las quejas.
Parece que una voz descendiera
y desde el limpio cielo dijera:
--- Es cierto que puedo no crearle
y que a la vez puedo salvarle
sin merma de su libertad.
Y, sin embargo, es cierto,
que le he creado a sabiendas
de la desgracia que le espera.
Este misterio para tu pueril entendimiento,
es tan impenetrable como el conocimiento
de la pureza de mi existencia.
Pero todo incluye el mismo Credo.
Fíate de la ciencia y sabiduría
del Creador del Universo.
Cuando Yo te abra los ojos a la luz eterna,
entonces alabarás, en éxtasis de amor,
la providencia que ahora te atormenta. ----
Acabando de pronunciar estas palabras,
llamó Dios al hombre: Rayo de luz perdido.
Forma que creí divina.
Los oídos me cerraron a su voz.
Amor en mi corazón clavado
asomaba dulce y tímido,
con el suave aleteo del alma.
Yo estaba allí,
de vuelta al estulto mundo.
Él me miró con fascinadores ojos.
Comprendió mi sentir.
Pero ocultando la sien entre las manos,
rompí a llorar en silencio.
Se acercó, con silentes pasos,
me preguntó: -¿Por qué lloras?-
Y yo, exclamé:
---¡Oh, luz inmensa!,
¡Perdóname, Señor!
¡Vacilé, con vértigo,
al borde de tu abismo
donde vuelan
las tranquilas mariposas!---
LA FOTOGRAFÍA
Esta
fotografía que ves
de
engañoso colorido,
que del
arte ostenta sus primores,
muestra un
claro engaño a los sentidos.
Excusa los
años con programas
que al
efecto se desarrollan en estos días.
Un
photoshop inestimable
venciendo
el tiempo de los rigores.
Triunfo de
la vejez y del olvido.
Es un vano
artificio de cuidado.
Es una
flor delicada.
Es el
efecto más directo del narciso.
Es un reto
al destino.
Es un afán
caduco y, bien mirado,
es
cadáver, polvo, nada.
Con una
cerilla basta.
EL GRITO
Cierro mi
mano abierta
para que
no se escape el amor.
Tus
pupilas azules,
como mares
en calma,
encubren
un fulgor de confusiones.
Tu sombra
traviesa
me
embriaga con sus caricias
como vino
donde duermen
los
mejores sueños.
A la hora,
cuando cae el sol dulcemente,
cuando danzan
los dementes,
asoman en
nuestros ojos
el brillo
del deseo.
En vano me
repites,
eres dulce
encanto.
Mientras
revolotean las luciérnagas
entre
nuestras sombras.
Y es
entonces,
cuando sin
vernos ni sentirnos,
más nos
besamos,
más grito.
PERROS EN LA LLANURA
Un chasquido
de puerta.
Unos ojos que
miran.
Una nube de
polvo
y el coche
desaparece
La mochila
pesada.
Tengo
agujetas en las piernas.
La
espalda sudada.
Y veo que el
sol se esconde.
Cerró la oscuridad.
Aparecieron
las sombras.
Detrás de una
arrastrada niebla,
extrañas
figuras imaginadas.
Algo confuso
y desorientado.
A lo único
que aspiro
es encontrar un lugar seguro
en aquel
inmenso llano.
No hay Luna.
Cumbres de
nubes.
El peligroso
acecha.
Mato a una
serpiente.
Horas que
cortan paisajes.
La suerte
está conmigo.
Entre grandes
rocas,
encuentro un
refugio.
Respiro
aliviado,
un tanto
agitado.
Me parece un
palacio,
un oasis
encontrado.
Nunca hubiese
pensado
hallar en ese
hostil paraje,
a un anciano
desgreñado, andrajoso…
de mirada
furtiva y no muy amiga.
Los dos nos
asombramos
al vernos en
la entrada.
Primero una
ojeada.
Luego una
impresión.
Siento que
este encuentro
no augura
nada bueno.
Es grande,
desharrapado…
Da miedo…
Medio animal y medio hombre.
Parece ser
hermano de lobos.
Ojos con
venillas de fuego.
Deberé tener
cuidado.
Le miro
fijamente.
Recuerdo
una navaja
que llevo
dentro de la bolsa.
Pequeña
seguridad incierta.
Observo el
bulto del bolsillo
de unos
pantalones raídos.
Pienso: Quizá
lleve un arma.
Movimientos
lentos.
Enciendo un
cigarro.
Adopto pose
de estar cansado.
Él también
saca otro.
Nos
espiamos de reojo.
Dejo la
mochila en el suelo.
Me siento,
repaso mi memoria.
No llevo nada
importante.
Puedo correr
y escapar.
Doy una
intensa calada
y hago roscos
con el humo.
Luego tiro la
colilla al suelo
y la aplasto con la bota.
Al
punto, él hace lo mismo.
Con los dedos
la estruja
contra la roca.
Le veo unas
uñas negras.
Evitamos
mirarnos un rato,
sin dejar de
controlarnos.
Al final decido no tentar al diablo.
Me levanto.
Él repite el mismo acto.
Y sin tratar
de evitarnos
salimos de la guarida,
al igual que
los animales.
Nuevamente buscando
el camino.
Sin decir
palabra alguna.
Él coge una
dirección.
Yo, otra.
Marcho a paso
ligero,
quiero poner
distancia.
Me viene a la
mente
un
pensamiento.
Advierto que
no somos lobos,
sino mas
bien,
dos perros
inquietos
que se
observan, olfatean y alejan.
Conclusión:
Animales y
hombres, todos iguales.
Hay que
buscar otro cobijo.
Me siento colina
sin suelo.
CAMPOS
DE ARENA Y AMAPOLAS
Mirando un
llano de ruinas viejas,
admiré con
asombro
un salpicado
de amapolas
entre secos
arenales.
Pensé que
eran gotas de sangre.
Rojo alucinógeno
que se extendía
por atrapadas
piedras del pasado.
Ecos triste
de dolores,
que agónicos
paseaban
entre sus
colores.
Mas hubieran
agradecido,
beber de sus
pistilos,
aquellos
encarcelados
que aun
pasean sus males
por las
estrechas e intrincadas grietas.
De la noche a
la mañana,
en la humedad de la mazmorra,
cargados de
hierros,
con una barra
de grillos
inmovilizando
pies destrozados,
una argolla
en el pescuezo
y pendiente
de ella,
una cadena de
más de 10 arrobas.
Fiel retrato
de un penal que regía
en un
Marruecos de hace más de un siglo.
Y cuando
agonizando se hallaban,
a rastras
llevaban al estercolero.
Allí morían
peor que un perro.
Alguno vi en
el rigor del invierno,
surgir de lo
profundo de la arena
que pareciera viviera unos días
en una agonía
lenta.
Vomitaba por
los infiernos,
todos los
dolores infringidos
por cuatro
destructoras langostas.
Moros armados de espingardas
señalaban el
cielo
y preguntaban
no se qué.
Visión que se
perdió,
cuando las
amapolas se abrieron
entre el ocre
de la arena seca.
LO QUE PASA
¡Cómo duele hermanos,
saberse de memoria la H del hambre!
En la ciudad donde me encuentro,
soy como perro,
me arrojo a comer.
¡Viva los niños que tocan campanas!
¿Alguna vez condecorarán al poeta
que canta el lenguaje del bronce
y versa la H del hambre?
Caminemos, caminemos…
cantando por dentro.
Así hacemos historia,
relamidas del tiempo.
Con la H al cuadrado.
Con campanas sonando.
Crecidas uñas y pelos
junto a transparentes huesos
y palabras de golpes y llantos.
Y yo con ellos, con todos…
veré subir sus sombras
entre oleajes de rostros.
Exhalo mi aliento
también en estos versos.
MI GALICIA QUERIDA
(a Mari Carmen de Mablaz)
"Caía a plomo una llovizna tierna
sobre los cruceiros de los caminos,
sobre los campos de viñedos.
Y las cascadas acompañaban
con sus pluviosas alegrías.
Al fondo se oían las campanas."
SATURNAL DE VENGANZA
Años pasaron como cautiva rata.
Señor poderoso y admirado.
Años combatiendo
bajo los pesados fardos,
defendiendo un honor
que no entendieron.
Ahora regreso a un hogar
que no conozco.
Luminaria de lámparas
encendidas en la noche,
donde el amor se esconde
tras la muralla de su mirada.
Ciprés que se levanta
de un carbón encendido.
Se afila las uñas
a la luz de la soberbia.
Trae consigo los despojos
de aquellos gozos miserables.
Y mientras confiado feliz se relaja,
saturnal de venganza;
el filo saja su garganta,
la vida se fue en perfumada agua.
O ROSAL
(Valle de Galicia -Pontevedra- España)
Entre el follaje perenne
de una Galicia escondida,
verdes los paisajes
llaman con sus cantares.
Desde la ventana de mi pensamiento
veo viñedos que tintan
a un rio Miño,
a un profundo océano.
Cómo te quise y quiero.
Bondad de un clima
que viene de ancestrales tiempos.
Que vive unido al amor
en el pecho de sus villas.
Viajeros errantes
cuyos ojos se pierden
en O Rosal y sus restos.
Descanso que da al alma
el silencioso monasterio
de Santa María la Real de Oia.
Cada rincón aguarda sonriente.
Rayos de sol dorados
alumbran un paisaje de reyes
que ya sufrió en sus carnes,
el fuego y el llanto de sus viviendas
además del Priorato.
O aire puro,
aurora e visións de ás prata
Tendo a miña fe
Nos seus ollos.
Puro el aire,
el alba sonrosada
y visiones de alas plateadas
que llevan mi fe
en tu mirada
Imos reunir no camiño.
Vayamos juntos por el camino.
En hileras dispuestos
los diecinueve Muiños do Folón
donde se escucha la estereofonía
que baja de la montaña
y pasa bajo el puente.
Corre el Miño con sus aguas claras.
Y las aves hacen sus nidos.
Beben de la apacible corriente,
mientras miramos en su espejo
sombras que se reflejan.
Linfa inmaculada,
el nenúfar brilla
por entre el verdor
de la frondosa orilla.
Amor dulce que se escapa.
Amor eterno en O Rosal
donde suspira todo el valle.
Nubes de transparentes grises,
casas de oro navegan
por entre pastos de amores.
Y yo, trovadora rendida,
a pie subiera hasta la más alta loma,
para quedar convertida
en rosal para vuestra vista.
Allí huir del mundo,
quedarme prendida en un sueño,
dejar que las luciérnagas velen,
y los astros centelleen.
Soledad donde me quedo
para llenar al mundo,
de ese paraíso tan bello.
Fantaseo, imagino…
mientras el pensamiento
y la vista se recrea ligera
en las risas y alegrías de esas tierras.
¡O Rosal, fiestas y romerías…!
Y corre ese vino fresco
que desde su raíz nace,
y las gentes hablan en cantares,
y las meigas bendicen.
Si alguien sueña
con un paraíso perdido,
con amores que se agitan,
con versos en sus viñas,
que vaya a O Rosal
y ahí, encontrará su sitio.
EN LA LOCURA DEL MOSAICO
DE TORRE DE PALMA
Escribí el libro así,
como el mosaico de Torre de Palma.
Perdida retención de la mente,
dibuja con las siglas
diferentes cuadros,
podando jardines
de perfumes de hiel.
Diferentes baldosines de bordados.
Un sátiro y una bacante,
un Sileno ebrio, caballos
y ménades bailando.
Apolo y Dafne
con un Hércules bebido
descargado sobre Mercurio.
Encogida a ratos,
me revuelvo entre las páginas.
En blanco me quedo.
Admiro el labrado alicatado,
pasadizo donde hallo a una Medea
meditando el infanticidio
y a otro enloquecido Hércules
a punto de matar a su mujer,
y a sus propios hijos.
Descalza beso los lotos del lago
donde me baño desnuda,
descanso del delirio que circula
y desvestida sigo escribiendo.
¡Oh, placer de mi cuerpo
entre papeles trastornados!
Triunfo báquico
que no pertenece al tíaso de Dioniso
Risa escarlata donde me meto.
Yo no soy de ahí,
y ahí me veo
cargada de vides.
Así como Teseo mata al Minotauro,
en el itinerante laberinto me pierdo.
Selvas y carnes prietas
sonríen pálidamente bellas.
Alegres floreros
como obras maestras
de este taller de baldosas,
cual si fuesen dibujos
de un Picasso del siglo IV.
LA ROSA ROTA
No cojas la
rosa
quebrada y
rota.
Es como arena
roja.
Disminuida,
robada…
sus
pétalos resbalan
por la palma
de la mano.
Corazón verde
de seca
corola.
Helada y
frágil,
perdida
flor de fuego.
Sin brote de
aroma,
sólo rasga
los dedos.
Soy nube que
viaja.
Soy aire de
cielo.
Soy gota de
agua.
Soy barrizal
de tierras.
Carcajada
infinita,
de esa flor
que se asoma
a tu ventana.
Dame papel y
pluma.
Girasoles y
días de oro.
Paisajes de
versos
germinarán en
tus pupilas,
mas no cojas
la rosa quebrada y rota.
PARPADEO ETERNO
Sentada en el suelo,
se alza sobre la cabeza,
la bóveda de negro terciopelo.
Deslumbrantes ráfagas de luz
surcan el firmamento.
Estrellas fugaces
o nuevos fenómenos
que ni la mente imagina.
Y las estelas luminosas
describen la misma ruta
entre el tímido parpadeo
de las estrellas.
Como yo, el cielo mira.
No conozco, ni veo,
ni sé si existen rostros.
Pequeños agujeros abiertos,
flotantes cuadrados…
formas de conciencia confusa,
dulces… ya ni sé… divinas.
Me embriago
con ese algo transparente.
Azucena que se esconde
esculpida por lo eterno.
Es demasiado ese torrente
que viene de arriba,
que viene de abajo.
Eternidad que emana,
en salteados caminos
donde los errores no existen.
¡Ah, brisa de libertad
acurrucada en tu hora,
en tu pecho, en tu recuerdo!
Muéstrame tu blando lecho
de piedras que vuelan,
de senderos malamente elegidos,
para que teja nuevos
y alocados versos.
Nervios tirantes.
Ojos y oídos.
Veo volar al alarido.
Tronco rosado
amarrado por enredadera.
Guiño del más allá.
AMORES DE TUBA Y TROMBÓN
Hablamos de colonia,
de ese perfume fresco a rosas
mientras la sed oprime tanto,
o quizá mejor de las candentes losas
y del ardiente vapor de verano.
El aire reseco,
entorpece el inflado pulmón.
La cabeza disparada
en la tuba y el
trombón.
Núcleo de sinfonías
de abiertas puertas al amor.
Tocaban a veces juntos,
incluso fuera del auditorio
en una banda de jazz
que abría cuadrados de flores
entre paredes
que nunca tuvieron nombre.
Quereres disfrazados
alertaban con la
tuba,
excitaciones sensuales de sonidos,
y la trombonista ondulaba el cuerpo
en agitados contoneos.
Voracidad provocativa.
Sexualidad bohemia a ritmo de jazz,
cuando no, a melodías sacras
cual si estuvieran en verdosos lagos
de reflejadas notas donde el oído se pierde
y las miradas ascienden.
Boga la tuba con su obseso
sonido que acrecienta el beso.
Lingüística nacida
del viento y del metal.
Vibrante silbido de los labios
en boquillas tras columnas de aire;
tremolantes movimientos
parten con el instrumento.
Retroceden, tocan…
gimen porque nace el Sol.
Escondidos en nuevas
señas,
bajan a los infiernos de
Orfeo
de la mano de Monteverdí,
para luego con barrocos sentimientos,
interpretar pasajes de solitas.
Tuba y Trombón calan el horizonte.
Ahí en el ardiente suelo
saltan sus anhelos
hondos, muy hondos…
amores de viento.
Aquella gota transparente
encerraba el halo titilante
de un alguien con bigotes,
gigantesco copo de algodón.
Como masa de luz
llenaba la estancia.
No tenía manos.
No tenía pies.
No se arrastraba para avanzar.
No rodaba.
Simplemente se desplazaba
en sendero de plata
dirigido hacia el lóbrego túmulo.
Sólo fue un instante,
una décima de segundo,
y se extendió ampliándose
hasta rodear el ataúd.
Emergieron dos brazos largos,
gruesos, lumínicos…
acariciando el cadáver.
Y la luz se fundió con el cuerpo,
penetrando por su piel.
Luego desapareció.
Largos segundos de silencio.
Un dedo se movió
y luego otro…
Aquellos dedos que no tenían color,
se abrían y cerraban
en ejercicio digital.
Falsa y no falsa cabeza se alzaba.
Abrió los ojos y miraba.
Hábitos blancos cubrían su cuerpo.
La vista hacia el hueco de la caja.
Era una aparición o era un fantasma.
Se acercó a mirarla.
Su rostro afilado dormía.
Eterno lecho,
cirios largos alumbraban.
Todos la veían muerta.
Lagrimillas se escapaban
como manecillas de reloj
en los rostros ya cansados.
Y comprendió, comprendió...
el paso de su tiempo.
La grandeza
de un Dios que ríe
ante su sorpresa.
Estaba viva,
y todos la creían muerta.
MEDIÁTICOS PARLANTES
Me puse en pie a trompicones.
De algún modo llegué
a lo alto de la escalera.
Respiraba en cálidos gemidos.
El pelo chorreaba de sudor.
Cogí una cerveza de la nevera.
Las conchas bajo la casa
conversaban con voz grave,
emitiendo un sonido placentero
sintiendo que habían dicho algo
con sentido.
Al pronto quedaron ahogadas
por el eco disonante de un hombre
frente a un bosque de micrófonos.
Repercusión mediática por saber
con qué arte se va a correr,
tras un balón en calzones.
No habría conseguido tanta repercusión,
el rescatar al perro de la familia
de la crecida de un río.
Pero una violación o que te maten,
será noticia de escala,
relámpago que cruzará el mundo.
No es de interés,
el perro se ahogue,
el niño muera de hambre…
y tantas realidades más cruciales.
Pero todo el mundo se enterará,
de que el asesino guardaba tus bragas
en un cajón del escritorio.
Me alejé haciendo caso omiso
a las preguntas que formulaban a gritos.
Casualidad hizo que se apoyaran
bajo la pared de la ventana.
Ilustre juego de lenguas blandas.
Vi una niña con su mochila,
cruzar la calle ligera,
¿Será de las de palabras con calza,
o de las que hablan con borrajas?
¡Oh, futuro de mediáticas palabras
que saltan a la brava!
Por los cuernos os cogería,
para daros una estocada de punta garfiada.
Cogí un trapo de limpieza
y lo sacudí estirando el brazo
por la tronera.
No me importó
que se llenaran todos
de polvo.
HIJOS DE LA TORMENTA Y CANAS MUERTAS
Que la edad y los achaques
hurten sigilosos el aliento de la vida.
Que la juventud vigorosa
indague con sus ojos
lo que el futuro promete.
Misterios de la existencia
que va arrancando frutos
a medida que caen del árbol.
El sol se levanta por el este,
enciende el pelo cano
cual vela de llama tibia.
¿Verá el anciano el final del día
o sus canas estarán peinadas?
La tierra se echa a descansar.
No piensa.
Opaca redondez que le da nombre circular,
con ciegos ojos, tampoco ve.
Y así, dormido el uno y el otro,
no saben del encrespamiento y velocidad
de los hijos de la tormenta.
¿Qué harán con este mundo
con lámparas a medio encender?
HOJA
Hoy vuelvo a ser una hoja.
Frágil, pequeña, pegada a la rama.
Hoja perenne donde me refugio
y oculto mis pensamientos.
Del tronco extraigo la savia.
Sabiduría que buscan mis letras,
y aunque pocas,
revelan lo mejor de mis poemas.
LA HORA
Pasó mi hora.
Impalpable me veo.
Desmembrada y sin fuego,
como muerta vagando.
Haré divinas tierras magnéticas
con el amor que se me negó.
Y no importa el encierro.
Mi hora ya pasó.
No temo la soledad de un cuarto,
ni el olvido que el mundo da,
pues con papel y pluma
me basto yo.
LA MUERTE DE LA NINFA
Vaga historia te cuento, Fauno mío.
Quisiera responder a tu pregunta,
el silencio nos mata en cada estío.
Es el poder de Eros quien nos junta.
Impacto que sufriera más tu tío,
al crecer indigno odio, repunta.
¡Oh, gran temor! ¡la Furia nos desyunta! * (Desyunta = desjunta)
¡A las Erinias manda por empeños! *(Empeños= cabezonería, deseo…)
Soy Ninfa condenada por los sueños.
Tiemblo, crujo, tirito… ¡qué coyunda! * (Coyunda = dominio, domina)
De noche y de día surge la punta
bajo el fondo del río, señal santa
donde el amor encuentra a la difunta.
Nota:
(Soneto estrofas remaniegas de 13 versos endecasílabos)
BÚSQUEDA
No existía el Algo ni la Nada.
Ni aires ni cielos de hadas.
¿Dónde descansaba todo?
¿Qué era lo que cubría todo?
Quién sabe, quién, de dónde
surgió esta vasta creación.
Acaso en el seno de la mente a donde
la diosa acudió con invocación.
Cantaron. ¡Oh vida! ¡Oh sinfonía clara!
Era como si el gran corazón llevara
sensibles notas, ángeles divinos.
Y siendo una imagen del mundo
el noble arte de la materia que elige,
termino mi búsqueda en el campo abierto.
NAVEGANDO ENTRE CASCADAS
Y acunan al ignorante,
con papeles y tornillos.
Esfuerzo
de los martillos
perdidos en el horizonte.
Timonea entre las olas.
El mar con brillo altanero;
aromas de los romeros
desde la atrevida roca.
Juega capitán de mares.
Barca de papel tu nido.
Ríen las costeñas cascadas.
Aires que apagan luceros.
Corazón hecho de astillas.
Ocre orilla en ventisquero.
CANTAD
Sentada miro hacia lo alto.
Bellezas celestes abandonadas en los
aires.
Cantad, seguid cantando, plumíferos
del viento.
Cantad en todos los rincones
ilimitados.
En la noche, en el día…
Seguid cantando en las horas y el
tiempo,
que vuestros gorjeos suenen a flautas
con voces casi humanas
que confundan a los poderosos.
¡Oh, cantad con esa libertad tierna!
¡Oh, volad salvajes con el alma
abierta!
Sólo vuestros trinos son los que
oigo.
No importa que me detengan,
siempre jazmines adornarán mi
encierro
y vuestra voz sonará entre las rejas.
VIOLETAS
Ya no recuerdo.
Conducía despacio
y me vi cual pequeña florecilla
escondiéndose entre piedras.
Y era un ramillete de violetas
de aquellos de los ojales.
Engalando a los hombres
para acabar en el suelo.
Circuitos hacía el asfalto,
los coches me adelantaban
y mirando sólo de frente
violetas en los arcenes.
Dormida estoy, cansada.
Que ya no sé conducir mi vida.
Que soy mujer de orillas
queriéndose ir de esta vida.
Violeta me hicieron,
sin ser vista bien pisada.
Grandes pruebas
de la lejana aurora.
Ramillete de violetas;
violetas frescas recién cortadas.
Aromática esencia que me acompaña
mientras piso el acelerador a fondo.
Ramo inocente.
Tremendo secreto
entre las miserables rocas.
EL QUINTO CANTO
Si me viste con el rostro inclinado,
no es que mis pies mirara.
Prestaba los oídos,
a murmullos de cantos.
Si viste una espalda apoyada,
era la debilidad que al tronco buscaba,
allá donde el espino pinchaba,
en el acantilado.
Viajaba como en un sueño,
más y más lejos…
por aquel espacio de azul cielo
en busca de espigas doradas.
Notaba que el cuerpo se volvía pesado,
el aire que respiraba denso,
y cada vez el sonido era más alto
con entonaciones sagradas.
Flor de loto acompasaba
flotando en brumosas aguas.
Perdí la rosa blanca del alma,
ahí sentada,
acunada por el viento.
Miré atrás de pena.
Tristeza no contaminada.
La luz me besaba
y las hojas del árbol
crepitaban con mi llanto.
Y entre pétalos y somnolencia,
escuché un bello canto.
Voz masculina, impaciente;
exultante y cortejante.
Caminaba entre las olas,
como pastor con sus ovejas.
Entonces, en un instante,
sentí perder el control.
Una segunda voz cantaba.
Femenina pureza
de maliciosa condición.
Eco de un Cantar de los Cantares.
Tiré de mi misma,
casi al borde de la inconsciencia.
Equilibrio que frenó la roca.
Puñal de plateado filo,
sujetaban los dedos.
Allí, amor, te vi caído.
Desmembrado tu cuerpo,
con el corazón herido.
Y un tercer canto,
sonó al momento.
Goce amoroso y místico.
Texto sacro de alegoría profunda.
Ven alma de flor dañada.
Lenguaje de un ser que te llama.
Carne de amor divino
que se entrega a tu tonada.
Gaviotas sorteando las nubes,
bajo todos los soles del mundo.
“Dios mío, exclamé hacia mí misma,
ten piedad de mi.”
Y caí de rodillas.
Plumas de oro cruzaban
una luminosidad purpurea
de colores de alboradas,
cuando sonó el cuarto canto.
Mi amado es blanco y cano,
quedó dormido en sus recuerdos.
De los oscuros ojos,
lágrimas humilladas
por tantos remiendos.
Al pronto la voz que entonaba,
se hizo lluvia atravesada.
Sonidos del agua que gritaba:
¡Vive!
Después nada.
Y a pesar de tantas pruebas,
a ti poesía me agarro
cuando escucho el quinto canto.
Como centellas del universo,
la voz más alta y más bella.
Y en pico de plata cantan alabanzas
negro turpial, ruiseñor,
y cuando no la paraulata.
Aves que cantan mejor que el árbol
donde me recuesto cansada.
Me conociste y no pudiste estar conmigo.
Mi paso y mi mirada,
jamás están perdidos.
Así como hoja tierna,
a tus aires me entrego,
si quieres tener mi mano,
yo te la doy,
espero.
Al instante, Ave Fénix resurgiendo
de la opresión de su propio canto.
Árbol, acantilado, mar
y abovedado celeste,
mirando.
ACUNANDO SUEÑOS
El lago de Como sonaba al piano.
Arpegios tan dulces
como cristalinas aguas.
Era Galos quien la melodía tocaba,
mientras suspiros salían
de un vuelo que se cruzaba.
No había galán en la barca,
sólo manojos de sueños
en un acunado horizonte
que se perdía
entre brumas escondido.
Si palomas el mar cruzaran,
y fueran al norte de Italia,
vieran sólo una canoa dormida
en las eternas aguas del Lago.
El misterio escondiera,
a la Domitia del olvido.
Caminante desnuda,
dispuesta sobre otro mar,
con pluma breve y ligera.
¡Cómo te entiendo, amor!
¡Fantasma de mis anhelos!
Date a volar, que yo te espero.
Lloré mi vida, mi alma callada.
Olas saltan en risas de espumas.
Galos callando… Chopin tocando.
¿Y Mozart?, dormita recostado,
aprisionado en su Flauta mágica.
Y yo, presto oído al viento
esperando susurros de versos.
Amor que para mí fue clavado
en un pentagrama de corcheas y blancas,
de fusas y semifusas…;
descarriadas, mudas...
vestidas de letras,
mas no de besos y caricias.
Quiso el destino,
fuera edelweiss en la roca.
Solitaria y blanca flor
en lo más alto de la montaña.
Allí descansar primorosa,
en un silencioso madrigal
donde las cabras velan.
¡Oh, simpatía de la vida!
Por el encanto de un sonido,
de un verso que cayó en mis manos,
soy , sin ser y siendo… ¡poseída!
LA INFANCIA: LUCES Y SOMBRAS
Sentada como pájaro en su nido.
Invisible hacia el mundo.
Día y noche.
Frío y calor.
Las estaciones dando vueltas.
Y la cúpula celeste mirando.
El horizonte no estaba lejos ni cerca.
Se hallaba en la misma línea
donde se esconden los fantasmas,
bajo ese ardiente sol
que me volvía llama.
El agua hervía a mi lado.
Burbujas marinas subían hacia el cielo.
Y mariposas jugueteaban entre mi pelo.
Era la dulce infancia,
correteando por la pradera.
Todo era armonía y expansión.
Hasta que estratos de nubes
se volvieron glóbulos negruzcos.
Y la oscuridad cubrió todo.
Jarros de agua desnudaban
a una miedosa mente
que con la luz jugaba.
Y corriendo parpadeaba,
con gotitas en las pestañas.
Brumoso se volvió el camino.
El ceño fruncido.
Barro en los zapatos.
Barro en las rodillas.
¿Cuántas veces resbalara?
Llegué al único refugio:
La casa de los humanos.
Entreabría los ojos
buscando la luz
que me quitaran.
Chispitas encontré
junto a la chimenea,
y la Tiffany jugando con colores
en la mesita de la entrada.
EL BESO QUE DUERME
Silencio de escarcha.
Te doy el último beso.
Cenicientas las mejillas.
Flor amarga la de tus labios.
Repitiendo las oraciones,
cerúleo y acartonado el cuerpo;
mis ojos secos de lágrimas,
la boca de ceniza.
Te doy el último beso.
Retumba cual tambor hueco
la balada amarga
de dolores ebria.
Absurdo mundo
de mudos besos;
de rotos amores,
calados silencios.
Ad
infinitum, ad infinitum…
Ardua búsqueda
del beso que pierdo,
de un decapitar desierto.
Tres razones que alzan
donde morir bajo tus brazos,
quebrados queden los dedos
y se tornen las fragancias del alma:
Tus ojos plegados.
Tus venas sin sangre.
Tu boca cerrada
en un beso que duerme.
DE LA RIGIDEZ POÉTICA
Hoy voy de luto severo,
flores negras me acompañan
y todo el mundo se extraña
del féretro tan austero.
Goteando están los velones del día.
Lloros por el fenecer de la fantasía.
Rigidez de letras de poesía
que clavaron sentencias a la anarquía.
Muero sobre los ojos que me leen,
como avecillas por un instante vivas,
para caer secas en el inconsciente.
Sé la estrofa que encanta y quieren.
Sé guardar silencios de luna,
huir cuando sube la marea y se sienten.
ARMADILLO
Las ternezas de armadillo
de tu cálido corazón,
tienen máxima ligazón
con el caracolear solar
y las flores de amarillo.
En tus brazos tan confesos,
falsedades de embelesos,
con virtudes sin controlar.
Ah, mi pequeño armadillo
mal quedó el corazón,
sin fuerza de ligazón
con sencillo rayo solar
y sus lanzas de amarillo.
Perdidos labios confesos,
quedaron sin embelesos
en apagado controlar.
Rueda bola de armadillo.
¿Qué pretendes corazón,
provocar la ligazón
con opaco brillo solar
y los cielos de amarillo?
Muertos están los confesos,
y las mieles de embelesos
se volcaron sin controlar.
VOCES DEL FRÍO
¡Escucha, desconocido de bruma y nieve!
Un gorro blanco llevo puesto.
Gorro de novia del Hielo.
pues amante soy de las heladas aguas.
Hielo a un lado, hielo al otro.
Lienzos se posan
sobre nueve vísperas
a través de la niebla.
Ni una nube, ni un asomo del día.
ni muescas alargadas
de luces mortecinas.
Voces, sólo voces de Hielo.
Y el bendito poder que gira,
arriba y abajo.
Bendiciones da al casorio
dejando caer copos en mi gorro.
Alarga su grito solitario
el níveo follaje escondido.
Si cerrase los ojos,
vería antorchas heladas de amor.
LLORANDO CON LA NATURALEZA
Puse mi arco en las nubes,
y las aves revoloteaban por el aire;
y las madres alimentaban a sus hijos
con sus picos,
y la naturaleza vivía de acuerdo
con todo ello.
Más el hombre sin corazón de tierra,
cubrió los campos y aguas
de minas, suciedades y residuos.
Fue pisada la hierba fina.
El rocío sólo caía
en las defecares sordideces.
Se
rompieron sus nidos.
Y los pájaros se alimentaban
de plásticos y miserias.
Poco a poco, sus plumas se ajaron,
fueron cayendo muertos.
Agonizantes avecillas de la basura.
Y el hombre se volvió pobre.
Ni trinos, ni campos verdes,
ni mares abiertos que no estuvieran
contaminados.
Y vinieron fuertes borrascas.
Y las olas irrumpían en las costas.
Toda la madre tierra lloraba,
por las avecillas maltratadas.
Las cosas, en su propia naturaleza,
se doblan sin ayuda de los arcos,
se enderezan sin líneas,
se hacen redondas sin compases
y rectangulares sin cuadrados.
Y todos los seres viven y crecen
a partir de su propio empuje .
Y nadie debe interceptarlo.
Tenemos nuestro lugar.
Nuestro punto de encaje
que no deseamos encontrar.
Esto ha sido,
así debe de ser
y no se puede alterar.
Pero seguimos dejando morir
nuestras aves, nuestros peces…
nuestras bestias, nuestra tierra entera.
Necedad consentida,
de la que nos sentimos orgullosos.
¡Divinos sin sesera!
Quejándonos cuando la Tierra protesta.
Lloro.
¿Vosotros, no?
ABATIDO ESCRITOR
Otro fragmento de una narrativa
suelta y austera a la vez.
La dualidad que se presenta,
se hace eco de los sentimientos
de la cigarra que canta.
Ese recuerdo de la memoria histórica
entre ideologías opuestas,
entre frailes y seculares.
Muertos sin sepultura.
Y hoy en la letra vuelvo a visionar
al pintor que contempla su obra;
esas gafas en el bordillo de la acera;
un sol que abrasa las pieles y seca.
Pueblos que existieron
y yacen bajo arenales
mientras arañas gigantes
se pasean sobre ellos.
Radiactividad de un mundo
de verdes amoratados.
Tórrida tierra, árida y desbrozada.
Y nosotros abrazados.
No vemos, ni sentimos miedo
de un despeñado derrumbe.
¡Letras y cuentos!
¡Ay, mundo de verdades
que caen rotas sin principios!
Polvo, sólo polvo.
Los hijos del amor
caminan de la mano,
mientras el mundo se desploma.
Maldicen la hora de sus amores,
de ese morir cada segundo.
Imprecan la hora en que prometieron
alcanzar el cielo
y éste,
también se desploma.
AUSENCIAS, HERIDAS Y CONFUSIONES
Acerqué la cerilla a una lámpara,
y aquella llama que prendió
no dio la claridad deseada.
Cerré las heridas
de ausencias prolongadas,
así como cerramos
los ojos de los muertos.
Abrí las puertas al sol
que suspiraba.
El cerrojo del error
cerró la verja.
¿Quién abrirá los portales
de este sagrado Templo?
Salto las lanzas que me acosan
y lleno mis manos de coronas de trébol.
Grandes puertas que abro al poeta,
para que cante mis confusiones.
CAMINANDO SIN PIES
Me quedé sentado en el bote.
Varias horas pasaron.
La sombra del sol se movió
a través del apacible cielo.
El suelo perdió su carácter pegajoso
y secó lo suficiente
como para recorrerlo en poco tiempo.
-¿Qué buscas tan silencioso y pensativo?
Oí a una neurona preguntar a otra.
-¿Crees que amor es la respuesta?
El olor a pescado era nauseabundo.
Sentí que enloquecía.
-Resulta penoso amar a una mujer en exceso.
Tuve que saltar del bote,
marchar hacia el oeste,
donde ya el sol se escondía.
Y la voz seguía en mi desconsuelo.
-Hay más cosas maravillosas e inmateriales,
manos incansables que lo suministran todo.
No sé por qué mis sueños
fueron tan salvajes esa noche,
pero antes de que la gibosa luna,
se elevara sobre la llanura oriental,
desperté con un sudor helado.
Ya no volví a dormir.
No quería ver visiones
y menos oír cómo mis propias partículas
recriminaban mi sentir.
Recogí la mochila.
Al emprender la marcha,
observé mis botas vacías
y no tenía pies para llenarlas.
Mas caminaba,
y no sé cómo.
-Eres un cuerpo etéreo
y no te has dado cuenta.
Cuando el astro subió más hacia lo alto,
empecé a ver los flancos del valle.
No eran perpendiculares.
Cornisas y salientes de rocas
ofrecían puntos de apoyo.
La mezcla es mía, lo visto y lo invisible.
Mis botas caminaban solas
y yo flotando sobre ellas.
Urgido a avanzar
por un impulso que no puedo analizar.
Océano misterioso donde mi linfa se vacía.
Me alejo por donde los amores mueren.
Camino sin pies que sigo recorriendo
con las botas huecas.
TREINTA SEGUNDOS
Treinta segundos de silencio.
Treinta segundos,
hasta el crujir de las rodillas.
Del rabillo interior del ojo,
brotó agua, no una lágrima.
Treinta segundos duró la carcajada.
Caminé en círculos
pisando humedades de fondo;
puro acto reflejo
inyectado en miradas
ligeramente hacia arriba.
Aquella chiquilla
del bote de remos,
lucía el mismo vestido azul
con lunares y ribetes
cosidos alrededor del cuello.
Volvía a soltar esa risa entre dientes.
Sonido extraño, ausente.
Sabía que pasaría.
Shock que sentiría
cuando la realidad se hiciera presente.
Exhalo temblorosa bocanada de éter.
Hermético encéfalo pobre
que vive en trenzado estrellado.
Ya mismo estoy y no estoy.
Quédate donde estás,
dormida bajo el agua,
cual fantasma de espuma
con tu vestido azul.
Treinta segundos
duró el instante
Manos de acero
volcaron la barca;
enredadas flores
cortaron con tijeras.
Ustedes adultos que leen.
Yo soy la niña.
¿Qué quieren?
LABIOS ROJOS
Colgaba de una chincheta roja.
Desperté de un sueño pesado.
Realidad de un suicidio neuronal.
Arpía y zorra…
la irá regresó.
Tan simple como eso,
como si nunca se marchara.
Tajos que daba a mi mente;
ni siquiera podía permitir,
se me notara en la voz.
El teléfono vibraba
entre la oreja y el hombro.
La mano recogía
el delgado cuello cromado
del grifo del fregadero.
Y cerré el puño con fuerza.
Martilleaba el oleaje
de las sonoras ondas.
El horno de gas…
Sí… recuerdo…
Yo seguía colgado de la chincheta.
Caricatura de labios rojos
con sonrisa de estertor.
Luego, todo estalló.
Se va la primavera
y escondido entre las yerbas,
un arroyuelo de bravas aguas.
Momentos de estío
que roba mis pensamientos.
Ardientes las carcajadas.
El cielo inmenso.
Ni a millas o kilómetros,
deja adosar a las nubes.
¿A dónde fue la primavera?
Rayos en la cabeza
yacen amontonados.
Como pétalos cansados,
ruinas ancianas
de sueños de paladines.
Monte, jardín y playa,
se mueven y adentran
rocosos, arenosos y fluidos.
Infiltrado viento
rasposo que cae al abismo
de mi alma.
Pasó el ayer.
Hoy,
orbe y vacas tumbadas.
SENTIRES
Figuras de cera
en el oscuro vacío.
Muñecos huecos
que labró el estinto sonido.
Alma cortejante
de escasos momentos.
Rancio minuto
donde el aire se hace denso.
La sonrisa muere.
SIERVA DE LAS FRONDAS
Sierva de las frondas,
de las hojas, de las ramas;
de los troncos viejos y tallos nuevos.
Dije adiós con el viento
desde un lejano comienzo
hasta este mismo instante.
Y en carretera de asfalto,
con los pies desnudos,
pétalos de flores voy dejando
a cada paso que voy dando.
Con la razón de una chiquilla de escuela,
con garabato torcido de letra,
humo que veo flotar en el camino,
trozo de noche que desde la pluma
me desvela.
¿Cómo pude esperar tanto
creyendo en las manchas de tinta,
hilos que conducen a ecos sordos,
cuando tan claras las invisibles palabras,
gritaban a voces?
Aquí estoy entre las hierbas de la llanura,
admirando las obras maestras de esta vida
con mis nuevos ojos.
AUSENCIA
Si yo pudiera escribir
lo que mi corazón siente,
no sabría qué decir
pues miserable es mi mente.
Camino que recorro
con los ojos vendados;
tristezas que escondo
por senderos de despojos.
Dicen que ángeles me acompañan,
pero mis ojos están cerrados.
No ven, no oyen…
y cada día mi voz más lenta.
Dime Tú, si existes,
oculto bajo el suelo;
océano o montaña,
sabor a luz de roca.
Oigo tu risa.
Risa que no turba y espanta.
Soy páramo con eco de latidos.
Tú dices: ¡Basta!
De dolor estoy llena,
desnuda de simientes.
Allá perdida en el vacío
de mi propia ignorancia.
Y dicen que trazaré finas siglas.
¡Necias, borrascosas e imberbes letras,
que sólo son pétalos secos
de mi propia cosecha!
Ausencia divina siento,
ausencia de amor,
ausencia de mi propia vida,
¡Tantas ausencias!
Ausente soy
de mi propio ser.
Ausente camino
que no sé ver.
EN LAS MONTAÑAS DE SOBA
En las montañas de Soba,
los días parecen solitarios
cuando el viento
no agita los robles.
Mientras te espero
hinchada de deseo,
contemplo guijarros quietos,
bajo el correr del agua.
Pétreos recuerdos
que ni la corriente aleja.
Sumidos en un eterno sueño,
cascabeles del alma.
Es como el galopar
del atrevido alazán;
canela rojizo,
en los largos días.
La mañana duele
tras despertares inquietos.
A través de la niebla,
casitas pasiegas desaparecen.
Lo mismo sucede contigo,
amor que gritas de anhelos.
Dices que mil besos llevas.
Fatuos bailes de fantasmas.
Cardos y ortigas me llenan.
Dejo mi hogar.
Es corta mi vida.
Me enfrento a lo desconocido.
EL PULSO DE LA VIDA
¿Habría embarcado
si hubiera sentido
el pulso de la vida
asomándose a la muerte?
Se inclinaba abruptamente
balanceándose con el lanzar
de flores y arroz,
a las turbulentas aguas.
Ocasión de ser consciente
de la propia existencia,
de la energía personal
y del momento.
Antigua y sobrecargada barca.
No es tan fácil morir.
Bifurcado momento
donde el río se vuelve sedoso
estanque de lotos.
Arreglo el chal desatado.
Corro a la orilla.
Las piernas tiemblan al tocar la tierra.
Ramas de sauces y arces rojizos,
cobijan el ardor interno.
La sangre se vuelve fría.
Afronté con fuerza la prueba.
Encrucijada de incertidumbre.
Impulso vital frente a la debilidad.
Cautela y respeto.
Sonrisa divina de enseñanzas.
Llegará un día la muerte
como elección y no como accidente.
Dejé la sombra, el sol abrasaba,
la carretera de gravilla
me alejaba del río.
FLOR DE RIBERA, DESENCANTO
Yo era de sangre plebeya,
pero me casé con el hijo de mi señor.
También se buscó otra,
pero fui yo quien compartió cama,
quien parió a sus hijos.
Si pasas por la calle del desencanto
¿tendrías la bondad de traerme
una cruz de madera de serbal,
hecha sin hierro,
ni cortada con cuchillo
y atada con cinta roja?.
Soy esa flor arrastrada,
perdida en la ribera
en una humilde casa.
ENTRE LOS ABEDULES
Un sopor aturde mis sentidos,
como la toma de beleño
o un opio turbio.
Grave sentir que me lleva.
Me duele el corazón
de tanto amarte.
Dichoso con tu dicha.
Envuelto en azar y risas.
Con alas ligeras
abro senderos
entre los blancos troncos
de los abedules.
¡Ah, sorbo de vino fresco
cada vez que te beso!
Burbujas guiñando
y mi boca manchada de púrpura.
Disolviéndonos en fundido
de hojas que oyen
los gemidos de uno,
los gemidos del otro.
Suave incienso
que se enreda entre las ramas.
Balsámica sombra.
Aroma divino.
Amor que no naciste
del bocado de la muerte.
Tu cantarás siempre en mis oídos.
¿Visión…, sueño…?
Música que huyó.
¿Estoy dormido? ¿Estoy despierto?
Arbolada que se multiplica
como hechizo de leyendas.
STULTITIAE LAUS
(Elogio a la locura)
¡Y otro más! ¡Y aún otro!
¡Un cabritillo, seguido de su madre!
Inclinaciones perversas me venían;
aberraciones y locuras en la cabeza.
A todos, como cabritos veía
y cada hombre que se acercaba,
le miraba con raros pensamientos.
Ni paz ni consuelo hallaba.
Ni en casa, ni en la calle
ni en los rincones de las tabernas.
Me enloquecía con el trabajo.
Quería escaparme.
¡Oh, fatalidad!
¡Sólo veía un rebaño extraño!
¡Cabritos! ¡Todos cabritos!
¡Maldigo mi amarga inquietud
de los malos tiempos!
¡Qué triste espectáculo!
Corrí hacia el enriscado.
El rebaño me seguía
y todos caían despeñados.
Hoy fui al acantilado.
El mar estaba sereno.
Yo, descansando.
ESTRELLAS
Quería recoger estrellas.
Perfumes en frascos pequeños.
Independencia dadivosa.
Reclamos de mañanas gloriosas.
Callejones con salida
que me ayudaran avanzar.
Quería una estrella no una carga.
Un aroma que me sacara
de una vida sobrecargada
como víctima más del suelo,
agotada…, muy agotada.
Mi cesto de estrellas estaba vacío.
Andaba dando tumbos.
Me recogían pozos sin perspectiva.
Me faltaba el “yo quiero”.
Y no sabía lo que quería.
Mis estrellas vegetaban.
Mal pagada vida
sin poder levantar la cabeza.
Hojas de viento en corrientes
me llevaban.
Escondidas en lo profundo
estrellas de agujeros negros
extorsionaban, reprochaban,
decepcionaban…
Películas representaban
de paralizante terror.
Energía desperdiciada.
Podría conseguir mi estrella
en la verdad de la infancia.
Pasado resguardado,
Tierra virgen que autorizaba
caminar en el tiempo robado
y la visión gafosa del futuro.
Bueno es saber,
por donde no se debe andar.
Senderos de estrellas,
Vía Láctea del interior.
SUSPIROS DE AMOR LÉSBICO
¡Oh, no quiero ceñirme a las reglas del arte!
La caricia perdida, no tiene letras ni trovas.
Mis pensamientos son vagabundos,
mi imaginación errante…
¿Y mi alma?
¡Atemperando el corazón dolido!
Estoy regalándote palabras
que matan mi voluntad.
Te imagino en la distancia,
llena de suspiros de amor
con tu guitarra.
Y yo perdida en la soledad,
con un deseo de escapar
en loco vuelo hacia tus brazos.
Pedazo de sombra que deambula,
sin querer reconocer la verdad.
Pude amarte esta noche
con ese amor que no tiene límites.
Mas el destino mal trazado,
hizo viera tu dolor reflejado
en el horizonte de tus verdes ojos.
Si te besara de nuevo,
ya no podría marcharme.
Pues tan inmenso es este fuego
que ni las lágrimas pueden apagarlo.
Y dejo correr las caricias… ¡oh, dolor!
¿Recuerdas? Tu casa, mi casa…
Eran arrullos con perfumes e inciensos.
Tus besos, orgasmos hasta el infinito.
Y todo era muy quedo…
muy íntimo, muy escondido… Tuyo y mío.
Quisiera que brillara el rayo de la aurora
con un sonido purísimo cual corazón blando.
Temo no volver a ver las praderas de tu mirada,
saborear esos párpados que se entregan,
llenar nuestra vida de floridos senderos.
Mata de esmeralda que me detuvo el paso.
¿Por qué, severas espinas
de tiempo y dolor nos separan?
Música y acordes en tu canto…
Armonías, hoy, para sordos.
Tú con el fatigado aliento,
de crudo amor vencido y maltratado,
apruebas este sentir doliente
cuando en la espesura de los campos,
veíamos dormir el sol ardiente.
Abriste una ventana al rio,
de luto y silenciosa pasa el agua.
Los torbellinos me ahogan;
mi corazón corre tras tu marcha.
¿Hubo ya quien bebió de tu vaso?
Amores y placeres son mentira
para los que tienen el alma seca.
Pero mi alma rodó suplicante,
a los pies de tus arenas quietas,
como sacra agua que te baña.
Una mediana vida yo poseo,
un estilo común y moderado.
Que no note nadie que me vea,
que sin tu amor, me estoy muriendo.
Lloro, lloro… tras los corredizos cristales.
Que no hay amor más grande,
que no hay amor más puro,
que aquél que te entrego
en mi temblorosa pequeña mano
y descanse en tus abrazos.
Ya, amada mía, huyo y me retiro
de cuanto tanto amé; rompí los lazos.
Echadme piedras sobre la cara
que mi corazón se fue tras ella.
Sangre en el rostro mío, lágrimas y sofocos.
VIAJE A NINGUNA PARTE
(Poema relato)
Después de mi andadura
como cómica y ciudadana,
ofrezco una noche de mi vida
volviendo la mirada
a esa pobre gente
que fuimos en su día.
Viaje a ninguna parte,
homenaje de la que fui heredera,
hito de las miserias de la postguerra.
Hay que recordar…
Hay que recordar…
Nos cerraban los garitos
y paraban en los caminos.
Rugidos en los estómagos
de los malos beneficios.
Hambre, y sequedad de boca.
Un día sentí unas manos
subir despacio por los tobillos.
Al igual que en los caminos yertos,
viajando a ninguna parte.
¡Oh, qué encogida respiración!
¡Así, rozaban con lentitud sus dedos
por el desfiladero de mis piernas.
Único momento del día
que gozosa me sentía.
La hambruna y el cansancio se iban.
Rezumado de los corazones
atendían más a las fuerzas
que a todas las razones.
Transpiraban así los cuerpos,
en nuestro haceres más sanos.
-¿Dónde estás, malandrina?-
Oía gritar al abuelo.
Tales voces daba
que despertaba a los de la fonda.
Pero yo no abría la puerta.
Con las campanas alborotando,
los párpados se levantaban.
Otra vez recoger trastos y aparejos.
La función se terminaba.
Viajar a ninguna parte.
Pero hoy estoy aquí escuchando
el murmullo del mar…,
murmullo que atrae otro de rio
por cuya ribera anduvimos matando sapos.
Luego, chapoteo de pies en las orillas.
Y llegaron tiempos de durezas.
Y el irse poco a poco.
Cipreses fuimos dejando por los senderos
y en sus copas pajarillos cantando.
Tan alto del suelo, veíamos nuestros reflejos.
Primero el abuelo,
el cáncer se llevó al padre.
No teníamos médico ni derechos.
Matilda se fue a recoger a la viña.
Y yo… a ninguna parte.
Y nadie había contemplando
nuestras vidas de hace años.
Cómicos apagados en su modestia,
unos muertos y olvidados;
otros, descansando sofocados.
Esperando ese golpe
que atraiga la fortuna.
Vuelo de la barriga por la cabeza.
Nada importante.
Nada importante.
Viaje a ningún sitio.
Reventando caminos con un palo,
murmullos metafóricos
que dan risa.
No pregunto por mi suerte.
FIEBRE DE AMOR
Tienes razón, su sonrisa es dulce
y vuela su ondulante capa.
El sol entre las densas brumas
filtra hilos azules cual relámpagos.
Fantasmas que me advierten
de zarzas y cuervos que acechan.
Siento fiebre de amor
cada vez que la veo
montada en su yegua de piel clara
a través del ancho campo,
del río, de la montaña…
Sin brida, sin correa ni gualdrapa.
Parece cervatilla tierna
y tiene ojos bellos.
Hombres la miran deseando
mil formas de tenerla.
Destrozan el amor al verla
seductora balancearse
agarrada a las crines.
El viento le acompaña,
fiel a sus deseos.
Yo vi, compañero,
pasar mi sueño.
Un cisne se deslizaba
sobre el lago de mi mente.
Ya despierto, abrí los ojos
y todo era blanco.
Se entreabrían mis labios
queriendo decir algo,
mas al final mi boca era cráter
con la presión de su cuerpo.
Imaginaciones y mentiras.
Justificación de lágrimas,
que recorren mis mejillas.
No me avergüenza decirlo.
Secretos naturales encadenados,
que libertad les doy,
aunque sea hombre.
También a nosotros
se nos clavan espinas
y lloramos como Lunas muertas.
Mares tristes apretados,
melancolías de ardores,
mueven nuestras
desconcertadas almas.
Tienes razón, amigo mío.
Es dulce su sonrisa.
Quizá un día vuelva su cara
y me cubra con su capa.
LA CARCELERA
Unos versos muy cansados,
con muchos pies arrastrando.
Los zapatos con agujeros.
Grandes rotos en sus ropas.
Llegó el poeta
cantando
junto al cruceiro del rio,
como suele el ruiseñor piar
entre las hojas del olmo.
Muy galante con las mujeres
que bellas son como rosas,
trova sus mejores estrofas.
Mas aquella, la primorosa,
refulgente, misteriosa;
anhelada y deseada…
es guardiana de llaves,
de corazones ligeros.
Llaves que abren y cierran,
antes que amores se entreguen.
¡Ay! suspira el animado pecho,
a los atrevimientos mal regidos.
Mi puerta está cerrada,
carcelera soy de vuestras sombras.
Calcinado monte
donde se abrasan galanteos.
Prevenida: Paro, corto y cierro
aquél que osa acercarse.
Que no quiero más poetas
de corazones mordientes.
Vigilante soy de aquél
que fijó sus ojos
en esta cierva doliente
que mal herida dejaron las fechas.
--Ábreme las rejas, celadora.
Que poco a poco te doy mis poemas
como prendas con raíces
de tu amor que deja huellas.
Si por lo menos libertad me dieras,
letras de mi pasión verías.
Que no son cenizas mis obras
sino las verdades más justas--
¡Oh, tiempo, que se detuvo un día!
La tarde la imagino ya muerta.
Vivo en la ciudad desierta.
¡Amarga vida!
Justiciera en línea recta,
que no tengo curvas de olvido.
Marcho con las llaves a cuestas,
cerrando todos mis sentidos.
MI SOMBRA
Esta es mi danza del presente.
Esta mi sombra de verde doncella,
vino a ver mi mala mente,
a leer los versos de flores y róselas.
De mi, si pudiese, partiría el alma.
Vencer o morir de tal manera
cercando todo el jardín
de aburridas tristezas.
En lo alto del muro el jazmín,
abajo, el arroyo corriendo.
Avanzar quisiera
perdiendo mi ser
en la lejana aurora.
En exiguas porciones,
me traiciono a cada instante.
El agua clara, pura, impalpable
ni sabe, ni quiere formulario.
No sigue los patrones
de la desnudez de mi penumbra.
Pasión, sensualidad…
de esta danza sin traza.
Calor calienta el volteo
del cuerpo sediento,
signo de vida fluyendo,
renovando los instintos
y anhelos contenidos:
El dolor y el renacimiento.
Desde que acaricié
con la suave diestra al viento,
vi en la hierba
pisadas de tiempo.
Alegre fui tras su rastro.
En medio del camino del laurel,
vi coronada mi sombra
de verde doncella.
PALABRAS QUE ESCUECEN
Tú me quieres mar;
me quieres de espumas,
me quieres llevar.
Mi cuerpo se escapa.
¿Otra vez más?
Ni un rayo de Luna,
dejarme atrapar.
En noche oscura,
me quieres llevar.
Flor sin aire.
Flor en gruta.
Cede el sillón blando,
los ojos se secan.
Palabras que escuecen.
Quiero abrazarme.
Ahogar el alma.
Reclamo de sirenas.
¿Otra vez más?
Derrotada, sin sueños,
la vida truncada
por una palabra:
Cáncer.
Sufro y no sufro…
Sólo rompen las olas
allá en el acantilado,
bajo los árboles de mis versos.
Dios me sacará de esto.
Quizá sea mi momento.
Debo correr, correr escribiendo.
Silencio… ¿Dónde hay respuestas?
¿Otra vez más?
Entrecerrar los ojos.
Nubes blancas las batas.
Mis venas sangrando.
Sólo voces que no deseo.
Hijos míos,
¡cómo deciros este desconsuelo!
El mar me llama,
me ruge en la orilla.
¿Sabré cerrar los ojos
y dejar la marea me lleve?
No quiero ver dolor.
Quietos os quiero en la rama.
Miradme, que soy gaviota blanca.
Pensadme, que emigro a otra parte.
Mi vuelo rasante al agua,
mis alas os acarician.
¿Otra vez más?
Sólo Dios sabe por qué.
Sólo Dios hizo de mí, tallo frágil.
Me doblo ante Él,
aliento que me cobija.
Estuvisteis ahí antes.
Pellejo que camina hoy solo.
Tajo de vientos que lloran.
Tumba que sólo yo clavo.
No quiero más sufrimientos.
Dejadme llevar.
Mi música son versos.
Mi canto, el amor que os dejo.
RUTILANTE CAMINO
He dibujado una pregunta
en tu ingrávida sombra,
y sigues sin responder.
¿Por qué tal desprecio?
He aprendido
por amarga experiencia
la única lección
para conservar la ira,
transmutarla en energía
y así sentirme dueña
del poder.
He venido a gustarlo todo,
a poseerlo todo,
a ser todo,
saberlo todo.
Y descubro
que nada soy .
He dibujado otra pregunta
en mi liviana sombra;
en la pared,
en cada esquina desnuda.
y no quiere responder.
Rutilante camino
que creí bien escoger,
pero ni mi espectro contesta.
Alma que no se ver.
Me pierdo en los agujeros negros
como fundida mancha.
No formo parte de nada,
ni incluso para esconderme
en el hueco de mi pecho.
BUSCANDO EL PASADO
¿Sabes?
Tengo que subir de nuevo.
Se fueron las nubes
a otro lugar.
¿Cómo es
eso?
No lo sé…
Todavía recuerdo
los cuentos de niño.
Eran algodones blancos
como velas de trapo hinchadas
paseando por un azulado cielo.
¿Qué raro?
¿Y eso
existió?
Hace tiempo.
Aquí todo
es amarillo.
Quizá, si lloramos juntos
vuelvan.
SONETO A UNA JAPONESA
Como fuego blanco en tu frente de albura
Japón puso en tus ojos simas de añil;
La luz más alba no tiene la blancura
del fino cuello terso como marfil.
Es tu rostro suave seda que fulgura;
ecos de auroras, dulce canto de abril.
Y esbozos hago del pelo en su negrura.
Eres la flor de nácar, aroma sutil.
Núbiles deseos en mirar de ocaso,
rojo de cereza en boca que rebaso,
estanque de silentes lotos de fe.
Giras la frágil sombrilla japonesa.
Quisiera ser sombra tenue que te besa,
y tacita
de porcelana de té.
CAMPOS DE GIRASOLES
Triste volví a mi tierra
en busca de campos de girasoles
Y largas barriadas hallaba,
agrisadas e iguales.
Vagué distraída y lenta por ellas
con una neblina que empapaba,
preguntando por algo que amaba.
¡No busques! ¡Que no hallas!
Que entre tus calles rectas sin soles,
no volverás a encontrar nunca
tus campos de girasoles.
Si muero vaciada por arados,
no poséis una lápida pesada
como el hormigón a mis prados.
EL ALIENTO DEL PENSAMIENTO
Si no hay un dedo de frente
no se sabe lo que es la vida,
que no es un charco
donde meter el pie
y asustarse de la salpicadura.
Grandes mares nos rodean,
olas gigantes que nos muestran
la maravilla de su grandeza,
más benévola y dulce
que el oblicuo pensamiento.
Y aquel pequeño dedo de frente
que se asusta de la belleza
que el cuerpo muestra,
le es más necesario curar su alma
que andar con punzadas en la cabeza.
Nunca fuera mal acogido
por los dioses de las artes,
sincronizar la desnudez
de cuerpo y alma
y menos, la pureza del poeta.
Palabras en letras de oro,
hay que saber interpretar,
que no son cazos sin mango
que hay mucho más allá.
¿Con qué ojo las leéis?
Recordar que lo externo pasa,
mientras que el interior
perdura en la eternidad.
Mirad con el sentido de vuestra frente,
no con córneas de animal.
¿Por qué cuestionar lo que la vida regaló?
¿A caso es error hablar
de goces, placeres y amor,
decir cosas soeces
al igual que estupideces?
Líricos modos
que forman parte
del rico verbo.
Poeta soy que canto,
aliento doy con mi voz
en el final de mi estrofa,
y a todos pregunto:
El hálito que os di,
es mío o pertenece al Creador?
ROMANCE DE DESPEDIDA
Bajo las aguas me
encuentro
y nunca podré atracar.
El corazón silencioso…
¡Triste morir en el mar!
Ojos dulces en el cielo
al monte van a llorar.
Decidle nubes viajeras
que no me vuelva a esperar,
que fenecí con sus besos.
Secreto he de guardar.
Lejos partí de mi tierra.
Lejos, durezas sin par.
Huracanes me clavaron
como aguja en el bordar.
Y si al Moncayo subiera,
flores de Cierzo al Pilar.
Oraciones a la Virgen,
cirios largos del altar.
Segador nunca seré.
Hechos dispuso el azar.
Frutos dorados le dejo,
que no me vuelva a esperar.
Que no vaya junto al Ebro,
no me busque en el lugar,
que tampoco iré al parque,
ni a recogerla al pinar.
Pues muerto estoy bajo el agua
y nunca podré llegar.
A
MEDIDA QUE AVANZAMOS
Será porque
ya he pasado
a las cuevas de la edad.
Será porque ya viví
suficientes horas buenas;
suficientes
horas malas.
Será porque
ya es momento
de las cosas
en su sitio colocar.
Será porque aunque
no tuve
un buen
compañero,
si tuve
benditos ángeles sabios,
que pasaron a
mi lado
y me dieron
aliento.
Será que
comienzo a entender la vida.
Será que lo que creía,
nada me
parece importante.
Salvo la
salud y el sustento.
Paso de los
halagos.
¡Qué cosa tan
tonta!.
Creo ya soy
consciente
de lo que
hago bien o mal.
No necesito
ni laureles,
ni
reprimendas.
Nada de
enjuiciamientos.
Ni de gente
vacía y seca,
que sólo
dicen sosedades.
Rechazo el
cinismo social
que sólo
piensa en el bienestar.
¡Así hemos
llegado a crear
este
descarriado país!
Será que ya
estoy cansada
de tanta
hipocresía.
De los que te
aplauden
cuando te ven en lo alto
y te abandonan
si te llenas
de miserias.
Pena muestro
por aquellos
que con orejeras andan,
deseando
tener de todo
lo que el
consumo ofrece
sin ver hacia
delante,
ni a los
costados,
sin sentir,
pensar, ser.
Y llegando a
este momento,
no necesito
gran cosa.
Tan sólo un
buen compañero,
que conmigo
haga este viaje.
Y si no lo
hay,
habrá que
conformarse.
Disfrutar de
la compañía,
de los
grandes amigos
que pasearon
conmigo.
Carcajadas y
cariños,
antes de irme
a la cama.
El recuerdo
de mis muertos.
Contemplar el
fuego de la chimenea.
El mecer de los árboles tras las ventanas.
Observar el
paso de las estaciones.
Llorar de vez
en cuando,
sólo lo
preciso.
De alegrías o
de penas,
y no más de diez minutos.
Seguir
escribiendo y sintiendo
cada letra
como flores que regalo.
Y no
convertirme en saco roto,
amargado en
un rincón,
un tanto
desaprovechado.
Será que
siempre fui curiosa niña
descubriendo
aventuras hasta el final.
Y cuando os
diga adiós a todos,
quedéis
contentos de haberme conocido,
y del paseo tan genial que di
por esta santa Tierra.
Casi nada.
¿Me he pasado
un poco?
AMIGAS
En este mundo
y todos los mundos,
amigas como
espejos
reflejándose
sus rostros,
llorando o
riendo
juntas.
Amigas
a las que la Gran Madre
sana sus
corazones.
A las que
raíces profundas unen
alimentando
su fortaleza.
Únicas.
Indispensables.
Nunca viejas.
Tesoro
preciado.
De
pensamiento único.
Amigas,
hermanas.
Familia
natural.
Obra maestra
de la naturaleza.
No necesitan
palabras.
Y son estos
misterios de conexión
las fuerzas
más potenciales
transformadoras
del planeta.
Amigas hasta
el infierno
y la
blasfemia.
Poder de la
Diosa
que se
manifiesta en ellas.
Amigas.
Simbiosis
inconsciente
de descanso,
amor y paz.
AQUELLOS
TIEMPOS
DE
PRUDENTES REPRIMIDAS
Prudente y
reprimida,
escondida
dentro del armario
bebió media
botella de vodka,
para acallar
sus vergüenzas.
Se quedó
sentada toda la mañana.
Se sentía
desgraciada.
Llena de
secretos y recuerdos
que abrían
las puertas de los infiernos.
Dejó que las
lágrimas corrieran,
marcaran su
propio camino.
Después con
sigiloso paso,
llenó la tina
de agua.
Nervios de tormenta.
Siente que
los muertos
se le suben
por las piernas
que vacilan,
se crispan y tiemblan.
Se lavó el
contraído rostro;
restregó sus
partes con esparto
y aclaró con el agua caliente
de la cocina
de leña.
Supuraban los
poros de la piel.
La
respiración resollaba.
Ya no iría a
trabajar.
Se haría
pasar por loca.
Zumbaban las moscas
e iba
matándolas con el matamoscas.
Todavía el
sudor le corría
por los
surcos de la cara.
Aplastó con
certeros golpes
a varios de
los molestos bichejos.
Ahí quedaron
reventadas
por las
lámparas, ventanas…
hasta por el
barril de cerveza.
Jamás podría
volver al trabajo.
Nadie de
aquel tiempo entendería,
como aquel gigante sentado
le había
prendido el cuerpo.
Brazos
cansados de guardar
la misma
postura.
Reprimida
pureza
maldecida por
la iglesia.
Así la
discreción
se volvía en
espina clavada;
la mirada se
hacía dura,
el
pensamiento se escondía.
¿Reconocerían
su verdad?
Lo malo como
lo bueno se enreda.
Mejor callar.
Desertar de
su fortaleza.
Aquel día,
nadie en la casa,
tuvo comida
caliente.
BAJO
ESOS PIES
Haz de
aquellos pies que te trajeron,
raíz fuerte
que el camino muestre.
Romo mensaje
que a tu mente llega,
y presa de
temores ronda tu vida.
Mas esos ojos
que te atrajeron,
pupilas
grandes que suplicaban,
mostraron a
esa neurona blanda,
infinitos
horizontes
sin saberlo.
Mediana tu
vida creíste.
Presas en tu
boca,
palabras
escondiste.
Pero te
acunaban heridas grises
y no te dabas
cuenta
que eras luz
blanca.
Pilas de
flores
en el camino
trazas,
senderos que
creas
bajo esos
pies que andan.
Pétalos que
terminan
formando
columnas blancas;
seres de
polvo fino
que vi donde
el camino arranca.
Rosal blanco
sin espinas,
abrazas al
animal que te sigue.
Dulce corazón
de grana,
que esconde
inmaculada fuerza
en torreón
que te viste.
Y si Dios oyera
esta alabanza,
presta sus
manos te acogieran
como nívea
pluma que mece el viento,
gratitud que
la vida te alcanza.
¿En qué
pueril desierto te perdiste?
Sin hacer
ruido,
como nube que
pasa.
En palidez
alba escondiste gritos.
Rincones de
formas.
Recogido
corazón dormido.
Frustraciones
ante temores
que no
existen,
que no son
nada.
Vacíos llenos
de ecos
que agitan al
alma.
Florecita en
tu jarrón metida,
el verso sabe
de tu dulzura
que brilla
más al reflejo de Luna
y en
perfumado papel blanco.
Iluminada
esencia,
bajo esos
pies que te dirigen
y de tu voz
salen poemas
desde las
invisibles sombras.
BESTIAL
HERENCIA
A través de
un agujero veo:
humillación ,
llanto…
cuando
no, muerte.
El precio a la rebeldía:
fuego en el
cuerpo,
ácido en el
rostro…
¡Cómo roe el
hombre
a la fémina
que ladra!
Siento cierto
olor a azufre.
¡Herencia que
sigue viva!
BUSCADORAS
Colección
inimitable
de tiendas
que se cierran.
Buena o mala
edad
para cambiar
de estatutos.
Para que tu
vida
sea un
manantial de miserias.
Para que al
mirarte en el espejo,
sólo veas un
carácter negro
de un
pesimismo ciego.
Así surge una
nueva raza.
Buscadoras de la calle.
Ley nueva que
les da la vida
a aquellas…,
sin trabajo.
A estas
alturas de la historia,
creo en los
ojos, oídos y manos
del pueblo.
Y me hinco
ante ellas
con mayor
respeto
que ante una
reina.
CUATRO
PAREDES
Oh, las
cuatro paredes que me rodean.
Oh, he
almorzado ahora
aquí sentada
sola.
Qué vacía se
ve la casa
y qué limpia
la cocina.
Se fueron los
niños,
las
algarabías...
El tiempo me
robó a los hijos.
Y aquí,
con las
cuatro paredes hablando,
la soledad
muerde mi oreja.
Palpo los
muros.
Es lo único
que tengo, un cubo.
Se terminaron
tiempos donde los orejones
se atascaban
en la garganta.
Recuerdos que
nadie entiende.
Mas no
importa,
son míos y de las paredes.
DESAFIANTE
HONDURA
Nunca vivió
un ser mortal
que dirigiera
su anhelo
más allá de
su esfera natural.
Así en las
cavernas solitarias,
aires de
visiones,
oleajes de
apariciones.
Ama su sueño
todavía,
pero no hasta
la muerte.
Es su único
deseo.
Romper el
recuerdo de sus seres.
Epicúrea y
hedonista,
voluptuosa y
sibarita…
Y es el espejo que refleja
toda clase de
adivinaciones,
con cebollas
dejadas en Nochebuena.
Apoteosis de
sentimientos humanos.
Artistas de
la magia
en celebración
inmensa del cuerpo
que se alza
aquí y ahora,
entregado a
los sentidos.
Y qué mal hay
en ello,
¿a caso
sentir placer es pecado?
Fueron los mismos Dioses
los primeros
que gozaron.
Y ahora,
pequeños reflejos
disfrutan de
su microcósmico mundo.
Fresca rosa
que viene al pensamiento,
sin esa
malicia que el clero y los insulsos
calientan en
sus podridas cabezas.
¿Bruja, me
llamáis?
No sabéis ni
lo que decís.
Vuestros
propios labios,
os devorarán
en la oscuridad.
Atreveros a
maldecir a las que fueron
largamente
perseguidas.
Y sueños
tendréis,
que deseareis
ser cenizas.
Que de esa
estirpe de la estrella de la mañana,
antes de que
la belleza se creara,
existían ya
las fuerzas
que
concibieron a las controladoras de energías.
Seres de la
luz y de la sombra.
Bailan su
danza de goces y de placeres
como ninguno
de vosotros
jamás
supisteis saborearlo.
Aquí estoy,
frente al espejo.
Desafiante,
mirando muy hondo…
No sabéis…
¡cuán hondo!
LA
NUEVA PALABRA
Hay deseos
que flotan en el aire.
Hay
pensamientos que unen a personas.
Hay letras
que danzan entre energías.
Y esta será
nuestra frase.
Sin acabar de
escribirla
guardo la
gran palabra.
Escondida en
el silencio
en su cuna de
mecidos.
No necesita
papel ni trazo.
¡Es tanto lo
que lleva dentro!
que al
entendimiento la dejo.
¿Será que la
telepatía lanza su soniquete
con bamboleo
de lanzadera musical?
LA REVOLUCIÓN
¿No será un sueño más?
Pero no era un sueño.
Había robado un caballo.
Risa de oro abierta y loca,
clava sin miedo la espuela
como si escociera el alma.
¿Puede alguien ser tan ruin
para elogiar lo que más desprecia?
Errores donde cabe la ira y el regocijo.
Hurto por la vida.
Atravesaba la arboleda
cuando echó pie a tierra.
Se quedó trabado en el estribo,
dio un paso en falso
y cayó al suelo.
Gimió como mujer
cogiéndose el pie con las manos.
Olor a humaredas de muerte.
Sigilosa amada del viento,
con pigmentos grises que se elevaban.
Habían quemado las cosechas,
incendiado el pueblo,
incluso la Iglesia llena de obreros
y campesinos desarmados.
¿Quién podría acusarle de robar el caballo?
Te ataré las muñecas
con mentiras de fuego.
Con dolor servirás
al poder del dinero.
Entre las calles y con el puño alzado,
caían los unos, caían los otros.
La revolución había estallado.
Holocausto que veía horrorizado,
impotente, oculto entre la maleza
del bosque en la montaña.
¿Quién podría criticar su huida?
Los muertos no hablan.
El Poder buscaba otra fuente
donde alimentarse.
Hemos dormido todos,
todos… demasiado tiempo.
Y Dios en lo alto miraba,
con esa risa que despertaba.
¡Oh, tiempos amargos!
País desmembrado.
Y la risa volvía
como siglos antaño sucediera
y rodaran las cabezas.
Risa infinita de un Dios
que nos creara.
¿Por qué su ayuda
mandara a fuerza
de sangre y matanza?